La muerte del periodista estadounidense Grant Wahl durante la cobertura del Mundial de Qatar dio la vuelta al mundo y consternó a los aficionados del deporte y a todo aquel que se enteró de lo que había ocurrido. Tras el suceso, se puso nuevamente de manifiesto la realidad a la que se enfrentan algunos colectivos en el país en el que se está desarrollando la cita más importante del balompié y en la que ya solamente quedan tres partidos por disputarse: la semifinal de esta noche entre Francia y Marruecos, el partido por el tercer y cuarto puesto y la final.

Sería falso decir que el fútbol ha pasado a un segundo plano en este mes, y es que son millones los aficiones que han seguido de cerca lo que ocurría cada jornada. Pero es verdad que con el aspecto deportivo ha competido el social, tal y como pasó en el ya polémico Mundial de Rusia 2018 y, más atrás en el tiempo, en el que se desarrolló en Argentina en plena dictadura.

Así las cosas, y retomando el hecho principal que ocupa estas líneas, el informador fallecía en el país qatarí e hizo saltar todas las alarma, ya que había acudido al territorio del Golfo con una camiseta con la que mostraba su apoyo a la comunidad LGTBI previo encuentro entre Argentina y Países Bajos.

Tras conocer la noticia, su hermano Eric publicaba en redes sociales que Wahl había recibido amenazas de muerte y sugirió que había sido asesinado. Aunque después se desdijo de sus palabras, Eric explicó que la ropa que su hermano portaba previo partido de cuartos de final le respaldaba a él y a quienes formaban parte del un colectivo muy castigado en este país.

Sin embargo, la mujer del periodista, Celine Gounder, ha explicado que fue la ruptura de un aneurisma lo que provocó el fallecimiento del informador. “Se le hizo una autopsia aquí, en Nueva York, a cargo de la oficina forense de la Ciudad de Nueva York y mostró que tenía un aneurisma de aorta que se abrió”, indico la también especialista en enfermedades contagiosas y colaboradora médica de la CBS.

Fue el pasado viernes cuando ella supo que algo iba mal. Ese día recibió mensajes que advertían de un colapso del informador e informaban de su traslado al hospital después de casi media hora de resucitación cardiopulmonar. “Yo seguía preguntando si tenía pulso cuando salió del estadio. Eso hubiera sido una buena señal, pero nadie me respondía de lo que yo preguntaba”, explica.

El periodista había sufrido previamente “algún tipo de malestar” en la sala de prensa, según su agente Tim Scanlan. El informador había manifestado problemas de salud durante su estancia en Qatar. En concreto, había contado en su blog que había sido tratado por lo que aparentemente se trataba de una bronquitis. “Mi cuerpo se ha desmoronado. Tres semanas de poco sueño, elevado estrés y mucho trabajo pueden hacerte esto”, acusaba.

Además de él otros dos periodistas han fallecido en la cobertura del Mundial: Roger Pearce, de 65 años; y el fotógrago Khalid al-Misslam, de origen qatarí.