La aparente vuelta de Juan Carlos I a España ha levantado multitud de elucubraciones sobre cómo será la vida del monarca. Sin duda, sería una vida mucho más diferente a la que dejó antes de marcharse a Abu Dhabi.

Sin embargo, solo un nutrido grupo de personas que conocen al dedillo los entresijos del Estado pueden explicar cómo será esta vida, marcada en los últimos meses por numerosos escándalos sexuales y económicos.

Es el caso de Amadeo Martínez Inglés, coronel retirado del Ejército, que narra en su libro Juan Carlos I. El rey de las cinco mil amantes (Chiado Editorial) las aventuras con otras mujeres del monarca. Según contaba a ElPlural.com hace un año, le costó mucho que el libro viera la luz, ya que, aunque hubiera muchas editoriales interesadas en su investigación, ninguna se había atrevido a publicarla. Además, ahora ha escrito una novela que trata de arrojar luz sobre el atentado que acabó con la vida de Carrero Blanco.

PREGUNTA: ¿Si Juan Carlos I volviera a España, acabarían las noticias sobre su vida extramatrimonial?

RESPUESTA: No lo creo en absoluto. El tema del Borbón emérito se ha convertido ya por derecho propio en un asunto recurrente que, como es lógico, pues afecta al que fue todo un rey de España y tiene un alto interés para la ciudadanía. Y que exhala morbo, mucho morbo cuando hablamos de su vida extramatrimonial que, como todo el mundo sabe ya en estos momentos, fue bastante exuberante por no decir demencial y patológica.

Pienso que las noticias sobre su vida extramatrimonial continuarán en el tiempo vuelva o no vuelva a España. Hasta que su cuerpo serrano (y trabajado en exceso) emprenda el camino hacia El Escorial… si es que el Gobierno español autoriza que su descanso eterno sea en tan fastuoso escenario histórico español.  

P: Usted siempre ha sido crítico con la reina Sofía. ¿Cómo le puede sentar que Juan Carlos I vuelva a España?

R: La reina Sofía y el rey Juan Carlos llevan muchos años odiándose fuertemente y en secreto. Apenas han trascendido a la opinión pública (aparte de algunos pequeños asuntos puntuales de carácter doméstico) el altísimo grado de desconfianza y desamor que prácticamente desde su matrimonio, y en especial desde el nacimiento de su hijo varón cuando ya no iban a necesitarse para nada el uno al otro, ha existido entre ambos. Que los dos han tratado de minimizar por intereses bastardos propios.

Por lo tanto, en la situación que padece el Borbón en la actualidad (que se parece mucho al del árbol caído del que todos hacen leña) ella se encuentra cómoda y no creo que desee para nada que vuelva a España y, desde luego, mucho menos al palacio de la Zarzuela.

P: Según Pilar Eyre, Juan Carlos no pasaba la Nochebuena en Zarzuela sino en un domicilio cercano con Corinna. ¿Cómo vivían desde su puesto las relaciones de la Familia Real? ¿Habría más historias ocultas de Juan Carlos y otros miembros de la familia?

R: Como acabo de decir, desde el nacimiento de Felipe de Borbón, la vida matrimonial de la pareja Borbón/Grecia no ha existido para nada. Solo para el protocolo y el paripé que exigían las circunstancias del alto puesto que ostentaba el primero. Y en Nochebuena y Navidad las cosas no cambiaban en absoluto y lo que trascendía al gran público era algún beatífico comentario de carácter social lanzado al mundo por sus entornos palaciegos. Él, el rey, el inviolable y todopoderoso monarca elevado por el dictador Franco a la más alta magistratura de la nación española, estaba siempre a lo suyo, a pegarse la gran vida sin respetar ni vidas ni haciendas ni nada de nada de sus despistados y tragones súbditos. Y en esas tradicionales fechas que acabo de comentar su vida estaba con su amante del alma, que la tenía a su vera, a escasos metros de su domicilio conyugal y con la que hacía una verdadera vida de matrimonio muy bien avenido despreciando olímpicamente a la esposa de jure, la por otra parte cínica Sofía que tragaba todo lo que tenía que tragar y más con una beatífica sonrisa.

P: En los últimos días Juan Carlos ha tenido un contacto estrecho con Rafa Nadal y ha habido varios positivos a su alrededor. ¿Cree que de dar positivo se ocultaría a la sociedad?

R: Este hombre es tan malo, tan caradura, y por ende tan inviolable… que no pueden con él ni los virus. En teoría debía de estar contagiado con el famoso agente virológico “ómicron” después de compartir mesa y mantel con Rafa Nadal, pero parece que de momento se está librando a pesar de su edad biológica, todavía mucho más alta que la cronológica (84 años) dada la ajetreada vida que ha llevado el sujeto. Si finalmente contrae la enfermedad no veo ningún motivo para ocultar semejante acontecimiento y que no sea noticia destacada en los medios españoles.

P: Usted ha afirmado que Juan Carlos tiene una vida sexual activa, ¿cómo podrá mantenerla en España cuando vuelva? Tendrá todo el foco público encima.

R: Este emérito de marras (yo ya lo he dicho por activa y por pasiva en libros y artículos) ha sido un depredador sexual, un adicto al sexo de carácter patológico que se ha aprovechado de su estatus y de su impunidad constitucional para satisfacer todos sus bajos instintos. Sí, sí, los bajos, los de la entrepierna… pero también los de más arriba, los del estómago (sus menús nunca hacían ascos al jamón de Jabugo y al Vega Sicilia) y los financieros y acumuladores de capital. Pero este hombre no deja de tener 84 años y su vida sexual está de capa caída aunque eso no quiere decir que haya tirado la toalla del todo. La cabra tira al monte y si vuelve, cosa que yo no creo en el corto/medio plazo, siempre encontrará la forma de satisfacer la tiranía sexual que le ha perseguido durante toda su vida.

P: ¿Cree que debe volver?

R: No, en absoluto, este hombre no debe volver. Ni en el corto plazo ni en el largo. Sería muy peligroso que lo hiciera. Es una especie de bomba con espoleta de retardo, un producto humano tóxico, un posible generador de un auténtico tsunami de carácter republicano… que les puede estallar en plena cara tanto a su hijo, el tontorrón Felipe, al Gobierno de la nación, a la institución monárquica en su conjunto y a toda España en general, auspiciando una crisis de Estado que con toda probabilidad llevaría definitivamente a este país a la III República. La institución monárquica en España está muerta, solo falta enterrarla, que alguien coja la pala para darle la primera paletada y ese alguien podría ser la despreciable figura del emérito descendiendo, bastón en mano, del avión que lo había traído a Madrid.

Por otra parte, si lo hiciera debería ir de cabeza al Tribunal Supremo y no solo por las investigaciones sobre sus devaneos pecuniarios sino por otras mucho más importantes: por su presunto delito en la muerte de su hermano Alfonso fallecido por un certero disparo de su pistola personal siendo un caballero cadete de 18 años de edad y experto en toda clase de armas portátiles; por el pacto secreto con Henry Kissinger, secretario de Estado americano, en 1975, siendo jefe de Estado en funciones, para la entrega humillante y traicionando al Ejército y a España de la provincia del Sahara Occidental (300.000 kms y rica en fosfatos, petróleo y gas) a Marruecos; por la guerra sucia del GAL de la que tuvo conocimiento por el CESID y no hizo nada por evitarla; de los pagos millonarios a sus amantes a cargo de los fondos reservados de Presidencia, Defensa, Interior y CESID; y de algunos asuntos turbios más que deberían llevarlo, tras su llegada, a  prisión.

P: En su próximo libro habla de los motivos de la muerte de Carrero Blanco. ¿Qué se puede esperar el lector? ¿Cuándo estará a la venta?

R: Sí, tras años de investigación y estudio sobre la muerte del almirante y presidente del Gobierno, Carrero Blanco, y coincidiendo con su 48 aniversario, acabo de publicar el libro titulado Fue la CIA, estúpidos. En él demuestro fehacientemente que no fue ETA la causante del magnicidio sino la CIA estadounidense, comandada en diciembre de 1973 por el secretario de Estado yanqui, Henry Kissinger. Lo he publicado, porque creo que ya es hora de que el pueblo español sepa la verdad sobre tan luctuoso acontecimiento histórico y que los poderes públicos españoles dejen de mirar para otro lado (para no acusar de ello a la nación americana) y reconozcan a los verdaderos protagonistas de tan bárbaro asesinato: “Que fue la CIA, coño”, como diría el señor Casado.