Internet lo ha cambiado todo, hasta la manera de criar a nuestros hijos. Cada vez es más común ver fotos de menores en redes sociales publicadas por sus padres. Esta práctica se refiere al término ‘sharenting’, anglicismo compuesto por dos palabras, la primera ‘share’ y la segunda ‘parenting’, lo que hace referencia a la idea de compartir dentro de la paternidad. Según han informado fuentes del Gobierno a El País, el Ministerio de Juventud tiene por propósito combatir la sobreexposición mediática de los menores en redes, y, por tanto, en los próximos días el Ministerio sacará a consulta pública su intención de legislar esta práctica, antes de redactar la norma.
La ministra de Juventud, Siria Rego, se reunirá este martes con académicas que han tratado el ‘sharenting’ y sus consecuencias, además de creadoras de contenido que han mostrado una gran inquietud por la difusión que hacen las familias de los menores. En el Congreso se continua con los tramites correspondientes para avanzar progresivamente en la ley de protección de los menores en los entornos digitales.
Esta norma pone edad para acceder y registrarse en las redes sociales, estableciendo los 16 años como edad mínima, pero lo cierto es que algunos temas o prácticas, con el ejemplo del ‘sharenting’ se quedan fuera de ella. En España no hay una ley especifica que regule esta práctica, aunque como alternativa si que encontramos leyes que pueden ser aplicadas como la de protección civil del derecho al honor, intimidad familiar y personal y a la propia imagen, puesta en marcha en 1982, y la de protección jurídica del menor, de 1996.
En la actualidad, los adolescentes pueden de manera legal, a partir de los 14 años, dar su consentimiento sobre qué fotos pueden publicarse sobre ellos y cuáles no, antes de esta edad son los padres los que deciden. A su vez, encontramos una gran facilidad de los menores para falsificar su edad y poder acceder a las redes sociales desde una temprana edad, práctica que también va acompañada de la temprana edad en la que los adolescentes reciben su primer dispositivo móvil propio.
Este afán por la publicación de menores dentro de internet provocaba que en el año 2016 el prestigioso Diccionario Británico Collins incluyera el término ‘sharenting’, junto al término ‘Brexit’, como palabra del año, definiéndolo de la siguiente manera, “la práctica de los padres de usar las redes sociales para comunicar abundante y detallada información sobre sus hijos”.
Riesgo del 'sharenting'
La práctica, como es obvio, cada vez se está volviendo más habitual, lo que suaviza de cierto modo los riesgos que la acompañan, es por eso por lo que no resulta difícil pensar en ciertos progenitores al oír la palabra ‘sharenting’. Organizaciones de infancia llevan años tratando de concienciar sobre la publicación de los menores en internet, además de la Policía Nacional, la cual lanzó el pasado verano una campaña sobre esta práctica.
Desde Juventud e Infancia consideran que la exposición de los niños en las redes es cada vez más frecuente y que, en muchos de los casos, se lleva a cabo sin el consentimiento de los propios menores. Complementando la defensa de la Fundación Anar, la cual recalca que compartir información sobre sus rutinas, colegio, uniforme o extraescolares vuelve a los menores de edad vulnerables a actos delictivos, porque pueden ser localizables.
En el informe desarrollado para el Ministerio se cita la “facilidad con la que un pederasta o un pedófilo podría acceder a la fotografía del menor, descargarla y utilzarla para cualquier fin ilícito relacionado con la pornografía infantil”. Lo que complementa el estudio de 2019 elaborado por la Universidad de Valencia, el cual relata que el 72 % de los agresores sexuales duales penados (es decir, pedófilos que agreden sexualmente a menores) tenían imágenes no eróticas ni sexualizadas de niños provenientes de fuentes comerciales, álbumes familiares o fuentes legítimas.
Una de las principales consecuencias que envuelve al ‘sharenting’ es el hecho de que la sobreexposición del menor, y, por ende, la pérdida de intimidad y privacidad de este se prolonga en el tiempo. La huella digital cada vez es más frecuente y la cantidad de imágenes publicadas no supone un problema para la recuperación de todas estas en un futuro si fuera necesario. Las consecuencias puede que no sean visibles a priori, pero hay que ser consciente de que pueden llegar en un futuro, de ahí la importancia de mirar el largo plazo en temas relacionados con internet.
Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover