La invasión a Ucrania ha visibilizado las consecuencias fatales que trae consigo cualquier conflicto bélico. Esto es positivo, pues todo cuanto sirva para concienciar a la sociedad y poder prestar ayuda a aquellas personas que lo necesitan siempre en bienvenido. Sin embargo, la guerra provocada por Putin ha de servir también para poner de manifiesto que los conflictos bélicos obedecen a una realidad que escapa a las fronteras europeas. En esas trabaja el Centro Sir(a), que busca prestar apoyo a quienes sufren episodios de tortura y/o violencia.

La organización celebra que “el compromiso ciudadano e institucional” con Ucrania “ha sido ejemplar”, pero pide que esa misma atención “sea igual de efectiva” con el resto de las personas migrantes que llegan a España. “El país tiene la obligación de equiparar esta respuesta al resto de personas vulnerabilizadas que ya residen en España o que han intentado llegar al país”, sostienen.

En esa línea, y poniendo un ejemplo sobre la mesa, Sir(a) pide al Gobierno que siga la hoja de ruta que empleó al poco de estallar la guerra en el país del este del continente, cuando el Ejecutivo anunció la regularización de toda las personas ucranianas -unas 112.000- que viven aquí. “Durante el año 2020, más de 80.000 personas solicitaron asilo en España, de las cuales solo se concedieron un 5%”, dicta el comunicado de la organización.

Crowdfunding contra la tortura

El centro opera en cuatro líneas de trabajo, siendo estas los peritajes judiciales, la atención clínica, la realización de informes para la documentación de las situaciones que denuncia y el apoyo a equipos, acompañado de formación e investigación a favor de las personas que han vivido episodios de torturas o malos tratos.

Ahora está realizando junto al Grupo de Acción Comunitaria (GAC) un proceso de micromecenazgo (crowdfunding) a través de la campaña Sigamos en Pie. Con ella, buscan principalmente luchar contra las torturas y otras formas de violencia que se siguen realizando en otros territorios. En palabras generales: ayudar a “construir un nuevo proyecto de vida” a quienes escapan del horror.

En concreto, esta última campaña busca conceder nuevas oportunidades a las personas víctimas de una realidad aún muy vigente y que Amnistía Internacional ha denunciado en más de 140 países en los últimos cinco años. Asimismo, y a pesar de que no se cuenta con cifras consolidadas sobre la incidencia de la tortura en el mundo, ACNUR estima que la han sufrido entre un 5% y un 35% de las personas refugiadas. Por su parte, el Fondo Voluntario de Naciones Unidas para Víctimas de Tortura (UNVFVT) advertía en 2017 de que dos tercios de los pacientes atendidos por la entidad eran personas migrantes.

La información sobre el proyecto habla incluso de lugares concretos y documentados en los que todavía se llevan a cabo estas prácticas, siendo algunos de ellos el campo de personas refugiadas de Moria, en la isla griega de Lesbos, las estaciones migratorias de México, y más recientemente en la Frontera Sur española.

Una realidad muy vigente y actual "aunque suene a Edad Media"

Pero no confundirse, y es que tal y como cuenta a ElPlural.com la directora del centro, Gabriela López, aunque es algo “que suena a Edad Media”, las torturas pueden darse de muchas maneras: “Ya no es tanto como era antes, que te meten en un sitio y te dan una paliza, hay muchas maneras de torturar o maltratar, también psicológicas”. Así, cuentan que dentro de nuestro país han prestado apoyo a personas que han sufrido persecuciones en redes sociales o que querían recuperar su vivienda. “Trabajamos con personas (de nacionalidad española o migrantes) que han sufrido una vulneración de los Derechos Humanos (DDHH) y que no han tenido protección por parte del Estado o ha sido el mismo Estado el que los ha explotado, véase víctima de trata, de explotación sexual, abusos policiales...”, detalla

La propuesta que concierne cuenta además con un vídeo en Youtube y en la página oficial de la asociación. El proyecto busca hacer del centro “un lugar sostenible y, con ello, garantizar el total acompañamiento psicosocial y jurídico” de estos usuarios. A algo menos de veinte días de que se cierre, Sir(a) y el Grupo de Acción Comunitaria (GAC) llevan recaudados casi 4.000 euros, siendo 10.000 el coste que esperan lograr como mínimo. “La respuesta en la primera fase son allegados. Es el curso normal del dinero (…). La segunda fase pasa por llegar a personas afines”, asegura López.

Lamenta, asimismo, que no siempre consiguen el objetivo que se plantean, y es que cuando se refieren a torturas experimentan “ciertas dificultades para llegar a la sociedad”. “Puede que el tema tenga una respuesta que no tienen otros crowdfundings, debido a una especie de resistencia social”, subraya.

Sin embargo, explica que todo el dinero que se logré irá destinado a la sostenibilidad del centro, por lo que la recaudación, por mínima que sea, no resultará en vano. “Todos los proyectos convergen en el equipo, de manera transversal. En esta ocasión el dinero irá destinado a la sostenibilidad del centro y para que la ayuda que en él se presta pueda llevarse a cabo”.

ElPlural.com habla con una víctima

ElPlural.com ha podido hablar con Mory, un joven de Guinea de 19 años que sale de su país cuando tiene 15, fomentado por la dictadura existente en él desde 2010. En el territorio africano ha tenido que presenciar cómo un grupo étnico asesina a su padre por un “problema de agricultura” y quema su casa.

A partir de ese momento, y consciente de que su madre -que sigue hoy en Guinea con la hermana de Mory- no se ve capaz de seguir haciéndose cargo de él, decide huir en busca de nuevas oportunidades. En esa travesía es capturado y torturado entre Mali y Argelia. Tras esto, pasa un tiempo en Marruecos, donde denuncia situaciones de persecución policial y racismo diario.

“Siempre nos tratan mal, nos venden a un grupo y nos dicen que llamemos a nuestras familias para pedirles dinero”, relata". “Nos pegan en la espalda", sigue denunciando Mory, "nos acompañan incluso al baño, hay una valla...”. Finalmente logran escapar porque se juntan con los demás grupos que están con en la misma situación y se enfrentan a los opresores. “Antes que morir preferimos luchar”, dice contundente.

Parece que todo empieza a mejorar cuando llega a España. Él “solamente quiere estudiar, trabajar y poder enviar el dinero que gane” a la familia que aún reside en Guinea. Empieza un curso de cocina después de que especialistas en salud mental evidenciaran que tenía un comportamiento consecuencia directa (eso sí, en ningún caso delictivo) de los episodios en los que ha estado presente. A ello se le suma la dificultad añadida de, como él mismo expone, aprender la cultura y demás del país.

No suficiente con todo lo que ha pasado, la policía le detiene en 2020 acusado de un robo con fuerza a unos menores y se le mete en prisión, en una cárcel para adultos a pesar de ser menor. “Al principio voy a comisaría con mi abogado y parece que queda todo aclarado, pero una semana después vienen a mi casa y me arrestan”. Después de un mes, la aportación de pruebas por parte de su abogado, e informes de Sir(a) que acreditan su vulnerabilidad, se le logra sacar de la cárcel. En marzo del año siguiente se consigue su absolución. El caso estaba mal estudiado por la policía y Mory fue falsamente acusado, ya que las pruebas que aportaron contra él no encajaban. “No había hecho nada, no tenían ninguna prueba”, recalca.

Actualmente celebra estar trabajando poniendo ventanas y aluminios, aunque todavía no ha conseguido el asilo. “Tengo mi pasaporte, todos los documentos, pero se me niega porque figura que sigo siendo menor, por lo que voy a pedir el arreglo social”, zanja.

Datos devastadores

Los datos son realmente preocupantes. Así las cosas, según ACNUR en el mundo hay 84 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas e intentar asentarse en otros lugares, por circunstancias ligadas a conflictos políticos, sociales, o de carácter ambiental. A ello se suma que más de 4.404 personas han sido víctimas en las rutas de acceso a nuestro país, según se desliga de las cifras que maneja la ONG Caminando Fronteras.

A esto se suma que Sir(a) ha acompañado en su proceso terapéutico y desde su creación en 2011 a más de 750 personas que han sufrido “experiencias traumáticas vinculadas a la violencia, los malos tratos y la guerra”.

Si quieres aportar a la causa, solamente tienes que entrar en su web, en el apartado Colabora y depositar la cuantía que quieras. Aquí aparece de manera detallada a qué se dedica cada inversión que se alcance. Asimismo, con cada aportación que se haga, el centro envía diferentes regalos de la campaña al contribuyente en forma de agradecimiento. Además, la cantidad real que cada cual invierta es menos, tal y como explica el centro, dado que Hacienda devuelve la mayor parte.