El embarazo es una etapa llena de emociones, cambios y expectativas, pero también puede venir acompañado de riesgos para la salud de la madre y el bebé. Si bien se suelen destacar complicaciones como la diabetes gestacional o la hipertensión, existen otros peligros menos conocidos pero igualmente relevantes. Entre ellos se encuentran el contagio por citomegalovirus, la obesidad durante la gestación y la ansiedad durante el parto. Estos riesgos pueden tener un impacto significativo si no se detectan y gestionan a tiempo.
Citomegalovirus: el enemigo silencioso
El citomegalovirus (CMV) es un virus de la familia del herpes que pasa desapercibido para muchas mujeres embarazadas, pero sus efectos pueden ser devastadores en el feto. Este virus se transmite por contacto con fluidos corporales, como saliva, orina o sangre, y afecta especialmente a quienes tienen contacto frecuente con niños pequeños, como maestras o cuidadoras.
Según datos del Ministerio de Sanidad, cerca del 1% de las embarazadas en España contrae el virus durante la gestación, y alrededor del 10% de los fetos infectados desarrolla síntomas graves, como sordera congénita, retraso en el desarrollo o problemas neurológicos. A pesar de su prevalencia, el CMV sigue siendo un gran desconocido en las consultas prenatales.
La doctora María Bordés Infantes, jefa del Servicio de Ginecología, Obstetricia y Reproducción Humana del Hospital Universitario Infanta Elena -hospital público integrado en la red pública madrileña-, resalta la importancia de medidas simples, pero eficaces, como la higiene de manos y la desinfección de superficies que puedan haber estado en contacto con saliva u orina de niños pequeños, así como evitar compartir utensilios o bebidas con niños pequeños.
En caso de sospecha de infección, es importante solicitar pruebas específicas a nuestro ginecólogo. “Un diagnóstico precoz puede marcar una gran diferencia, y con las herramientas actuales, podemos prevenir la transmisión y reducir los riesgos para el bebé”, explica la doctora, que destaca la importancia de prevenir antes que curar”. El diagnóstico temprano mediante el cribado analítico y signos ecográficos permite poner tratamiento a las madres, reduciendo significativamente la morbimortalidad fetal asociada a esta infección.
La obesidad en el embarazo: un riesgo subestimado
La obesidad es otro factor que influye significativamente en la salud materna y fetal, pero a menudo se le resta importancia. En España, se estima que el 22% de las mujeres embarazadas tienen sobrepeso u obesidad, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, la Dra. Bordés destaca que esta condición, además de dificultar la concepción, aumenta el riesgo de enfermedades graves como pueden ser la diabetes gestacional, la preeclampsia, el parto prematuro o incluso la macrosomía fetal (bebés con peso superior a 4 kilos).
“Es esencial que las mujeres con sobrepeso pierdan peso antes de intentar concebir -recomienda-; además, durante la gestación, la clave está en mantener una dieta equilibrada y practicar ejercicio regularmente”. Recalca, asimismo, que el control del peso durante el embarazo es fundamental para evitar complicaciones innecesarias, como la cesárea o los partos complicados.
En el bebé, la obesidad materna puede derivar en problemas de salud a largo plazo, como obesidad infantil o enfermedades metabólicas. Por otro lado, las madres con obesidad tienen una mayor probabilidad de requerir cesáreas y experimentar complicaciones posparto.
Además de la dieta equilibrada y el ejercicio moderado -como yoga prenatal o caminar-, se debe realizar un seguimiento regular con el obstetra para controlar el peso durante el embarazo. También conviene adoptar un plan de alimentación guiado por un nutricionista especializado en gestación. El apoyo psicológico también es clave para aquellas mujeres que enfrentan dificultades emocionales relacionadas con el peso, especialmente durante una etapa tan transformadora como el embarazo.
Ansiedad durante el parto: el coste emocional
El momento del parto es una de las experiencias más intensas de la vida, pero también puede ser fuente de ansiedad patológica para algunas mujeres. Aunque cierto grado de nerviosismo es normal, cuando la ansiedad se desborda puede prolongar el trabajo de parto, aumentar el riesgo de intervenciones médicas y afectar al bienestar del bebé.
Un estudio de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) indica que entre el 10% y el 15% de las mujeres en España experimentan niveles altos de ansiedad durante el parto. Las causas son diversas: miedo al dolor, falta de información, experiencias traumáticas previas o incluso presiones sociales.
Algunas estrategias para afrontar la ansiedad son la participación en cursos de preparación al parto, en los que se suele abordar técnicas de relajación y respiración, y la elaboración de un plan de parto que incluya preferencias y expectativas claras. Además, es importante buscar el apoyo emocional del entorno familiar o contar con un psicólogo perinatal, así como fomentar la comunicación con el equipo sanitario para resolver dudas y temores.
Además, se puede recurrir a prácticas que han demostrado su utilidad. Por ejemplo, la aromaterapia, que se basa en aceites esenciales para generar un ambiente relajante. Según la doctora Bordés, es una estrategia que “no solo ayuda a las mujeres a sentirse más relajadas, sino que también puede reducir la necesidad de intervenciones invasivas y hacer que la experiencia del parto sea más respetuosa y menos traumática”. Un enfoque que se puede complementar con otros recursos, como música suave, luz tenue, pelotas de parto y barras, para favorecer un parto más natural y adaptado a las necesidades de cada mujer.
Una etapa transformadora
Aunque el embarazo es una etapa de alegría y transformación, también implica riesgos que, si se desconocen, pueden tener consecuencias graves. El citomegalovirus, la obesidad y la ansiedad durante el parto son tres ejemplos de amenazas que merecen más atención tanto de las futuras madres como del sistema sanitario.
La prevención, el seguimiento médico adecuado y el acceso a información de calidad son herramientas esenciales para enfrentar estos riesgos y garantizar una gestación segura y saludable. Cada embarazo es único, pero el cuidado integral puede marcar la diferencia tanto para la madre como para el bebé.
En general, siempre puedes tener estos aspectos en mente como normas básicas para llevar a buen puerto la gestación:
- Realiza chequeos médicos regulares durante la gestación.
- Infórmate sobre riesgos menos conocidos y discútelos con tu ginecólogo.
- Adopta hábitos saludables antes y durante el embarazo.