En 1994, la Agencia Espacial Europea (ESA), inauguraba una nueva misión con el lanzamiento al espacio del Heritage ERS-2: un satélite de dos toneladas y media. El objetivo, compartido con el lanzado tres años antes (ERS-1), no era otro que contribuir a la investigación y proporcionar más información sobre diferentes episodios naturales como han sido la reducción de hielo en los casquetes polares o la situación de un terreno afectado por una inundación. Ahora, tras tres décadas captando información sobre la Tierra y finalizar su vida útil en 2011, su trayectoria, modificada por la ESA, apunta que el satélite entrará de nuevo en la atmósfera esta tarde.

De momento, se desconoce el lugar exacto en el que el ERS-2 se desintegrará. En este sentido, uno de los ingenieros de sistemas especializado en basura espacial de la ESA, Benjamín Bastida, apunta que “la velocidad de caída depende de varios factores, como la radiación solar o las condiciones de la atmósfera en la órbita más baja, entre los 200 y los 100 kilómetros. Cuanto más nos acercamos al final, mejores predicciones somos capaces de hacer, descartando posibles zonas del impacto”.

¿Qué ha pasado con ERS-2 desde 2011?

Durante 13 años, este satélite ha seguido en el espacio, pero sin ninguna vida útil, es decir, ya no cumplía con las misiones que venía realizando desde su lanzamiento en 1994. En un primer momento, estaba previsto que solo funcionara durante tres años, pero esto se alargó hasta bien entrado el siglo actual. Desde la ESA decidieron llevar a cabo las maniobras necesarias para conseguir que el satélite tuviera un final digno y evitar así que quedara flotando con el resto de basura espacial.

En total, fueron 66 las maniobras que consiguieron reducir su altura de los 800 kilómetros hasta los 570. En este punto, se acabó su combustible, pero la gravedad hizo que siguiera aproximándose hacia la Tierra. Precisamente fue esta la que hizo que la distancia se fuera reduciendo progresivamente hasta llegar al día de hoy. Tal y como señalan desde la Agencia, por lo que respecta a la hora de reingreso del satélite hay una variación de 1,76 horas. Esta falta de precisión se debe a la influencia de una actividad solar impredecible, que afecta a la densidad de la atmosfera y, como consecuencia, a la resistencia que experimenta el satélite. A través de su cuenta de Twitter, la ESA ha informado de que existe una “buena oportunidad” de ver el satélite en zonas de Europa central alrededor de las 18:30.

Supervivencia al impacto 

Este satélite fue ideado en los noventa. Esto es precisamente lo que justifica que, aunque la gran parte de sus componentes se van a desintegrar con el propio roce con la atmósfera, hay una alta probabilidad que algunas partes de este puedan sobrevivir al impacto.

Mirko Albani, director del programa Heritage Missions, ha señalado que: “Nuestros modelos indican que partes como los tanques de combustible, hechos de titanio, o trozos de los paneles, podrían resistir; pero lo más probable es que restos de la antena y su estructura de soporte, las partes más grandes, sean las que perduren”.

A pesar de esta realidad, desde la Agencia apuntan que es un buen final ya que, si no se hubieran realizado las maniobras, el satélite habría quedado como una enorme pieza de basura espacial.  “Lo que regrese de este satélite será una pequeña porción de esas dos toneladas y media”, ha señalado Tim Flohrer, director de la Oficina de Basura Espacial de la ESA.

Otras maniobras de desvío

Esta no es la primera vez que la ESA desvía una trayectoria. En julio del año pasado, Aeolus, protagonizó la primera reentrada en la atmósfera. La Agencia consiguió que los restos acabaran sobre la Antártida, utilizando lo que le quedaba de combustible. Aunque esta suerte no la comparte el ERS-2, es cierto que ambos un mínimo nivel de riesgo para la vida humana. 

Seguimiento en directo

Para seguir en directo el recorrido del satélite, el canal de YouTube "The Launch Pad" está emitiendo un vídeo en el que se puede seguir minuto a minuto la trayectoria. Con esto se calcula, aunque no de forma oficial, que el satélite tendría el tamaño de un autobús escolar.