La sequía, la emergencia climática y la preservación de los espacios naturales que abundan en nuestro país, son hechos que ya no solo son competencias de activistas y expertos. La proposición de ley del Parlamento andaluz para ampliar los regadíos en Doñana está sirviendo de metralla electoral entre el Ejecutivo y el PP, tanto nacional como andaluz. Mientras el Gobierno deja clara su postura en contra, Bruselas amenaza con una multa millonaria y la comunidad científica pone el grito en el cielo por un parque natural que, si no llora, es porque ni siquiera le quedan lágrimas que gastar.

La situación de Doñana es alarmante, los niveles de agua se sitúan en mínimos históricos mientras sus emblemáticas lagunas se están desecando. Sin embargo, la joya de la biodiversidad de Andalucía no es un caso aislado en la geografía española. La mayoría de los humedales españoles sufren también la alarmante falta de agua, tal y como se desprende del informe Humedales Ramsar en España: en alerta, que incluye hasta 75 enclaves del territorio español de los cuales se examinan un total de 61.

La conclusión del informe es que, al menos, el 85% de los humedales patrios tienen una situación de conservación preocupante, mientras que el 18% presenta un estado moderado, un 29% pobre y un 38% muy pobre. Tan solo el 15% de los enclaves analizados estaría en buen estado. El informe arroja luz sobre las principales amenazas de los humedales. En concreto, la mala gestión del agua amenaza al 60% de dichos lugares, mientras que la agricultura supone un grave peligro para el 35%. Una agricultura que ahora el Gobierno de Moreno-Bonilla quiere legalizar y ampliar con el apoyo de la ultraderecha.

Las Tablas de Daimiel

Además de Doñana, otro de los enclaves en estado crítico son Las Tablas de Daimiel, que junto con el humedal andaluz figuran en la lista de los espacios naturales en peligro más importantes a nivel internacional. Al formar parte de dicho listado, estos enclaves naturales podrán obtener apoyo técnico y financiero de todo el mundo.

El informe sobre la situación actual y las perspectivas de conservación y restauración de los humedales españoles hasta 2030, publicado en 2021 por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, marcaba como objetivo sacar de la lista a estos dos parajes en 2025, aunque debido a las políticas hídricas de la derecha y las condiciones climatológicas, las metas distan mucho de cumplirse.

Desde el Instituto Geológico y Minero de España, advierten que Las Tablas de Daimiel han perdido más de 1.000 hectómetros cúbicos.

El Mar Menor

A pesar de no tratarse de un humedal propiamente dicho, el informe Ramsar también recoge el gran peligro que corre esta laguna salada enclavada en la costa murciana. En el caso del Mar Menor, y tras el inicio grave del proceso de contaminación que se activó en 2016, el gobierno regional de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia reconoce que desde 2015 las aguas del Mar Menor experimentaron un drástico cambio en su calidad y en 2016 la laguna alcanzó un estadio de eutrofización grave (exceso de nutrientes en el agua que hacen que proliferen algas y plantas acuáticas de forma descontrolada) y un “colapso ambiental”. Ese 2016 se constató que se había perdido un 85% de la extensión inicial de praderas marinas y que el 15% restante se concentra en las partes más someras.

A raíz de esta situación, se dictan el Decreto-Ley 1/2017, de 4 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad ambiental en el entorno del Mar Menor, como el Decreto-Ley 2/2019, de 26 de diciembre.

Ambas normativas legales reconocen que se ha puesto de manifiesto un deterioro de la calidad de sus aguas por la progresiva eutrofización de la laguna, que es un problema de complejidad técnica, ambiental y social, y que existe una coincidencia sustancial en la comunidad científica sobre la necesidad de adoptar con urgencia medidas para evitar las principales afecciones al Mar Menor.

Tal y como recoge el informe, preocupa, y mucho, a la comunidad científica el grave desequilibrio que el estado ecológico del Mar Menor atraviesa y que sus relevantes valores naturales, paisajísticos, culturales y turísticos están hoy comprometidos.

La Albufera de Valencia

Por su parte, está ampliamente aceptado por la comunidad científica y los gestores del espacio que los problemas que condujeron al colapso ambiental de la albufera de Valencia dificultan su recuperación ambiental. De hecho, las Administraciones públicas reconocen que los problemas ambientales del humedal están asociados a dos aspectos diferenciados: la deficiente calidad de los aportes de agua que recibe el lago, por un lado, y la reducción cuantitativa de agua de buena calidad, y que aún hoy persiste la crisis ambiental de la laguna.

En este sentido, los propios documentos de planificación hidrológica reconocen que la laguna presenta un estado que no alcanza los objetivos ambientales ya que no existe vegetación sumergida, elemento clave para el buen funcionamiento y regulación del sistema.

A todo ello hay que añadir la pobreza de la fauna acuática y, por lo tanto, asociada a las plantas, así como la desaparición de especies de gran importancia ecológica. Efectos que ya están sufriendo el resto de los enclaves naturales en peligro.

Además, durante los últimos años también se ha presentado un inquietante factor: la reducción de los aportes hídricos. Dicha circunstancia representa un problema potencial de indudable calado, puesto que puede conllevar una pérdida de la calidad general de las aguas. Se puede considerar, por tanto, que el ecosistema muestra un funcionamiento hidrológico completamente modificado, tanto en su estructura como en la tipología y cantidad de los aportes, y una drástica reducción, o desaparición, de poblaciones y especies autóctonas de flora y fauna.