Dormir en pareja puede ser un sueño. O una pesadilla, depende del colchón. Porque compartir cama no debería equivaler a compartir trauma financiero. Si ya estáis dividiendo alquiler, factura de la luz y la suscripción de Netflix (con discusión incluida sobre quién ve qué), que el descanso no se convierta en otro motivo de estrés económico.
Bienvenid@s al universo de los colchones baratos para parejas: donde el amor no se mide en euros y donde dormir bien juntos no requiere empeñar la Play ni el bolso de marca.
¿Colchón de matrimonio o boda en Las Vegas?
Existe un mito muy rentable (para las marcas, no para ti): que los colchones de matrimonio deben costar como una boda con fotomatón y barra libre. Error. Dormir con tu pareja debería ser más barato que organizar una escapada romántica a Albacete.
Porque sí, el tamaño importa, pero no debería duplicar el precio. En sitios como What The Sleep, un colchón de 135x190 (la medida preferida por quienes aún pagan alquiler y no tienen vestidor en el baño) tiene el mismo nivel de calidad que sus hermanos mayores de 160 o 180. Solo cambia el número. No la tecnología.
¿Qué nos venden realmente?
La industria del descanso está llena de misterios tipo Área 51:
- ¿Por qué un colchón para dos cuesta como tres?
- ¿Por qué si lo compráis juntos, parece que pagáis separados y con recargo?
- ¿Por qué hay “tecnología para dos” que parece diseñada para cuatro siameses?
La verdad es que muchos colchones inflan sus precios simplemente por ser grandes. Pero un buen colchón de pareja no debería tener “impuesto del amor”. Y mucho menos el IVA del “te vas a arrepentir si compras barato”.
¿Dormir bien juntos sin drama económico? Se puede.
La clave no es gastar más. Es gastar mejor. Aquí van algunos trucos y realidades que pueden cambiar tu forma de comprar un colchón:
Mismo colchón, diferente tamaño ≠ doble precio: en What The Sleep, esto es una norma. No se paga extra por querer dormir pegadito. Se paga lo justo.
Tecnología para dos sin precio para cuatro: espumas de alta densidad, muelles ensacados, independencia de lechos (sí, esa cosa mágica que evita que sientas que tu pareja está bailando zumba mientras tú intentas dormir)… Todo esto sin hipotecar la cuenta conjunta.
100 noches de prueba: porque el primer mes puede ser raro. Para el colchón y para la relación. Aquí puedes probar si os vais bien... y si el colchón también.
Made in Spain: nada de esperar 3 meses a que venga en barco desde China. Aquí se fabrica en España. Lo que reduce tiempos, dramas logísticos y precios inflados.
Montaje incluido: sí, os ahorraréis discutir porque las instrucciones vienen en otros idiomas. Aquí te lo suben, te lo colocan, y tú solo tienes que decidir de qué lado duerme cada uno (spoiler: da igual, acabarás en la esquina).
Crónica de un montaje sin divorcio: porque sí, lo normal cuando llega el colchón nuevo es esto:
- “¿Por qué no lo has subido tú si estaba en la entrada?”
- “¿Tú has leído las instrucciones?”
- “¡Lo estás poniendo al revés!”
En What The Sleep, eso no pasa. Porque te lo suben, te lo colocan y te lo dejan listo para tumbarte con la dignidad intacta. Tú solo eliges si abres una birra para celebrarlo o haces la cama directamente. Montaje incluido = paz en el hogar.
¿Por qué esta medida (135x190) sigue siendo la reina del descanso compartido?
Te lo explicamos:
- Porque cabe en la mayoría de habitaciones de alquiler sin necesidad de tirar una pared.
- Porque es el equilibrio perfecto entre espacio y abrazos.
- Porque no necesitas sábanas especiales de la NASA.
- Porque se fabrica más = se abarata más.
Además, muchos colchones de 135 tienen la misma capa de confort que los de 160 o 180. No son versiones “light”. Solo son más compactos. Como una pareja que comparte auriculares en el metro.
Trucos para ahorrar y “mimir” bien en pareja
Te los contamos:
1 Compra cuando nadie está pensando en colchones (spoiler: enero y junio).
2 Fíjate en el núcleo. Huye del marketing y mira si tiene HR de alta densidad o muelles ensacados reales.
3 Independencia de lechos = dormir sin notar que tu pareja va al baño tres veces por noche.
4 Protector sí o sí. Alarga la vida útil y evita dramas con café derramado o vino del viernes.
5 Piensa a largo plazo. Uno barato que te dura 8 años vale más que uno caro que a los 3 ya cruje.
Mitos que necesitan irse a dormir
Estos son algunos de los mitos que queremos derrumbar:
- “Colchón de matrimonio = precio de matrimonio”
El amor no debería costar un riñón. Ni un colchón.
- “Si es barato, acabaréis durmiendo separados”
Spoiler: muchas parejas ricas también duermen separados. El precio no une.
- “Necesitas gastar 1000€ mínimo para dormir bien”
No. Necesitas elegir bien. No más caro.
- “Los baratos no aguantan dos personas”
Los buenos sí. Y los puedes encontrar sin dejar el sueldo.
- “Calidad de pareja = precio de pareja”
La calidad no se mide por lo que pagas, sino por cómo descansas.
Errores clásicos al comprar colchones de pareja baratos
Buscar colchones baratos es inteligente. Pero ojo, que barato y mal elegido puede acabar costando más… en dinero y en discusiones nocturnas. Aquí te dejamos un recopilatorio de errores clásicos que se repiten más que el ajo:
- Comprar por impulso en un súper o tienda de muebles random: es tentador llevarse el colchón junto con la estantería que ibas a comprar. Pero si cuesta 89 €, viene enrollado como un wrap y huele a plástico durante 2 semanas, probablemente no sea la mejor base para vuestro descanso ni para la relación.
- Ignorar el núcleo: lo que va dentro del colchón no se ve… pero se siente. HR de baja densidad, muelles bonell que hacen más ruido que el ascensor viejo de tu edificio o espumas que se deforman al tercer mes. Todo eso es lo que quieres evitar. Preguntar qué lleva dentro no es de pesados. Es de listos.
- No comprobar la garantía: si el colchón no tiene al menos 2 años de garantía, es que ni la marca confía en él. En What The Sleep hablamos de colchones con garantía real, de esas que no desaparecen cuando el colchón se hunde por el lado donde duerme el que da más vueltas.
- No mirar la independencia de lechos: lo hemos dicho antes, pero lo repetimos: si una persona se mueve y la otra se despierta, eso no es dormir en pareja. Es vigilia compartida. Asegúrate de que el colchón tenga esa maravillosa independencia que permite moverse sin sacudir al otro como un cóctel.
- Las 100 noches de prueba, no es marketing, es supervivencia: pocas cosas ponen a prueba una relación como montar muebles juntos o compartir un colchón nuevo. Por eso, las marcas que permiten probarlo durante 100 noches no están haciendo un favor. Están siendo lógicas.
Durante esos días, notarás si el colchón:
- Soporta bien el peso conjunto (sin hundimientos traicioneros)
- Disipa el calor (porque dos personas en julio = sauna)
- Te permite moverte sin despertar a tu pareja (o al gato)
- Mantiene la firmeza sin convertirse en una colchoneta de piscina
Consejo What The Sleep: apunta lo que notáis los primeros días. ¿Molestias en la espalda? ¿Demasiado blando? ¿Te despiertas más veces que antes? Haz un seguimiento. Es como un test de compatibilidad, pero con espuma viscoelástica.
Y si no os va… ¡lo devolvéis! Sin dramas, sin lloros. Se recoge y a otra cosa, mariposa. Mejor cambiar de colchón que de pareja.
Porque el amor no debería costar un riñón
Dormir juntos es uno de los placeres más bonitos de estar en pareja (cuando no hay ronquidos, claro). Pero no debería implicar vender tu bici o cancelar las vacaciones. El descanso compartido no es un lujo. Es un derecho.
En What The Sleep creen que “mimir” bien es para todo el mundo. Sin importar el presupuesto. Sin dramas. Sin postureo de hotel cinco estrellas. Solo tú, tu pareja y un buen colchón.
Así que ya sabes: si estás buscando un buen colchón de pareja, sin pagar el doble por compartir cama, estás en el sitio correcto. Porque en esta cama caben dos... pero el sobrecoste se queda fuera.
- Dormir en pareja sin arruinarse: aprobado.
- Romper el mito del “colchón burgués”: logrado.
- “Mimir” bien sin perder la dignidad económica: misión cumplida.
PD: Si estáis dudando entre comprar el colchón o salir a cenar… ¡haced las dos cosas! Porque dormir bien y vivir bien no son excluyentes. Solo hay que saber elegir.
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