A Clemente Amago, labrador y socialista, le asesinaron por ser alcalde legítimo de San Tirso de Abrés allá en Asturias. Igual les ocurrió  a otros concejales. Algunos  ediles se pudieron esconder en los montes. No les perdonaron haber sido elegidos en las urnas. Este sábado vecinos de la localidad, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, el presidente  la Junta General del Principado de Asturias y el vicepresidente de la Federación Asturiana de Concejos, honrarán su memoria.

Una memoria que lleva 80 años silenciada aunque sus paisanos no lo han olvidado. Dice la ARMH que “los recuerdos de aquel convulso verano-otoño de 1936 todavía están presentes en la memoria de la cuenca del Eo”. Las tropas nacionales habían dado  por conquistada Galicia y avanzaban hacia Asturias entrando por San Tirso de Abrés.

Los ediles que desaparecieron

Cuentan los memorialistas que la Comisión Gestora, nombrada por la República en aquella misma primavera, fue sustituida por nuevos cargos que compartían  la ideología de los golpistas. Empezaba otra etapa, y en San Tirso de Abres lo  sufrieron el alcalde y  los concejales.

Les cesaron el 5 de agosto de 1936, y a partir de esa fecha, según lo que han podido recopilar en la ARMH las autoridades electas del pueblo sufrieron “constantes persecuciones y amenazas”. A tal punto que sin saber qué hacer el concejal Ramón Llenderrozos y su cuñado José García Miranda, decidiron visitar a un familiar que les aconsejase como proceder.

El pariente les sugirió que fueran a Lugo explicar su situación. No fue un consejo acertado. Nunca regresaron. Hoy la ARMH sabe que sus cuerpos están enterrados en la ciudad lucense de Rábade. Otros dos compañeros, Miguel Piñeiro y Jesús Pérez, concejales de la comisión gestora de la república decidieron esconderse en los montes de la comarca, y así salvaron la vida a costa de innumerables penurias.

Una paliza de agonía

Lo del alcalde fue muy duro. “Desde el mismo día del cese de los cargos públicos la casa del alcalde Clemente Amago sufrió constantes registros por parte de la guardia civil”. El 20 de septiembre cuando llegaron las fuerzas del orden se encontraba en casa y consiguió escapar. Desesperado fue a ocultarse  dentro de un viejo castaño hueco sin darse cuenta de que algunos vecinos le habían visto.

Le delataron. La guardia civil le detuvo. “Desde el primer momento fue torturado a golpes, golpes que aún resuenan en la mente de muchos vecinos que conocieron la situación”, narra la Asociación memorialista. Ni de él ni de sus restos supieron nada nunca más su esposa y su hijo de nueve años que, según ha quedado en el recuerdo del pueblo, fueron testigos angustiados de una primera paliza preludio de una agonía terrible en un camión que le condujo a Lugo.

El reloj de la desesperanza

¿Cuándo fue enterrado? Tampoco se sabe. “La familia hubo de afrontar después un último escarnio: la multa de 200 pesetas impuesta por el régimen franquista, bajo la acusación de que Amago había desatendido sus obligaciones como máxima autoridad municipal”  en una especie de siniestra “broma” franquista.

 Unos días después a su casa llega un reloj de bolsillo. El que Clemente llevaba en el momento en que le detuvieron. Quería decir que nunca iba a volver. Que todo se había terminado. Hace de eso ahora ochenta años.

“ En su currículum constan las actas de las sesiones plenarias que se celebraban semanalmente en el Ayuntamiento”, señala la ARMH. En ellas se reflejan los objetivos de aquel Ayuntamiento: construir escuelas, reparar caminos y crear servicios públicos.

Una placa en un castaño hueco

Este sábado, un colectivo de vecinos de San Tirso de Abres y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica les van a homenajear a todos, al  alcalde Clemente Amago López-Villar y  a los concejales represaliados. Acudirán pues  el presidente de la Junta General del Principado de Asturias y el vicepresidente de la Federación Asturiana de Concejos.

A las 12 del mediodía, delante de la casa de Amago poetas, músicos, vecinos, autoridades y amigos le van a recordar. Descubrirán una placa conmemorativa en un viejo castaño hueco, similar al que había entonces y en el que Clemente se escondió. Será una forma de dejar constancia de vivió y que su vida no va a ser silenciada.

Borrar la impunidad

A las dos de la tarde más de cien personas van a participar de una comida de hermandad  y a las cuatro, se hará entrega de diplomas de honor a las familias de Clemente Amago, alcalde desparecido; de los concejales perseguidos Miguel Piñeiro y Jesús Pérez; del concejal Ramón Llenderrozos y su cuñado José García, asesinados, de José García Miranda y del empresario Jesús Cigarrán, ejecutado.

Quieren  que sea un día muy emotivo y que además de recuerdo y honra a las víctimas, sirva para que la sociedad de hoy haga un reconocimiento a la defensa de los Derechos Humanos. Pero el tema va más allá. En Argentina, una jueza de Buenos Aires, María Servini de Cubría instruye en su juzgado lo que se ha venido a llamar la Querella argentina contra los crímenes del franquismo. Los nietos del alcalde Amago incorporaron en abril de 2015 la denuncia por su muerte. Intentan borrar la impunidad.