El dúo sevillano que vino directamente del escondrijo (eso significaban sus iniciales inicialmente) sigue mostrándose fuerte de conciencia con los quince temas del álbum  «Inkebrantable». Ofrecen colaboraciones con Juanito Makandé, Kase O, Sara Socas...y los ritmos e historias marca de la casa.

Reivindicación y conciencia de clase son aún hoy parte esencial de una música que crece en matices y propone viajes a ritmos latinos, flamencos y aires de Miami y Nueva Orleans.

La carrera de Saturnino Rey ‘Zatu’ y Óscar ‘Acción’ Sánchez empezó en 1993 expandiendo el rap en español desde la zona norte de Sevilla a una audiencia global. Casi 30 años después, están en pleno estado de forma. Han vendido 18.000 entradas en solo 6 horas para el Icónica Fest de Sevilla. Claro, toca ampliar aforo, y es que su público ya solo tiene cabida en grandes foros. El rap ya no es género abocado a los clubs. La gran cita tendrá lugar en el Estadio Olímpico de la Cartuja de Sevilla (más de 70 mil espectadores), el 22 de junio de 2024.

El dúo nos recibe en su estudio para mostrarnos que hacen buena pareja, complementándose como clásicos Lennon–McCartney o Jagger–Richards: charlan terminándose las frases mutuamente, ríen y reflexionan con El Plural sobre su música, convivir con el éxito y sobre cómo mantenerse siempre fuertes en una industria voraz.

PREGUNTA: SFDK pasa de los clubs de MC´s a la congregación de todo tipo de público en estadios, ¿los chavales de barrio Zatu y Óscar soñaban si quiera con llegar tan lejos?

Zatu: Nos ponemos metas a corto plazo , nunca nos hemos dicho: vamos a llegar al tope musical, siempre vamos proyecto a proyecto.

Es un pelotazo cuando te das cuenta que eres parte de la música que escuchan los jóvenes. Eso sí, me encantaría aspirar a ese modelo de hacer un gran concierto por los aniversarios del grupo, hacerme un Extremoduro y ser un grupo emblema que llenemos estadios sin ni siquiera tener que hacer un álbum nuevo.

Óscar (Acción) Sánchez: No queremos vivir bajo una obligación y presión de trabajo, a estas alturas los viajes nos pesan y tenemos que dosificarnos. Además, somos gente sencilla. Nuestra vida es nuestro entorno y nuestros amigos, nunca nos hemos querido ir a vivir a Madrid. Nuestra ambición es más creativa que económica y somos muy inquietos.

P: 18.000 entradas vendidas en 6 horas os llevan a ampliar aforo y a actuar por derecho en un estadio como el Olímpico de la Cartuja, el nuevo disco ayuda con una mezcla de sonido inconfundible sello–SFDK, pero también con mucha sorpresa musical.

Z: Los dos últimos discos vienen de un gran cambio en nuestra manera de trabajar. Antes, yo traía una letra y él la trabajaba. Eso ya no es así. Todo se hace en este estudio, sentados los dos solos, codo a codo, yo rapeo y él crea las bases y las vamos modificando y adaptando a tiempo real. 

Ó: Yo nunca tengo una instrumental cerrada, tengo un boceto sobre el que vamos trabajando. Es cierto que ahora tenemos sonidos más sorprendentes y mestizos. Eso ya viene de «Redención» (2018) donde empecé a experimentar.

El rap a veces es demasiado lineal, se basa en un loop constante,  unos arreglos en el estribillo, y poco más. Con todo mi bagaje musical y con todo lo que quería crear se me queda corto.  Por eso, en este disco hago una paleta de colores y de fusiones musicales más amplia, no puedo evitarlo, no puedo dejar un mismo ritmo porque me aburre, me sale de manera natural.

Z: Es que Óscar es un productor musical de la ostia, no para de analizar, todas las mañanas tiene una rutina: a primera hora revisa novedades y escucha todo tipo de tendencias.

Ó: Sobre todo me gusta el sentimiento de la música electrónica, traduzco todo su potencial emocional o de ritmos mas pop o rock, y lo trasformo a una estructura rap. Imagina a Imagine Dragons o Coldplay en música electrónica y en una percusión de rap, pues esos son los parámetros en los que me muevo. También trabajo mucho los contraritmos. Hay una cantidad enorme de hits mundiales cuya alma está en el contraritmo y eso lo puedes ver en nuestra discografía.

Z: Y aparte, seguimos funcionando porque tenemos la suerte de tenernos el uno al otro, si yo no quisiera experimentar habríamos muerto; pero es que a mí todo lo que él hace me gusta. Siempre me proporciona distintas atmósferas en una misma canción para que yo pueda ir probándome a mí mismo, jugando con distintas melodías. Es un reto continuo y es divertido. En este estudio la premisa es no aburrirse.

Ó: Pero también tengo un cantante que me permite arriesgarme y proponerle todo tipo de mezclas, no es todo culpa mía. Es como estar con tus amigos. Con ellos te lo pasas bien, pero con tu novia, te lo pasas bien , y haces el amor… jaja

Z: Entonces, ¿yo soy tu novia? (ríen y chocan las palmas)

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P: ¿Y tras tantos años, uno no se acomoda?, ¿cómo continúa uno motivándose?

Z: siempre te mueve algo, al principio estás compitiendo con las bandas de tu generación y luego vienen otros y tú sigues ahí, vienen nuevas modas y tendencias y tú sigues ahí, entre toda esa nueva gente y tu música encaja, entonces te dices, ¡seguimos p´alante!

Ó: Escuchamos mucho lo nuevo, no queremos destacar a nadie, pero sacamos de todo alguna pinceladita de todo. Esa escucha activa es rigurosa.

Z: Te fijas en todo lo nuevo, te en cuenta que soy un hombre de 45 años que tiene q hacerse entender y poder conectar con gente mucho más joven. Siempre hay que pensar en a quien nos estamos dirigiendo.

Luego, te fijas en los compañeros de la generación que dan el pelotazo y empiezan a hacer más caja que la que hemos hecho nosotros en todos los años anteriores; así que te preguntas por qué ese éxito. Lo analizamos y de eso seguimos aprendiendo.

P: ¿Y no da envidia ver los números de los nuevos artistas de trap, casi todos unos chavales?

Ó: Todo lo contrario, lo utilizamos como motivación. Soy competitivo, necesito a músicos buenos en mi entorno que me hagan esforzarme para ser mejor.

Z: bueno…un poco se te mueve una cosilla interior en el ego que se resiste a aceptar esas nuevas realidades, pero si reflexionas sabes que eso no te aporta. Hay que digerir ese malestar y disfrutar de lo nuevo.

P: ¿Creéis que el actual éxito de la música urbana habría cosechado tanto sin que grupos como SFDK hubieran sembrado previamente el terreno?

Z: No, claro que no. Todo ese viaje que ha vivido el rap desde los suburbano, la tribu y la identidad hasta la música de masas y estadio no habría sido posible sin nuestro trabajo

Ó: Pero, a la vez, nosotros somos parte de algo que ya venía de Estados Unidos, que deriva del reggae y del rap. Somos también parte de un engranaje. Pero sí, está claro que somos parte de esos cimientos que hemos puesto con nuestra música, nadie construye nada sin cimientos.

Z: Cimientos musicales, pero también en la industria, nosotros jodimos la industria en una época. Nuestro primer disco de oro («Después de…», 2004) lo editamos nosotros mismos, porque la compañía no supo ver nuestro momento álgido. 

Pusimos esa semilla de la autoedición y todo el mundo empezó a hacerlo. Los artistas comenzaron a pasar directamente a YouTube o MySpace. Nuestra historia sirvió para fomentar la autoproducción y acabar con esa idea tan yanqui de llegar y firmar el supercontrato. Ese sistema nunca nos convenció. Nunca hemos querido que la multinacional nos pagara adelantos , lo que se venda es lo que yo tengo y es lo que me pagas , ya está.

P: Vosotros fuisteis protagonistas de la hornada del rap sevillano, hip hop en español con signos de identidad muy marcados; pero ahora, el epicentro de la música urbana en español se ha trasladado al Caribe, tenemos a Bad Bunny y hasta a Rosalía viviendo en Miami.

Z: Es una maravilla, música en español para todo el mundo. Lo que me fascina es que todo esta revolución venga de un islote tan pequeño como Puerto Rico.

Ó: Pero no nos engañemos, también hay un poco de burbuja. Es la industria la que potencia este fenómeno. Es un movimiento que viene generado desde Estados Unidos

P: Esperaba algo de recelo, que dijerais que el trap es un hermano menor del rap, o que son géneros muy comerciales. ¿No sois unos puritanos del rap?

O: Ese puritanismo siempre ha existido. Cuando nosotros empezamos escuchábamos a MC Hammer o Vanilla Ice y los puritanos nos decían ‘eso no es rap o eso es pasteleo’. Pero eso nos permitió a nosotros y a una generación de raperos entrar en contacto con este mundo. Gracias a lo comercial puedes descubrir muchas cosas

Z: Es lo mismo que pasa ahora. Lo hemos visto a nivel mundial con el flamenco y Rosalía, aunque ella haga algo diferente, ha acercado el flamenco a un público que nunca lo habría oído sin ella.

Lo mejor de todo esto es lo que está por venir. Hemos pasado a ser parte de la gran cultural popular. Hoy los niños están educados con el rap, entienden ese ritmo y esas rimas. Lo vemos en nuestros conciertos, vemos a jóvenes y a niños con sus padres que cantan nuestras canciones. Es estupendo porque hay niños con 12 años que ya están en un parque rapeando o trapeando como un demonio. Al fin, la música urbana no les suena extraña.

P: ¿Entonces, el rap ya no necesita estar reivindicando su propio estilo, su propia identidad?

Z: Hay una gran verdad que tenemos que admitir, los raperos durante mucho tiempo hemos sido raperos hablando de rap, mirando nuestro ombligo, música de nosotros para nosotros mismos. Y luego oías ‘que si no llegamos a ningún sitio, que si no nos ponen en la radio’…

Sin embargo, la peña nueva llega contándonos historias, sus movidas, su vida.

 Ó: Es cierto, la parte de yo soy rapero y el porque tú porque yo y el yo soy más que tú, eso se lo han saltado.

Z: Es que yo creo que más que escribir sobre la identidad o sobre tu tribu, hay que escribir desde la honestidad. Trabajo mucho para conservar ese tono honesto, y lo hago con sensibilidad. Soy una persona que llora mucho y que está dispuesta a recibir las emociones mías y las de los demás y todo eso la expongo sin miedo. No me reservo nada. Las canciones son mis diarios.

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P: En cierta manera, el viaje del rap en español de la placeta de barrio a los estadios para todos los públicos es vuestra propia carrera. ¿En qué momento os disteis cuenta de que hubo un punto de inflexión?

Z: En 2005, y no hablamos solo de nuestro disco («2005»,  disco de platino y referencia del género) sino en general. Hasta entonces, solo algunos festivales se arriesgaban con el rap. Pero desde entonces siempre ha habido un escenario de rap en cada festival, una programación exclusiva de rap, era el momento en el que o hacías caso de esto o no te estabas enterando de nada.

Ó: hubo una confluencia, nosotros y muchos grupos veníamos trabajando el rap en español; pero Eminem, a nivel global, fue un bombazo que enseñó el rap a muchas personas. Eso nos hizo bien a todos, de repente todo Cristo escuchaba rap o reguetón

P: ¿Y cómo os movéis en el nuevo mundo de las plataformas musicales como Spotify o iTunes, después de todo, SFDK es una de las pocas bandas cuyos éxitos están en las compilaciones de cintas de casete y en las nuevas playlist?

Z: Si antes hablamos de la autoedición ahora hablamos de las distribuidoras, que son la nueva cortina que la industria ha creado entre el artista y su público.

Ó: Las plataformas son un poco como las mismas discográficas de siempre y son los que más dinero se llevan, eso no ha cambiado. Pero sí cambia como recibes tu sueldo como músico, que va en función del tráfico que generas con tu música.

Z: Para ser honestos, a nosotros la llegada del digital nos salvó la vida porque con una discografía tan extensa como la nuestra siempre hay alguien escuchando SFDK. Ese tráfico es una garantía de sueldo. Yo lo llamo el sueldo de Nescafé y, la verdad, nos aporta estabilidad y por lo tanto libertad para crear

P: Pero, ¿no cambia vuestro trabajo?, hoy muchos artistas están abonados al single+videoclip en detrimento de discos de más de una hora de duración

Ó: Cada artista debe decidir si saca continuamente singles o dosifica su trabajo. Nosotros, por ser coherentes con nuestra carrera, no queremos inundar de singles las plataformas porque creemos que se perderían y se olvidarían.

Somos un grupo de álbum a pesar de que en un disco hay mucho en lo que pensar, conectar los temas, el arte, la portada… Hacer un disco es un coñazo, pero es un trabajo que perdurará en el tiempo.

P: Muchos de los temas que escribís son relatos, servirían a un extraterrestre para entender la crónica social de nuestra época con esos retratos de barrio, ¿cómo llegas a eso, estás pendiente de la actualidad para retratarla?

Z: Puede que haya contado con algo de intuición para expresarme, porque yo empecé a leer muy tarde. Mis colegas, el Tote King o Juaninacka, que eran gente muy leída, siempre se sorprendía de mis letras y me preguntaban cómo era capaz de expresarme de una manera tan poética cuando no leía nada.

Pero la verdad, no quiero informarme mucho ni meterme a fondo en temas de actualidad. Teniendo en cuenta que me considero un ignorante de casi todo, mi mejor herramienta es contar con una noción de justicia social. Un saber que siempre hay un bien y un mal, no estoy hablando de Dios o Demonio, sino de la conciencia. Todo el mundo sabe cuándo hace algo bien y cuando hace algo mal.

P: ¿Y tras casi tres décadas escribiendo consideras que todos tus versos están en la parte correcta de la historia?

Z: Algunas cosas envejecen peor. Por ejemplo, lo que tiene que ver con la sensibilidad actual hacia la mujer y hacia su papel. Siempre me he prevenido a mí mismo de no envejecer mal, no encabezonarme en mis posturas, así que trato de estar abierto a los cambios, por muy radicales que me parezcan. Muchas veces son necesarios, porque vienen a tutorizar el crecimiento de un tallo que va desviado desde hace tiempo. Necesitas jalar de él desde un extremo. Por eso, un reflejo que siempre tengo es ponerme en la piel del otro, para entender lo que reclama.

P: ¿Y qué os queda por decir, sobre qué queréis seguir relantando?

Z: Hay cosas que nos preocupan. Se percibe algo chungo con las redes sociales, uno se indigna con el acceso que tienen los menores al porno que legitima la violencia, por ejemplo. Ahí están las violaciones de menores en manada que se repiten. Sabemos de sobra que las corporaciones tecnológicas saben cuándo el móvil está en manos de un menor. ¿Por qué no hacen nada, por qué no vetan el acceso a esos contenidos? Es algo normalizado y creo que, como sociedad, nos envilece.