Se dice que la expresión vergüenza ajena es exclusiva de la lengua española, que otros idiomas no tienen algo parecido para describir ese sentimiento consistente en ponernos en el lugar de otros que hace o dicen algo en lo que no podemos imaginarnos como protagonistas, pues en ese caso se nos caería la cara de vergüenza, y desde luego somos incapaces de comprender cómo los autores de esos hechos o dichos logran soportar esa situación sin expresar su pesar, su incomodidad y ni siquiera su arrepentimiento. Todos podríamos ofrecer ejemplos de haber sentido en alguna ocasión esa vergüenza ajena, en mi caso lo más reciente ha sido cuando pude escuchar las grabaciones de los acusados en el juicio de la trama Gürtel, o de modo más coloquial, en el juicio por los trajes de algunos dirigentes dela Comunidad valenciana. Ya había tenido ocasión de leer en los medios de comunicación las transcripciones, pero al ponerles la voz aquellas palabras resultaban aún más ridículas, y parecía más difícil de imaginar que individuos capaces de expresarse de ese modo hayan ocupado cargos públicos de responsabilidad. ¿Qué habrán pensado aquellos valencianos que les habían votado?

Aún no hay sentencia, pero incluso en el caso de que fuesen declarados inocentes, se haría necesario que el PP dijera algo. Es más, en mi opinión, cabe exigir al hoy presidente del Gobierno que aclarara sus palabras en el pasado, cuando ya se conocían muchos datos sobre Camps, y entonces Rajoy no tuvo ninguna duda en decir: “Yo siempre estaré detrás de ti, o delante o al lado”. Son palabras de 2009, pero ya en 2011, en la campaña de las autonómicas, le expresó su “amistad sincera”, manifestó su seguridad en que era un “gran presidente”, y de nuevo en primera persona proclamó: “Creo en ti”. Después de lo ya visto y escuchado a lo largo del juicio, resulta imposible imaginar que Rajoy no supiera nada acerca de quién era Camps, de sus amistades y de sus formas de actuar, porque si lo ignoraba ya era algo grave, y si aún a sabiendas de lo que pasaba era capaz de realizar esas afirmaciones en público, entonces es que mentía a los ciudadanos, lo cual se casa mal con esa reciente apelación que ha hecho a decir la verdad. Esperemos a ver qué declara cuando se haga pública la sentencia. Ya solo le queda decir que estará encima o debajo.

Por supuesto que la responsabilidad de Rajoy no es individual, sino compartida con los dirigentes de su partido, tanto los de la Comunidad valenciana, léase Rita Barberá, como de fuera de ella. Y en este caso es necesario recordar que uno de los más significados defensores de Camps ha sido Javier Arenas, el aspirante a gobernar la Comunidad andaluza, del que no podemos olvidar sus declaraciones acerca de que “gobernar es imitar a Camps”, y cómo tras su dimisión afirmó que “es una persona honorable”. Habrá que esperar también las palabras de Arenas una vez que se conozca el resultado del juicio, porque a pesar de que el dirigente andaluz se caracteriza por su locuacidad (adornada con una innecesaria repetición de las frases), en los últimos días no le hemos escuchado opinión alguna acerca de lo que acontece en Valencia, ni su parecer sobre las conversaciones telefónicas. ¿En qué debemos suponer los andaluces que piensa imitar a Camps? ¿Tiene también él un “amiguito del alma”? ¿Nos hablará en su campaña de la importancia de que un presidente vaya bien vestido? ¿Coincidirá con Camps en que el sueldo no da para vestirse más que en determinadas tiendas? En relación con esto último, por lo que sabemos sobre sus ingresos, tiene para mucho más

Los ciudadanos, valencianos o no, estaremos atentos tanto al veredicto final del caso como a las declaraciones de los dirigentes populares, que por coherencia deberían seguir la línea marcada por su presidente y llamar “al pan, pan y al vino, vino”.