El 25 de junio de 2004 se celebró un concierto homenaje ante 741 republicanos en Rivas Vaciamadrid. Se homenajeaba a luchadores que defendieron la II República y sufrieron por ello la represión de la dictadura franquista. Fueron 741 abuelos y abuelas procedentes de toda España y del extranjero los que allí estuvieron presentes en tan entrañable acto. El evento, organizado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Fundación Contamíname y el propio Ayuntamiento de Rivas, contó con la participación de destacados músicos, poetas, actores y escritores. Entre todo este amplio abanico de grandes participantes destacó la intervención del actor recientemente fallecido Juan Diego. Un discurso que ya ha quedado como uno de los hitos de los defensores de la Memoria Histórica.

El actor sevillano con su “voz rota y roja, pronunció un discurso emotivo, vibrante y fuertemente comprometido que emocionó a toda la audiencia.

El texto que le sirvió para su discurso denominado “La Memoria” y que él dijo que lo utilizaba “prestado” de Pedro Guerra: “Quiero contarlo en mi voz porque yo no soy un hijo de la democracia, soy un hijo de la resistencia, como vosotros”.

En recuerdo del gran artista sevillano, actor enorme tanto de cine como teatro y televisión y fielmente unido a su compromiso político de izquierdas y de reivindicación de la memoria histórica, reproducimos el texto íntegro de su discurso pronunciado el 25 de junio de 2004 en el concierto homenaje a los republicanos en Rivas Vaciamadrid.

“Soy un hijo de la democracia, recuerdo que el libro del colegio hablaba de Franco y del Régimen. También recuerdo el día que Franco murió. Sus fotos en las revistas, las fotos y discursos de Juan Carlos I, las colas de gente para darle el último adiós, la alegría de los que no fuimos al colegio. Yo tenía 9 años, nuestra familia, nosotros en aquel momento, aunque alegres por la muerte del dictador no fuimos de los que participamos activamente para que se fuera, de los que lucharon, de los que tuvieron que ir o de los que murieron en el intento. Tenía 15 años cuando mi hermano vino a buscarme a casa de un amigo, era el año 1981 y Tejero había entrado dando tiros en el Congreso. Este intento de golpe que no prosperó sirvió como llamada de atención del rumbo que la España democrática tenía que seguir, dentro de un orden, dentro de unos límites, dentro de una Transición pactada donde no todos ni todas iban a tener el lugar que se merecían.

“¿Por qué hemos tenido que esperar más de 60 años de los cuales 30 se consideran democráticos para revelar a los jóvenes y a las jóvenes de este país que los desaparecidos y desaparecidas pueden haber sido 30.000 y todavía hoy sus restos descansan en fosas comunes a un lado y a otro de tantas caras de España?”.

Soy un hijo de la democracia que tiene 37 años y que por primera vez escucha hablar de ciertas cosas, conoce la realidad sobre otras y, aunque parezca increíble, hurga en la historia de su país, mete las uñas en el pasado y escucha hablar de heridas que no se cierran, de cicatrices imposibles y llora con la emoción de quien siente que ha recuperado lo que ha perdido cuando las cosas se ubican en su espacio, los abrazos se posibilitan y los muertos abandonan las cunetas para descansar en paz ¿Por qué hemos tenido que esperar más de 60 años de los cuales 30 se consideran democráticos para revelar a los jóvenes y a las jóvenes de este país que los desaparecidos y desaparecidas pueden haber sido 30.000 y todavía hoy sus restos descansan en fosas comunes a un lado y a otro de tantas caras de España? ¿Por qué el discurso sigue siendo el del quien mira al futuro y no se detiene en el pasado por no abrir viejas heridas o remover el dolor?

“No va hay ni va a haber nunca ninguna calle miserable, de ningún pueblo miserable, de ninguna mierda de país que vaya a llevar nunca el nombre de ninguno de ellos”.

Soy un desinformado hijo de la democracia que hoy, intentando ponerse al día cree que las heridas abiertas solo la restitución de la memoria puede cicatrizarlas. Y ahora están por ahí, por aquí, están ellos, y los hijos y los sobrinos y las sobrinas de los hombres y mujeres sin lápida, sin un rincón particular de la tierra, sin un lugar para la oración o el encuentro. Las y los muy empecinados no descansan y se organizan para empezar a desenterrar el olvido y ahora la verdad tiene un nombre y las familias se reencuentran de manera simbólica entre lágrimas y huesos sucios. Nadie se acuerda de ellos. No va hay ni va a haber nunca ninguna calle miserable, de ningún pueblo miserable, de ninguna mierda de país que vaya a llevar nunca el nombre de ninguno de ellos. Cuando los muertos hayan sido desenterrados y los familiares tengan la cruz donde apoyar la flor, cuando se hayan pagado las indemnizaciones a las familias de quienes intentaron por todos los medios defender la democracia que finalmente perderíamos y que nos recuperaríamos hasta cuarenta años después, cuando las víctimas reciban su homenaje, cuando los culpables de las atrocidades dejen de tener calles y monumentos a su nombre, solo entonces las heridas podrán cerrarse. Aún así no caerán en el olvido. Las cicatrices serán una página negra y definitiva en nuestra historia, testigos de lo que nunca debe poder a suceder.

"¡Viva la República! ¡Salud”

Junto a Juan Diego intervinieron, entre otros muchos, Pedro Guerra, Lluis Llach, Bebe, Miguel Ríos, Luis Eduardo Aute, Almudena Grandes Ana Belén, Víctor ManueI, Ismael Serrano, Manuel Rivas, Luis Pastor, Luis García Montero, Ángel González, Benjamín Prado, Wyoming & Reverendo, Pilar Bardem, Juan Diego Botto, José Antonio Labordeta o Paco Ibáñez.

*Discurso del actor Juan Diego, extraído de “Recuperando la memoria: Concierto-homenaje a los republicanos”.