Juan Carlos I pone fin a su estancia en Sanxenxo (Galicia) tras siete días en tierras lerenses y prepararse para el Campeonato Mundial de la clase 6m de vela. El emérito regresará a Abu Dabi, después de abandonar la casa de Pedro Campos y dedicar unas escuetas palabras a los curiosos y periodistas que estaban en los aledaños de la residencia del amigo del ex jefe del Estado, quien mantiene intacto su desafío, tanto al Estado como a la Casa Real, de regresar “muy pronto” al municipio pontevedrés. Asimismo, se ha mostrado “muy contento” y ha reiterado que regresará a no mucho tardar, mientras lanzaba un mensaje de agradecimiento a los medios de comunicación “por estar tan bien” con ellos.

Juan Carlos I pone fin a su estancia en Sanxenxo (Galicia) tras siete días en tierras lerenses y prepararse para el Campeonato Mundial de la clase 6m de vela. El emérito regresará a Abu Dabi, después de abandonar la casa de Pedro Campos y dedicar unas escuetas palabras a los curiosos y periodistas que estaban en los aledaños de la residencia del amigo del ex jefe del Estado, quien mantiene intacto su desafío, tanto al Estado como a la Casa Real, de regresar “muy pronto” al municipio pontevedrés. Asimismo, se ha mostrado “muy contento” y ha reiterado que regresará a no mucho tardar, mientras lanzaba un mensaje de agradecimiento a los medios de comunicación “por estar tan bien” con ellos.

Pasados unos minutos de las 09:00 horas, el rey emérito ha abandonado la residencia de Pedro Campos para poner rumbo en el Volvo a Vigo, donde ocupaba el asiento del copiloto. Su amigo conducía el vehículo hacia el aeropuerto, donde regresará a la que es ahora ‘su residencia’ habitual, Abu Dabi. El ex jefe del Estado, al llegar a la altura de los medios de comunicación, ataviado con camisa blanca y chaleco azul marino, ha bajado la ventanilla del coche para responder a las preguntas de los periodistas y lanzarles un emotivo y cariñoso mensaje.

En la parada de rigor ante el enjambre de cámaras y micrófonos, Juan Carlos I ha mantenido viva su promesa de estos días. “Volveré muy pronto”, ha reiterado el emérito, dando prevalencia al desafío tanto al Estado como a su propio hijo, el rey Felipe VI. El ex jefe del Estado exhibió un gran estado de ánimo ante los periodistas y curiosos que se agolpaban en los aledaños de la casa de Campos, asegurando que está “muy contento” por volver a Galicia mientras daba las gracias a la prensa “por estar tan bien” y por el buen trato que le han dispensado.

Antes de marcharse y enfilar carretera hacia Vigo, el exmonarca ha saludado y ha dado el visto bueno a su amigo para emprender la marcha hacia el aeropuerto de Peinador. Allí, donde aterrizó el pasado miércoles, cogerá un avión privado con dirección a Abu Dabi tras una semana de estancia en tierras gallegas y asegurar que “volvería muchas veces” a la región durante este mismo verano.

Tranquilidad y preparación

El rey emérito ha pasado su estancia en la localidad lerense en un ambiente de tranquilidad y normalidad, aprovechando el escenario para salir a navegar a bordo del Bribón. Rutina que completaba todos los días, a excepción del viernes, cuando la climatología impidió que el barco del exmonarca soltara amarras.

Durante esta semana, Juan Carlos I ha aprovechado para participar en las regatas que se celebran en el municipio de Sanxenxo durante el fin de semana a modo de preparación para el Campeonato del Mundo de la clase 6m, en el que está previsto que participe el Emérito y que se disputará entre finales de agosto y principios de septiembre en la Isla de Wright, en Reino Unido.

Alerta por su estado

No obstante, no todo iban a ser buenas noticias. La estancia de Juan Carlos I en la localidad pontevedresa ha dejado una imagen de preocupación para sus todavía incondicionales. El emérito se pertrechó con sus mejores galas, idóneas para su preparación en la mar de cara al Mundial de vela, pero la imagen que queda para la posteridad es la de un hombre que no pasa por su mejor momento. En el muelle, el monarca, ataviado con una chaqueta en tonos neutrales, una gorra y unas gafas de sol; crecieran los comentarios sobre su estado de salud, que da visos de haber empeorado en los últimos meses.

Las primeras imágenes que dejó su estancia en Sanxenxo dibujaban a un hombre que ya ha vivido sus mejores años, con gesto cansado a pesar del optimismo rezumante, necesitado de un bastón para caminar y que requería de la asistencia de su personal para embarcarse en el velero. Una fotografía antónima a la de su última visita, donde exhibió una figura mucho más erguida que en esta ocasión. Lo que no puede negarse es que se mostró muy cordial, mientras mantenía largas charlas con el equipo de la embarcación e incluso se atisbaron sonrisas tenues en su faz. No obstante, en el momento de subirse a bordo de la nave, se vieron todas las carencias propias de sus 85 pesados años.