La alpinista, deportista de élite y escaladora, Beatriz Flamini, ha salido de la cueva de Motril en la que ha permanecido durante 500 días completamente aislada. La madrileña de 49 años ha salido a la luz a las 9:07 horas de este viernes con una gran sonrisa en la cara después de más de un año viviendo a 70 metros bajo tierra. Entró en ella el 21 de noviembre de 2021, y aunque su objetivo era permanecer en esta de forma ininterrumpida durante los 500 días, se vio obligada a hacer un paréntesis en su aventura por un problema de ruidos. La alpinista pasó seis días en la superficie y regresó a la cueva, donde ha vivido hasta este viernes.
El público podrá observar la aventura de Beatriz gracias al documental que una productora lleva preparando todo este tiempo.
¿Por qué interrumpió su aventura?
La escaladora madrileña explicó que, tras 300 días de encierro voluntario, se vio obligada a salir de la cueva porque sentía “el ruido del router en su cerebro”, del cual hacía uso solo para comunicar sus necesidades básicas. Beatriz pasó 6 días en la superficie y decidió acampar en la entrada de la cueva. Solo tuvo contacto con la persona que entró a revisar el router y a los pocos días retomó el proyecto al que ha dedicado mucho tiempo y un gran esfuerzo. La mujer, a pesar de la sonrisa con la que ha salido al exterior, ha asegurado que no quería poner fin a su aventura. “En ningún momento he pensado en abandonar. Me he llevado muy bien conmigo misma”, ha explicado.
Un objetivo muy claro
Beatriz Flamini comenzó su hazaña con un objetivo muy claro. La deportista quería permanecer todo ese tiempo en la cueva completamente sola, en aislamiento, sin ningún tipo de referencia temporal ni contacto con el exterior. A su salida, la mujer ha sido sometida a una revisión médica y ha recibido atención psicológica.
Rueda de prensa a su salida de la cueva
La deportista se ha reunido en torno a las 12:00 horas de la mañana con diversos medios de comunicación y se ha llevado a cabo una rueda de prensa de una duración aproximada de dos horas. Flamini ha atendido a los periodistas con ilusión, una permanente sonrisa y un gran sentido del humor.
La mujer ha hablado sobre su experiencia viviendo bajo tierra, las pérdidas de memoria y sus sensaciones tras haber estado completamente incomunicada por más de un año. “Yo sigo anclada en el 21 de noviembre de 2021. No sé lo que ha pasado en el mundo”, explicaba.
La deportista ha explicado que a los 65 días dejó de contar y perdió por completo la percepción temporal.
Coherencia: la clave para no perder el juicio
Beatriz ha explicado que como deportista de élite, lo único que ha hecho que no perdiera la cabeza después de cientos de días aislada es la coherencia. “Coherencia. Cuando me enfrento a algo así lo más importante es la coherencia. Buscar la coherencia entre lo que piensas, lo que sientes y lo que dices. Es cierto que ha habido momentos difíciles, momentos muy bonitos y ambos han sido los que ha conseguido que cumpla los 500 días, que era mi propósito”, respondía a una de las preguntas de los medios.
El momento más complicado
Una periodista ha preguntado a Beatriz por su momento más complicado en esta gran aventura. “Las moscas”, ha respondido de forma rotunda. “Hubo invasión de moscas. Entran moscas, empiezan a poner las larvas, no lo controlé y me vi envuelta en moscas”. A pesar de tener a su disposición un botón del pánico, nunca sintió la necesidad de pulsarlo.
“He respetado mucho el silencio”
La deportista ha explicado en la rueda de prensa que el respeto al silencio ha sido primordial en todo el proceso. “Yo he respetado mucho el silencio. Tanto el de la cueva, pues es una casa que no me corresponde, como el propio. Yo no he hablado sola a no ser que estuviese grabando un vídeo, pero sí es cierto que emitía alaridos y es que la cueva estaba llena de agujeros y cada vez que se caía algo, al meterse en un agujero, lo perdía. No he hablado conmigo en voz alta y las conversaciones que he tenido han sido completamente internas”.
Abandonar nunca fue una opción
Si algo ha dejado claro la deportista durante su encuentro con los periodistas es que, a pesar de las posibles complicaciones y dificultades que se le presentaron, abandonar nunca fue una opción.