Decenas de banderas independentistas catalanas han ondeado en la grada del Vicente Calderón los minutos previos a la final de la Copa del Rey. Mezcaldas con una mayoritaria presencia de banderas del Barça con la catalana, las esteladas han superado por mucho la presencia de banderas de España que portaban algunos de los aficionados del Sevilla. 

Prohibidas en un principio por la Delegación del Gobierno de Madrid, finalmente un juez de la capital aceptó el recurso impuesto por un grupo de abogados para que el símbolo del independentismo catalán pudiera lucir en el Vicente Calderón. Y así ha sido, tal y como se pudo comprobar en la retransmisión del encuentro que ofreció Telecinco.

Y es que las esteladas superaron por mucho a las banderas constitucionales, que compartieron protagonismo con las de Andalucía -muchas de las cuales portaban la estrella roja, seña del independentismo andaluz-.

Como era de esperar, los independentistas también utilizaron el momento del himno para manifestar sus reivindicaciones con una masiva y atronadora pitada. Silbidos al himno y abucheos al Rey de España que aguantó el chaparrón en el palco con gesto impertérrito.

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Todos en el palco

Cerca del monarca se encontraba el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Puigdemont se sentó junto al ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, que acudió al encuentro en representación del Gobierno de España. 

Junto al ministro se sentó la Reina Letizia, mientras que el Rey Felipe VI visualizó el encuentro al lado del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. En el orden inverso, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ubicó entre Villar y el presidente del Sevilla, José Castro. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena también acudió a la final y se sentó junto a su homónimo sevillano, el socialista Juan Espadas.

Partido agónico 
Todos ellos contemplaron como el Barcelona ganó la Copa del Rey al Sevilla (2-0) en un partido agónico, con la expulsión de Javier Mascherano en la primera parte, la de Éver Banega en el minuto 90 y con un gol en la prórroga de Jordi Alba que, junto a otro de Neymar, sellaron un partido inmenso de Iniesta y Piqué, protagonistas absolutos del título que dio un doblete al cuadro azulgrana.

Los dos escribieron su nombre en la final con letras de oro. El equipo de Luis Enrique se encomendó a Gerard Piqué, inmenso toda la noche. El central despejó todo lo que llegó al área de Ter Stegen. Fue un muro de hormigón infranqueable. Él solo se bastó para sostener al Barcelona. Su solidez desesperó al Sevilla, que pese a su superioridad, no consiguió rematar a portería desde el disparo al palo de Banega. Los minutos fueron pasando e Iniesta, que estaba escribiendo su propia crónica estratosférica, provocó la expulsión de Banega en el minuto 90 y el partido volvió al principio, pero esta vez con una prórroga por delante.

El Sevilla perdió su oportunidad. Perdonó casi todo un periodo con un jugador más y lo pagó. Tardo en venirse abajo lo que tardó Messi en aparecer casi por primera vez con un pase de ensueño a Jordi Alba, que entró por la izquierda como una moto para batir a Sergio Rico a los seis minutos de la prórroga. El golpe fue durísimo para los hombres de Emery. Ya no se levantaron. Pudieron hasta recibir más goles, pero Sergio Rico lo evitó con varios paradones. El segundo llegó por medio de Neymar, pero fue testimonial. La Copa es de Piqué y de Iniesta. La inmensidad de ambos en un choque lleno de incidentes (hasta se lesionó el árbitro), encumbró al Barcelona.