El año tiene 365 días, pero parece que todo lo interesante se tiene que comprimir entre el 29 y el 30 de octubre de este año, en pleno aniversario de la DANA que costó 229 vidas humanas por la inacción de los gobernantes del Partido Popular valenciano. Unos gobernantes que debían haber protegido a sus ciudadanos, pero que no solo no lo hicieron, sino que su máximo dirigente, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se largó de comilina durante horas al Ventorro mientras a los suyos se les llenaban los pulmones de barro.

Y si el PP de Alberto Núñez Feijóo se ha quitado la careta, y ha puesto la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Senado por el caso Koldo el día 30, este lunes nos hemos amanecido con que el magistrado de esa causa en el Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, ha decidido llamar a declarar a dos trabajadores del PSOE el 29…sí, el 29, el día del aniversario. Sí, que los medios de derechas abran con eso y no con el aniversario. Sí, volvamos a dejar a las víctimas en la cuneta.

Señores y señoras lectores, ya les digo que los defensores de las togas dirán que la Justicia lleva sus tiempos, que no se fijan en la actualidad, que la fecha nada tiene que ver con opacar el aniversario de la tragedia. A lo mejor es cierto que Puente es el único juez que no ha puesto la televisión en el último mes, pero ya les digo que no me lo creo, que esto es indecente, y que Puente se ha cubierto de gloria por no decir una barbaridad. Vuelvo al principio de este texto, el año tiene 365 días. Puente podría, perfectamente, haber puesto la declaración la semana siguiente pero claro, qué mal le vendría al facherío patrio que se juntara el inicio del juicio al fiscal general del Estado con la declaración de los trabajadores de Ferraz.

No, claro, es más sencillo seguir dejando de lado a las víctimas de la DANA. Otra vez ninguneadas. Otra vez vilipendiadas. Pero esta vez es más sangrante si cabe, pues es un juez con su toga y sus puñetas, y desde ese pedestal de superioridad que le otorga ser magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, el que quiere hurtarles ese protagonismo que se han ganado, literalmente, con la sangre de los suyos.

Hemos perdido el oremus hasta unos límites insospechados. Pero es que esto es indecente como poco, y se lo dice, lectores, alguien que ha defendido a Puente hasta ahora. Pero estamos hablando de un señoría que se ha pasado la separación de poderes por el forro de la toga. Un señor que no ha tenido mejor idea que, vía auto, decirle al legislador lo que tiene que hacer. Un señor que si Montesquieu levantara la cabeza se volvía a morir.

Y aquí estamos, a poco más de una semana del aniversario, con las familias de 229 personas viendo cómo se las trata peor que a un perro callejero. Algún día, dentro de muchos años, se estudiará en las facultades todo esto que está sucediendo, y espero que la historia trate a cada uno cómo se merece. Y, desde luego, sobre Leopoldo Puente espero que se diga que este lunes 20 de octubre firmó la providencia más asquerosa e indecente que he visto en muchos años de oficio tribulero.

Señor Puente, señor magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, solo le deseo una cosa, y es que espero que la vida le de el disgusto de ponerle delante algún día a Dolores, a Toñi, a Rosa o a Ilosva. Espero que ellas le pregunten cómo fue capaz de ser tan poco empático y miserable. Y espero que le mude el color de la cara, es lo mínimo que debería sucederle después de lo que ha hecho hoy.

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