Y Gallardón se queda sólo una vez que la líder de la ultraderecha francesa Marine Le Pen ha declarado que nunca apoyaría en Francia una ley como la que defiende Gallardón y el PP en España.

Así las cosas el PP se queda sin un solo aliado europeo que defienda sus ataques a los derechos de las mujeres, y se coloca incluso sin ningún pudor a la derecha de la ultraderecha francesa, dejando a Marie Le Pen como una política “moderada”

Lo han conseguido, se ha convertido en “la última reserva moral del conservadurismo más reaccionario”.

En una “especie de extinción” de la política que desprecia los derechos de las mujeres y se alinea exclusivamente con el Opus Dei y la jerarquía eclesiástica española. Esa misma jerarquía eclesiástica que abochorna incluso a los creyentes con declaraciones tan tremendas como las del nuevo cardenal español  Fernando Sebastián, que afirma que la homosexualidad “ es una deficiencia que se puede normalizar con tratamiento”. Y es que lo que parece que no tiene tratamiento es la estulticia de uno y otro.

El otro, el protagonista principal de este artículo, Gallardón, perdió del todo los papeles ayer en sesión de control y además de comparar el aborto con la esclavitud, afirmó que mi grupo, el Grupo Socialista, si es capaz de legislar contra los no nacidos lo podremos hacer mañana contra los nacidos. Además de lo repugnante que es  la insinuación de Gallardón de que si estás a favor del derecho a decidir de las mujeres puedes estar a favor de cualquier asesinato, además de lo despreciable u abyecto de insinuar que una mujer que aborta es una asesina en potencia, esto demuestra que el señor ministro ha perdido el norte… Bueno, el norte, el sur, el este y el oeste. Tal grado de vileza  lo incapacita para seguir al frente del Ministerio de Justicia pero me hace recordar que no es el primero del Consejo de Ministros que hace unas declaraciones parecidas. Porque nada menos que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, dijo el mayo pasado que, y cito textualmente “el aborto y ETA algo tienen que ver, pero no demasiado. Y ahí sigue, sentado en el Consejo de Ministros.

No voy a entrar en quien toma decisiones en contra de la vida de los nacidos, ni en el copago a los enfermos crónicos, ni en la ley de dependencia, ni en retirar la tarjeta sanitaria a los españoles que se van a buscar un trabajo a otro país. Pero sí voy a recordar que en España los inmigrantes en situación irregular no tienen derecho a la asistencia sanitaria. Voy a recordar que en España existe apartheid sanitario, contra el que ha luchado con uñas y dientes, entre otros, mi grupo parlamentario. Y que ese apartheid sanitario aparte de mucho sufrimiento ya ha costado ya la vida de una persona, Alpha Pam. Así que no, que no es “la vida” del cigoto lo que les preocupa sino acabar con los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Patricia Hernández es diputada socialista en el Congreso

En Twitter es @PatriciaHdezGut