La Gran Residencia de Madrid, de los mayores centros públicos de la región con más de 400 ancianos residentes, fue uno de los más golpeados por la primera ola de coronavirus con decenas de muertos. La gestión de su directora fue puesta en tela de juicio por trabajadores que estaban y siguen en la primera línea, y de hecho, esta responsable tendrá que declarar ante la Justicia, el próximo 26 febrero, acusada de homicidio imprudente. Hace dos semanas se produjo un nuevo brote que dejó patente que las cosas no han mejorado: residuos de materiales contaminados se acumulan desde hace días en uno de los baños de un módulo y en otro cuarto sigue amontonada, desde hace meses, la ropa de personas fallecidas.

Los residuos, mascarillas, ropa sucia y otros materiales usados con residentes enfermos fueron dejados en el módulo que se ha puesto en cuarentena, donde siguen con su día a día los ancianos. “Uno de los baños, el de mujeres, se ha usado para almacenar en bolsas rojas ese material”, explica una técnico en Cuidados de Enfermería.

Bolsas rojas donde se acumulan los residuos contaminados durante días en la Gran Residencia

Bolsas rojas donde se acumulan los residuos contaminados durante días en la Gran Residencia

En el mismo módulo, en un cuarto que las trabajadoras llaman “limpio”, donde se guarda material para los residentes, como pañales, se amontona desde hace meses la ropa de ancianos fallecidos en unas bolsas azules.

Hace dos semanas, la residencia sufrió un nuevo brote, tras el positivo de una trabajadora. Se hicieron PCR a los residentes y tres de ellos dieron positivo, así que el módulo donde se encontraban, de los tres con que cuenta la residencia, fue puesto en cuarentena.

Los ancianos no tienen mesas donde comer

Se suspendieron las visitas de los familiares y los ancianos permanecen en sus habitaciones sin poder salir. “No están bien, preguntan si hemos hablado con sus hijos, que por qué no vienen a verles. No pueden salir al comedor y tienen que comer en sus mesas de noche”, explica la técnico en Cuidados de Enfermería.

Hay ancianos que cognitivamente no están bien y no entienden por qué están encerrados. “Si no se mueren de covid, se van a a morir de pena”, lamenta esta trabajadora.