La incidencia del cáncer de tiroides ha ido en aumento en los últimos años. Sin embargo, pese a que cada vez son más las personas afectadas por esta enfermedad, la tasa de mortalidad no se ha modificado y se mantiene muy baja en comparación con otro tipo de cánceres. 

El porqué de este aumento de casos parece estar en que “los nódulos tiroideos que antes pasaban desapercibidos, ahora, con el aumento de estudios por imagen, se detectan más”, destacan los doctores Jorge Martín Gil y Verónica Sánchez Rivas, responsables de la Unidad de Cirugía Endocrina del Hospital Quirónsalud San José de Madrid .

Y es que la mayor parte de las personas a las que se diagnostica esta enfermedad no presentan síntomas. “Generalmente el nódulo tiroideo se diagnostica de manera casual a través de un estudio de imagen del cuello (ecografía, scanner o resonancia), en un chequeo de rutina”, explica el doctor Martín Gil, especialista en cirugía general y del aparato digestivo.

En otros casos el paciente “nota al mirarse al espejo un bulto en el cuello que sube y baja al tragar, lo que le suele llevar a consultar al médico de Atención Primaria, que puede confirmar si se trata de un nódulo en la tiroides”, añade la doctora Sánchez Rivas, especialista en Endocrinología y Nutrición.

Sin embargo, tener nódulos en la tiroides es bastante común, más en mujeres que en hombres, entre 20 y 60 años de edad. “La gran mayoría de esos nódulos son benignos (no cancerosos)”, advierten los facultativos. “Solo un porcentaje muy pequeño puede ser asiento de cáncer de tiroides”, matizan.  

Factores de riesgo

La probabilidad de que sea maligno es muy baja, del 5%, pero hay que estudiar el nódulo y valorar los factores de riesgo.

Se tiene en cuenta si el paciente “ha recibido tratamiento con radioterapia/radiación en cabeza, cuello o tórax (especialmente durante la infancia), si tiene familiares de primer grado con cáncer de tiroides y/o si supera los 45 años”, detalla la doctora Sánchez Rivas.

Para estudiar el nódulo tiroideo se realiza una analítica para determinar hormonas tiroideas y una ecografía de tiroides. “A través de esta prueba valoramos el tamaño y las características del nódulo y decidimos si es preciso hacer una biopsia (PAAF, Punción Aspiración Aguja Fina)”, relata.    

Responsables unidad cirugía endocrina Hospital San José

Buen pronóstico

Aunque el diagnóstico de este tipo de cáncer es igual de aterrador al de cualquier otro, el pronóstico, por norma general, es bueno. El cáncer de tiroides más frecuente es el Carcinoma Papilar de tiroides. “El 80% de los pacientes tienen esta variante histológica”, indica el doctor Martín Gil. “La mitad de los tumores son de un tamaño menor a un centímetro y el pronóstico es excelente. Ponerse en manos de un cirujano experto en tiroides es sinónimo en muchos casos de curación”, subraya.

El tratamiento definitivo es la cirugía, que dependerá de la extensión del tumor. “Es imprescindible individualizar cada caso, aunque la mayor parte de los pacientes requieren de una tiroidectomía total (extirpar toda la glándula tiroides) y una linfadenectomía del compartimento central cervical -extirpación de los ganglios linfáticos que se encuentran adyacentes a la misma”, aclara este cirujano del citado hospital madrileño.

En este sentido resulta fundamental la valoración por parte de un cirujano experto en tiroides, que, junto al endocrino, decidirá cuál es el mejor tratamiento.

Los pacientes suelen tolerar bien la intervención quirúrgica. Para la misma se utiliza anestesia general, pero, el paciente vuelve a casa en dos o tres días.  

Entre las complicaciones principales que pueden presentarse está la posibilidad de sangrado, la de que sea necesario de forma temporal o permanente un tratamiento con calcio – si se dañan o extirpan las glándulas paratiroides- y la de sufrir daños en la voz, si hay lesión del nervio laríngeo recurrente, lo que suele ser temporal.

Tratamiento con iodo

Además de pasar por quirófano, muchos pacientes son tratados de forma adicional con iodo-131, con el objetivo de eliminar cualquier resto de tejido tiroideo que haya podido quedar en el cuello.

Superado todo este proceso, el seguimiento se realiza en la consulta del endocrino y se basa en la realización de analíticas de y pruebas de imagen periódicas.