Aunque cada vez más comunidades implementan medidas de seguridad como el uso obligatorio de mascarilla, los rebrotes siguen sucediéndose. Si bien es cierto que la distancia de seguridad y el uso continuado de gel hidroalcohólico es algo que la mayoría de la población cumple a rajatabla, el hecho de estar en pleno verano ha provocado que mucha gente recupere sus costumbres de la vieja normalidad, entre ellas el ocio nocturno.

Las discotecas abrieron sus puertas cuando algunos puntos de la Península e islas alcanzaron la fase 3. El Boletín Oficial del Estado del pasado 6 de junio recogía su reapertura, dejando claro que debía hacerse con un tercio de su aforo y cumpliendo las condiciones de seguridad pertinentes. Para los locales con pistas de baile, instaba a sus responsables a colocar mesas o agrupaciones de mesas para evitar aglomeraciones.

La federación nacional de empresarios de ocio y espectáculos recuerda al público que ya en mayo, cuando las fases iban cambiando a través de la geografía española, pusieron a disposición del público un documento en el que establecía las medidas para reducción de riesgos higiénico-sanitarios. Subrayando lo recogido por el BOE, la guía añade además el uso obligatorio de mascarilla en espacios cerrados "siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros". Además, los locales deberán tener un stock suficiente de geles hidroalcohólicos, guantes y mascarillas para el personal, además de termómetros sin contacto, datáfonos para evitar el efectivo y paneles de aislamiento.

Sin embargo, parece que el público no respeta en su totalidad estas medidas. Tras el polémico caso de la fiesta en Córdoba con 400 asistentes, lo cierto es que no es el único punto de la Península e islas en los que una celebración se convierte en el foco activo de un nuevo rebrote. El ambiente festivo, los movimientos al bailar o la simple comunicación entre personas son algunos de los elementos que hacen que este tipo de eventos sean uno de los puntos más peligrosos para la propagación del virus. Comunidades como Cataluña, viendo los rebrotes, han cerrado sitios de ocio  como las citadas discotecas e incluso gimnasios o centros comerciales.

Aun así queda otro eslabón aún más peligroso, pues no se puede prohibir: Las fiestas privadas. La policía local sigue persiguiendo los botellones, aunque las reuniones de varias personas en domicilios privados son algo que se escapa de las competencias de los gobiernos (a excepción de la dispensa de una orden judicial). Por ello, presidentes como el de la Xunta de Galicia Alberto Núñez Feijoó ha pedido a los ciudadanos responsabilidad y sentido común a la hora de seguir manteniendo las medidas pertinentes y así poder frenar los rebrotes que se siguen produciendo.