Francisco Largo Caballero fue una de las figuras claves de una parte destacada de la historia de la España del siglo XX. En concreto, la segunda década hasta la llegada de la Dictadura, tienen una fuerte presencia de Largo Caballero tanto en la izquierda española como en el Partido Socialista Obrero Español. Sindicalista y político en su doble actividad de dirigente del PSOE y de la Unión General de Trabajadores. Apodado el “Lenin español”, sin embargo fue el dirigente socialistas que, en 1920, se opuso a la adhesión del partido a la III Internacional comunista.

La leyenda negra de Largo Caballero

En plena Guerra Civil, fue nombrado ministro de la Guerra y primer presidente del gobierno socialista de la historia de España. Destacó como el dirigente obrero más relevante, fiel heredero del fundador, Pablo Iglesias.  Su biografía está jalonada de momentos de moderación y radicalismo. La pregunta que cabría hacerse es “¿Fue Largo Caballero “el Lenin español”? ¿Sus actuaciones fueron producto de los distintos escenarios, algunos muy convulsos, que tuvo que protagonizar? Para resolver estas cuestiones y otras, el investigador Juan Moreno, ha publicado en la editorial Almuzara, un libro que recomendamos: “La leyenda negra de Largo Caballero”.

Su figura fue desnaturalizada con frecuencia

En este libro se aborda como la personalidad y la actuación de Largo Caballero fueron siempre complejas, poliédricas y contradictorias. Tuvo que estar presente en situaciones y etapas de la política española inestables y convulsas, tales como la dictadura de Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil. Para este autor “su liderazgo y sus decisiones han sido muy criticados y, su figura, desnaturalizada con frecuencia.

El propio Largo Caballero se lamentaba desde su exilio de sus desdichas e incomprensiones al afirmar que “Desde el año 1909, ¡treinta años!, no me he visto libre jamás de las garras de la policía y de los tribunales, y todo por el delito de tener ideas socialistas”.

Cinco veces concejal en el Ayuntamiento de Madrid

Madrileño nacido el 15 de octubre de 1869, falleció en el exilio parisino el 23 de marzo de 1946. Era estuquista de profesión y tuvo su primer contacto público con la política tras ser elegido uno de los primeros concejales del PSOE en Madrid en las municipales de 1905. Ciertamente, se le consideró un marxista revolucionario, pero también un reformador social y un sindicalista pragmático. Fue cinco veces concejal en el Ayuntamiento de Madrid donde combatió la corrupción al tiempo que dirigió la ejemplar Mutualidad Obrera. Desde la huelga general en España de 1917, que casi le llevó al paredón, pasó por etapas legalistas y rupturistas. Rehuyó la confrontación con la dictadura primoriverista, pero se implicó en la llegada de la República en 1931, donde fue un gran ministro de Trabajo; en 1934 se embarcaría en la fracasada Revolución de Octubre.

Exiliado y preso en el campo de exterminio nazi de Oranienburg

Con la llegada de la Guerra Civil se recurre a él para presidir el Gobierno desde el cual intentó disciplinar al ejército y mantener unidos a los republicanos. Enfrentado a los comunistas y a una parte de los socialistas, en 1937 fue obligado a abandonar el cargo y, en Francia, fue perseguido por los agentes franquistas hasta terminar en el campo de exterminio nazi de Oranienburg.

“Más español y más socialista si cabe que nunca”

Al regresar a Francia en 1945, con pocos meses de vida por delante, sintiéndose “más español y más socialista si cabe que nunca” defendió su propuesta de una Transición pacífica y sin revanchas. Esta vez tuvo el apoyo de Indalecio Prieto y del PCE pero ya era tarde para él... y para España.

Nacido en Chamberí

Nació el 15 de octubre de 1869 en una buhardilla del número 9 de la Plaza Vieja de Chamberí, en Madrid. Su padre, Ciriaco Largo, era un carpintero natural de Toledo que había emigrado a Madrid el año anterior en busca de trabajo. Allí conoció y se casó con Antonia Caballero, una criada doméstica nacida en Brihuega, Guadalajara. Al poco tiempo sus padres se separaron tras denunciar Antonia a su marido ante el juez por malos tratos. Consiguió el divorcio a principios de 1871 y Antonia Caballero volvió a su antiguo oficio de sirvienta y madre e hijo vivieron grandes penurias.

Afiliado al PSOE y UGT con 21 años

Su primeros escarceos con el compromiso político organizado fueron en 1890 cuando, con apenas veinte años, tuvo conocimiento de que se había celebrado en Madrid la Fiesta del Primero de Mayo organizada por la UGT y el PSOE y durante la que había pronunciado un discurso el presidente de ambas organizaciones, Pablo Iglesias. Eso fue lo que le impulsó a afiliarse a la UGT -lo que hizo ese mismo año de 1890, con 21 años-​ ingresando en la sociedad de albañiles “El Trabajo”. Nunca fue un obrero “ilustrado”, ya que tan solo pudo acudir a la escuela de los cuatro a los siete años, por lo que tuvo una formación de forma autodidacta. Desde niño tuvo que buscar trabajo como aprendiz “para ganar el pan que comía”.

En octubre de 1918, durante el XIII Congreso de la UGT, Largo Caballero fue elegido secretario general, manteniéndose en la presidencia un anciano y enfermo Pablo Iglesias. Al mes siguiente se celebró el XI Congreso del PSOE. Largo Caballero fue elegido vocal de la Comisión Ejecutiva. Estos dos cargos los tuvo que compaginar con el de diputado a Cortes.

El “intervencionismo”

Siempre defendió la táctica del “intervencionismo”, es decir, la presión y la participación en todas las instituciones del Estado que tuvieran que ver con la “cuestión social” para que se aprobaran –y después se cumplieran– leyes sociales que mejoraran las condiciones laborales y de vida de las clases trabajadoras, sin renunciar al objetivo último: el socialismo y a la transformación completa de la sociedad. Esos principios definieron el “caballerismo” o por algunos historiadores calificados como “reformismo revolucionario”.​

De París al campo nazi de Sachsenhausen (1939-1945)

Tras la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, Largo Caballero y su familia cruzan la frontera francesa el 29 de enero de 1939. Junto a sus tres hijas y su concuñada -sus dos hijos varones estaban presos en la zona sublevada-, se instalan en un pequeño apartamento parisino. Con la invasión de Francia por la Alemania nazi en mayo de 1940 es detenido y tras distintos confinamientos, el gobierno colaboracionista de Vichy lo entregó a los alemanes, internándolo en 1943 en el campo de concentración alemán de Sachsenhausen, de donde fue liberado en 1945, poco antes de su fallecimiento.