Afortunadamente, cada vez son más las mujeres con cargos políticos alrededor del mundo, pero aún no se nota que la mitad de la población es femenina si abrimos la puerta de un parlamento. Con todo, gracias a políticas de igualdad de género que impulsan cuotas obligatorias, y aun conviviendo en los países con dificultades de gobernabilidad, hostilidad hacia la representación y el liderazgo femeninos en empresas y elevadas tasas de violencia de género, en 2016, el porcentaje mundial de mujeres en los parlamentos aumentó el 6,5% respecto a la última década, según la Unión Interparlamentaria (UI), y el número de presidentas de parlamento ha alcanzado un máximo histórico, con 53 mujeres a la cabeza de una cámara parlamentaria, según la misma fuente.
Aun así, solo el 23,3% de los parlamentarios del mundo son mujeres. Es decir, menos de un cuarto de ellos.

El caso de Ruanda como líder

Ruanda es el estado con mayor proporción de mujeres parlamentarias en el Congreso, allí el 61,3% de los diputados nacionales son políticas. Y es que de las pavesas del genocidio que asoló el país en 1994, que supuso una enorme renovación de la vida política del país, nació el actual movimiento de mujeres, que demandó que en la Constitución del país se incluyera que las mujeres deben participar activamente en la vida política, en una cuota que no debe estar por debajo del 30 por ciento en sus instituciones, aunque hace años que ésta se sobrepasa superando el 60 por ciento. Hay otros dos estados africanos entre los primeros diez países en representación parlamentaria femenina, Senegal y Sudáfrica, y cuatro latinoamericanos, Nicaragua, Bolivia, Cuba y México. Son muchos los países de ambos continentes donde existe una cuota obligatoria de mujeres que deben ser candidatas.  

Retrocesos en Europa

Los países de la Unión Europea, como se puede apreciar en la tabla, están por debajo de los Iberoamericanos en presencia femenina en sus parlamentos, desde un punto de vista cuantitativo (otra cosa será la influencia real y efectiva de las mujeres parlamentarias en las políticas). Hay incluso algunos, como Dinamarca, Suecia, que llegó a estar en el primer puesto de la lista, o Países Bajos, que, aunque bien posicionados en el ranking, han perdido entre un 1% y un 5% de representación femenina en los últimos años. En Alemania, sin cuotas de igualdad de género en política, ha estado gobernando desde hace más de 10 años una mujer, hasta las recientes elecciones. Pero solo un tercio del parlamento alemán está integrado por mujeres, y según el ránking de la UIP, Alemania se ubica en el puesto 23. Además, cabe añadir que, según el Instituto de Género e Igualdad Europeo (EIGE, por sus siglas en inglés), Croacia, Bulgaria, Hungría y Letonia destacan por ser los que menos esfuerzos han hecho para equiparar el número de mujeres al de hombres. En Letonia se ha producido un gran retroceso, hace siete años la presencia de mujeres en el Parlamento nacional era un 30% mayor. Entre los diez primeros países en representación parlamentaria femenina, hay tres escandinavos (Islandia, Suecia y Finlandia).  

El sangrante caso de Estados Unidos

  Estados Unidos, uno de las democracias más maduras del mundo, tiene un grave problema de representación femenina en política. El país, donde en la últimas elecciones una mujer, Hillary Clinton, fue candidata, se ubica en el puesto 104 del ranking, y entre los 435 parlamentarios, hay solo 83 mujeres. Sus datos son peores, en términos estadísticos, que los de Arabia Saudí, posicionada en el puesto 97. En los países árabes hay casos muy graves como el de los países del golfo, con Omán o Catar sin representación parlamentaria femenina alguna. Aunque también hay ejemplos como el de los Emiratos Árabes Unidos, en el puesto 94, que cuenta con una mujer como presidenta del parlamento.