Moquitos invasores de cuatro especies que se alimentan de sangre humana se han asentado en las ciudades europeas y representan un alto riesgo de trasmisión de enfermedades como el dengue, la zika, malaria, fiebre amarilla o la chikungunya, encefalitis japonesa y filariasis linfática, entre otras muchas, según evidencia una investigación  publicada en la revista científica Insects.

Entre el 36% y el 93% del alimento que obtienen estos mosquitos del género Aedes (aegypti, albopictus, japonicus y koreicus) lo obtienen de las personas. Estos insectos han llegado a entornos urbanos de Europa a través del comercio de neumáticos usados o del de plantas vivas y aprovechan cualquier acumulación de agua para reproducirse.

Casos importados

Jordi Figuerola, investigador de Ecología de Humedades de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), y uno de los autores del estudio, explica, según recoge El País, que “hay casos importados. Si una persona trae una infección activa y la pica un mosquito, éste puede transmitir la enfermedad”.

El estudio señala que “el mosquito tigre asiático (Aedes albopictus) es un vector bien conocido de patógenos como el dengue, virus del zika y chikungunya y ha estado involucrado en brotes de dengue en Francia (2010), España (2018) y en Italia (2020)”.

Desagües, floreros y cementerios 

“El problema es que se crían en receptáculos muy pequeños, como los desagües, los floreros de los cementerios o los platos que situamos bajo las macetas. El albopictus ya ha demostrado su adaptación a entornos urbanos y presenta una actividad diurna. Esta especie ya está asentada en Cataluña, Valencia, Andalucía y Baleares. El japonicus se ha detectado en Cantabria y Asturias. Cuando llegan, no se les hace caso y, después, ya es tarde”, advierte el investigador, que recuerda que el mosquito tigre fue detectado en un vivero de Barcelona en 2004 y ya se ha extendido.

El estudio alerta de que “las especies de Aedes se están convirtiendo en una preocupación mundial debido a su expansión, en particular en el caso del albopictus y el aegypti, que ya se han expandido a través de los trópicos, Asia oriental, Europa y América del Norte”.

La investigación sostiene que la clave es que, “a pesar de la capacidad de la mayoría de las especies estudiadas para alimentarse de sangre de diferentes grupos de vertebrados, la gran mayoría de las comidas de sangre derivan de mamíferos y en especial de las personas”.