Es muy duro y muy triste. Pero no nos dejemos engañar. Los ataques salvajes de la derecha, los más recientes y los que llevan realizando desde hace años, no son solo contra Pedro Sánchez, son contra sus políticas de avances sociales y mejora de derechos de los españoles. Los ataques brutales del PP no son solo contra las siglas del PSOE, sino contra sus políticas de mejora y fortalecimiento del Estado del Bienestar para la clase media trabajadora.

Son ataques contra millones de ciudadanos y ciudadanas que se benefician de políticas que han mejorado sus vidas: trabajadores que ahora cobran un salario más digno; pensionistas con prestaciones más altas; jóvenes con más becas; mujeres con más empleo y familias con más estabilidad; trabajadores con una jornada más reducida; donde se combate la pobreza infantil con el Ingreso Mínimo Vital; con mayores recursos para construir VPO y bajar el precio de la vivienda; con ayudas a los jóvenes para acceder a una vivienda; con el aumento del permiso de paternidad; con millones de euros para ayudar a empresas y ERTE para trabajadores durante la pandemia y con más millones para los afectados por la DANA o el volcán de La Palma. El PP nunca lo habría hecho. Se puede decir más alto, pero no más claro.

Estos días, una mujer mayor me decía que ni se nos ocurra convocar elecciones, que ahora ganaría Feijóo y que volverían a congelar las pensiones, como hicieron cuando gobernó Rajoy. Ella lo tiene muy claro.

Pero este ataque terrible por tierra, mar y aire de la derecha mediática, económica y política, el peor en toda la historia de la democracia, también tiene como objetivo acabar con el impuesto a los bancos, a las grandes energéticas, a los millonarios. Y terminar con cualquier bajada en los precios de la vivienda.

No voy a entrar en el y tú más. Pero creo que habrá que contar las cosas. No he escuchado a nadie del PP pedir perdón por un caso de corrupción. No les he visto jamás avergonzados. No los he visto jamás dar la cara y comparecer en rueda de prensa para dar explicaciones. Recordemos que Rajoy para dar explicaciones sobre Bárcenas, lo hizo a través de una televisión de plasma y sin aceptar una sola pregunta de los periodistas. Ellos ante esta situación siempre actúan con prepotencia.

No voy a entrar en el y tú más. Pero si recordaré a Casado, al que echaron del PP por denunciar una presunta corrupción. Y recordaré el Gobierno de Aznar, donde 12 de sus 14 ministros terminaron imputados, implicados o cobraron sobresueldos. ¿Y qué pasó? Nada. Sus votantes les siguen votando religiosamente. La corrupción jamás les ha pasado factura al PP.

No voy a entrar en el y tú más, pero no voy a aceptar lecciones morales de un partido responsable político de 7.291 muertes en las residencias de Madrid, que incluso falta el respeto a los familiares de los fallecidos; jamás aceptaré lecciones morales de quien cuando su pueblo tenía el agua al cuello estaba en El Ventorro divirtiéndose y sin preocupaciones, donde no ha asumido ninguna responsabilidad de los más de 200 muertos; ni tampoco de un gobierno andaluz donde los “pufos” en sanidad están a la orden del día.

No es lo mismo un partido, que ante un presunto caso de corrupción anuncia la puesta en marcha inmediata de una auditoría externa de las cuentas del partido, que otro, que destroza a martillazos los discos duros de su sede, para que nadie sepa la realidad de lo que había dentro.

Manzanas podridas hay hasta en las mejores familias. La diferencia es cómo se actúa ante estos casos. En el PSOE se pide perdón, se coge la manzana podrida y se la expulsa del cesto en el primer minuto. En el PP, no sólo no se la echa, sino que en muchos casos recogen manzanas podridas de otros cestos para incluirlas en el suyo.

El PSOE es un partido que tiene 146 años de historia, con una militancia muy amplia, con muchos cargos y puede ocurrir que una “oveja negra” meta la mano. Lamentablemente ocurre. ¿Es doloroso? Mucho. ¿Es grave? Mucho. ¿Hace daño a los que queremos y defendemos al PSOE? Mucho. Quienes nos votan tienen todo el derecho y más a estar enfadados por estos lamentables comportamientos. Pero siempre tendrán la garantía de que en el PSOE se actúa desde el minuto uno y se les expulsa inmediatamente.

Los socialistas somos diferentes. Siempre lo hemos sido. Si alguien ha metido la mano, y la justicia lo considera culpable, si esto ocurre al final… deseamos que se le condene a la mayor pena, la más dura, por traicionar la confianza de los ciudadanos y engañar a los y las militantes socialistas.

Y cuando se acusa al máximo responsable de tener que saberlo, me surge una reflexión: hay quien pasa toda tu vida con su pareja y no se entera de que le está engañando. O tu propia familia, donde se lo das todo y crees en su amor eterno, y resulta que te terminan traicionando. Si esto ocurre en la vida diaria, ¿Cómo puedes saber todo lo que hace un compañero del partido?

Y hasta aquí la flagelación. Porque la persecución de la derecha mediática, económica y política es brutal, sin piedad, sin límites, dispuesta a destrozarlo todo y dispuesta incluso a llevarse la democracia por delante, si no consiguen ser ellos los que gobiernen el país.

Este es su objetivo. Gobernar el país. A cualquier precio. Porque quieren cambiar las políticas de nuestro país y aplicar los recortes y el destrozo de las políticas para la clase media trabajadora que está aplicando Ayuso en Madrid, Moreno Bonilla en Andalucía o Mazón en Valencia, mientras solo se premia y beneficia a los millonarios.

Los militantes socialistas, los votantes socialistas tiene derecho a sentirse mal y a estar noqueados ante los vergonzosos comportamientos de unas pocas manzanas podridas. Por supuesto. Pero esto no podrá ocultar el orgullo de nuestros 146 años de historia y de haber transformado nuestro país como nadie lo ha hecho. No nos apartemos del camino.

Insisto, no nos apartemos del camino. España progresa como nunca, tenemos los mejores índices de empleo y el paro más bajo en la historia, a pesar del PP. Crecemos económicamente por encima de todos los países de la OCDE y el Gobierno recibe parabienes permanentes de la prensa internacional. Si nos desviamos del camino, ¿qué nos queda?

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