Una de las últimas supervivientes del Holocausto, Margot Friedlander, ha fallecido este viernes a los 103 años de edad, según ha informado su propia fundación.
Friedlander fue prisionera del campo de Theresienstadt, en Terezin, República Checa, mientras que su madre y su hermano fueron asesinados en Auschwitz. En enero, fue homenajeada con motivo del 80 aniversario de la liberación de Auschwitz, símbolo del terror del Holocausto. Según defendió la propia Friedlander, son los supervivientes los que "saben qué sucedió y cómo fue". "Perdí a toda mi familia", contó, a la vez que alertó sobre el aumento del extremismo y los discursos de ultraderecha en Europa. "Tengan cuidado. No lo hagan. Respeten a las personas, eso es lo más importante", sostuvo.
Friedlander nació en una familia judía en 1921 y, a los 20 años, fue capturada y deportada al campo de concentración de Theresienstadt. Volvió años después a Alemania y, desde entonces, dedicó su vida al activismo y la escritura.
Memoria histórica
Friedlander iba a ser premiada con la Orden del Mérito de Alemania, distinción que reciben las personas por sus logros de índole social, de manos del jefe de Estado, Frank-Walter Steinmeier. "La muerte de Friedländer me llena de profunda tristeza. Le hizo a nuestro país el regalo de la reconciliación, a pesar de todo lo que los alemanes le habían hecho cuando era joven", dicho Steinmeier.
La labor y compromiso con la memoria histórica en la sociedad alemana de Friedlander es su legado principal. Ayudó como testigo de los crímenes nazis a recordar la siniestra realidad del Holocausto. Entre las víctimas de los nazis se cuentan los padres de Friedlander y su hermano menor, asesinados en el campo de exterminio de Auschwitz.
Ella, que evitó ese trágico destino de sus familiares, sobrevivió al campo de concentración de Theresienstadt, donde coincidió con el que sería su marido, Adolf Friedländer.
Tras sobrevivir al Holocausto, emigró a Estados Unidos en 1946, y vivió seis décadas en Nueva York antes de regresar a Berlín con 88 años.
De su lado, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Johann Wadephul, ha destacado que su país echará de menos a la escritora y su trabajo contra el antisemitismo y el racismo, y a favor de la democracia. "Hasta el final dio la impresión de ser inmortal. Su legado lo es. Porque es más relevante que nunca", ha dicho Wadephul en su cuenta de la red social X.