El tráfico mundial de madera de origen ilegal es un problema que se agrava. Las regulaciones vigentes no están surtiendo efecto, ya que las talas están haciéndose en países con una normativa menos estricta, y a comercializarse en mercados domésticos y no en mercados internacionales. Así, la verificación de la legalidad de la madera exigida por ciertos países, así como el desarrollo económico en general, hace que el tráfico de madera se esté trasladando a mercados como China e India, donde las regulaciones son menos restrictivas, de acuerdo con los datos de un informe de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO). China e India son, actualmente, los principales países importadores de madera tropical de origen legal e ilegal, mientras que Brasil, Indonesia y Malasia siguen siendo los productores dominantes. La tala ilegal, no obstante, se registra también en otras regiones forestales como Rusia, que es la principal fuente de madera ilegal proveniente de bosques boreales y templados.

La Amazonía, principal perjudicada

Como resultado,  evidencias de que la producción de madera ilegal por productores informales a pequeña escala está creciendo, lo que con frecuencia sucede por la falta de conocimientos de las leyes, legislación difusa (derechos de tenencia, por ejemplo) o costos de cumplimiento desproporcionados (tarifas excesivas, por ejemplo). Y se calcula que casi la tercera parte de la madera tropical comercializada mundialmente proviene de la conversión ilegal de bosques. En concreto, el estudio subraya que la mayoría de la conversión ha ocurrido en la Amazonía y en el Sudeste Asiático. En otros rincones del mundo, aproximadamente 86% de los bosques del mundo es de propiedad pública, pero en otros casos no está clara o directamente se mantiene en conflicto. Al mismo tiempo, mil millones de personas en todo el mundo dependen de bosques y árboles para llevar una dieta equilibrada y como fuente de ingreso sostenible. Además, según el Erik Solheim, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas de Medio Ambiente, una de las organizaciones que impulsan el informe, este tipo de tala es un delito forestal que, junto con delitos corporativos, representa hasta 152 mil millones de dólares cada año, más que toda la ayuda al desarrollo en conjunto. De acuerdo con el estudio, las redes de crimen forestal organizado pueden ser muy violentas en ciertas partes del mundo y hasta jugar un papel en el financiamiento de guerras y conflictos.