(Por Enrique Benítez, parlamentario socialista por Málaga)
Los aficionados a la política descubrimos hace ya varios años a George Lakoff. Lo introdujo en España José Andrés Torres Mora, que fuera jefe de gabinete de Zapatero, y recuerdo que fue Soledad Gallego Díaz, a través de su glosa en El País la que dio el pistoletazo de salida para que todo el mundo comprara y hablara de aquel librito, “No pienses en un elefante”. Algunos incluso lo leímos.

Lakoff y su teoría de los marcos estuvo muy presente en el debate de investidura de Susana Díaz Pacheco como Presidenta de la Junta de Andalucía. Y lo hizo de la mano del Partido Popular y de Juan Ignacio Zoido, que trató de establecer dos grandes marcos en un debate que tanto PSOE como IU aprovecharon para reivindicar las políticas de izquierda de la Junta de Andalucía, la necesidad de seguir apoyando a las víctimas de la crisis, y no a sus causantes (61.000 millones de euros de dinero público se han destinado por ahora en España a sanear el sistema financiero) y por supuesto a resaltar la buena salud del pacto de gobierno, que proporciona estabilidad a Andalucía en un momento de obligada necesidad de la misma.

En este contexto, el Presidente del Partido Popular de Andalucía trató de fijar sus propios marcos: por un lado el caso de los EREs, del que ya se ha dicho en repetidas ocasiones que marca de manera obsesiva la agenda del PP andaluz. Y por otro la legitimidad del proceso de elección de Susana Díaz como Presidenta de la Junta de Andalucía, llegando a utilizar en los días previos al debate palabras tan despectivas, excesivas y fuera de lugar como “farsa” o “aberración”. El honor de recurrir a la aberración le corresponde a Carlos Rojas, portavoz parlamentario.



Así que Zoido habló de corrupción con Arenas allí sentado y circunspecto, lo que básicamente supone mentar la soga en casa del ahorcado. Y sobre todo supone mantenerse aferrado a un escándalo que la nueva Presidenta de la Junta de Andalucía ha prometido combatir con todas sin fuerzas, dejando sin recoger el guante lanzado por la candidata de hacer públicas las cuentas del PSOE-A y del PP-A en un plazo de diez días, o la propuesta de mostrar a todos las declaraciones de la renta y de patrimonio de la propia Díaz, de Griñán, de Zoido, de Arenas y de sus cónyuges, una idea que a Javier Arenas no le hizo demasiada gracia, a la vista del entusiasmo de su expresión facial.

Y si Zoido patinó al agarrarse al mismo esquema de todos los debates, más lo hizo al cuestionar el procedimiento. Porque al hacerlo cuestionó la legalidad vigente, la Constitución española, el Estatuto de Autonomía para Andalucía y la soberanía del Parlamento. Pero no solo eso. Al pedir la convocatoria de elecciones anticipadas –tuvo que recular y reconocer en su intervención que la investidura era legal pero carente de “ética política”- puso de manifiesto él solo, sin ayuda de sus compañeros, la ausencia de candidatura de su propio partido, que se limitó a votar en contra de Susana Díaz porque llegó al Parlamento de Andalucía sin un referente al que respalda.

Así que Zoido, con su intervención, descolocó a su propio grupo y metió el dedo en la llaga supurante de un partido político sin liderazgo, a merced de su dirección política nacional, sin autonomía y convertido en un peón más de la cainita guerra interna del PP por hacerse con los restos del poder tras el estallido del caso Bárcenas. Hay quien dice que Cospedal está esperando la imputación de su otrora amigo, Javier Arenas, para hacer y deshacer a su antojo en el PP andaluz. La misma que ayer en el Debate del Estado de Castilla La Mancha anunció la desaparición de su Cámara de Cuentas –allí se llama Sindicatura de Cuentas- para ahorrar dinero, evitar duplicidades y de paso –esto lo digo yo- entorpecer la investigación de la donación de 200.000 euros de un empresario al PP toledano. La misma que en su declaración ante el juez Ruz dejó en evidencia a Mariano Rajoy y sus mentiras del 1 de agosto. La que habló sin pudor de “simulación” y de “salario diferido” cuando trascendió el despido de Bárcenas.

Entregado a Cospedal y a sus ambiciosos tejemanejes, Zoido hizo evidente que lo único a lo que aspira es a tratar de mantener la Alcaldía de Sevilla. Pidiendo elecciones anticipadas mostró a la sociedad andaluza su transparente interinidad. Ninguneando a su grupo parlamentario y haciendo caso a algún asesor de poco fuste, dio el pistoletazo de su propia cuenta atrás. Él mismo enseñó a todos su etiqueta con la fecha de caducidad.

Andalucía tiene nueva Presidenta, Susana Díaz Pacheco, tiene un nuevo tiempo ante sí. Con un firme compromiso de evitar los errores del pasado, y con un sólido Pacto de Gobierno con Izquierda Unida, se mantendrán las políticas sociales y los presupuestos de 2014 serán de nuevo sensibles a la educación y a las necesidades de las personas. Así lo han querido los andaluces y así ha sido, con esa normalidad democrática tan silenciosa y callada, y sin embargo tan eficaz.

 

* Enrique Benítez es diputado socialista por Málaga en el Parlamento andaluz