Han pasado más de tres meses desde que Pedro Sánchez declarara el primer estado de alarma por el coronavirus. Aquel 14 de marzo España se adentraba en una crisis sanitaria sin precedentes que ya ha dejado más de 28.000 personas muertas (según la última actualización del Ministerio de Sanidad). Una pesadilla que golpeó a la sanidad pública como nunca antes lo había hecho nada, dejando los hospitales colapsados, sanitarios desbordados, y otras graves situaciones como entierros sin despedidas de familiares, cadáveres en residencias sin levantar… El momento más trágico, por ahora, ha quedado atrás pero no, el coronavirus, el cual sigue su transcurso puesto que, para la vacuna todavía habrá que esperar. Por ello, cualquier medida de prevención es poca, sobre todo, en un momento en el que la denominada nueva normalidad está a la vuelta de la esquina. 

De ahí, que las autoridades del Ministerio de Sanidad no hayan dejado de repetir en las últimas semanas el “no hay que bajar la guardia” porque la COVID-19 puede rebrotar en cualquier momento. Así ha ocurrido esta misma semana en Pekín, donde han tenido que volver a implantar medidas como el teletrabajo, la cancelación de vuelos y el cierre de las escuelas tras detectarse un brote en el mercado mayorista de Xinfandi. Pero, este no ha sido un caso aislado, en los últimos días también se han localizado nuevos brotes en Estados Unidos, Irán, Marruecos y Alemania. Controlarlos es ahora la prioridad, pero también prepararse para lo que pueda ocurrir de cara al otoño-invierno, una época que preocupa especialmente por una razón: que la COVID-19 coincida con otras infecciones respiratorias como la gripe.

“La posibilidad de una segunda ola de coronavirus de cara a otoño es bastante alta y esto sería un desastre porque se producirían un repunte alto de cuadros víricos, puesto que coincidirían la COVID-19, con los catarros y la gripe común”, alerta un médico de Atención Primaria de la sanidad valenciana que prefiere mantener su anonimato. Para facultativo habrá que estar atentos en las fechas navideñas porque es en esa época donde se empiezan a diagnosticar los primeros casos de gripe estacional. “En la Atención Primaria normalmente empezamos a diagnosticar los primeros casos de gripe a partir del 10 y 15 de enero. Y eso se produce por el frío y porque durante las navidades estamos más en contacto con otras personas”, añade.

Primeras propuestas

El miedo a que esta hipótesis se cumpla ha provocado que los dirigentes políticos empiecen a preparar un plan para que la sanidad no se vuelva a colapsar y esté preparada para dar respuesta a esa necesidad sanitaria. Uno de los primeros en dar un paso, en este sentido, ha sido el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, el cual ha propuesto que se avance el calendario de la vacuna de la gripe en los grupos poblacionales más vulnerables. Una propuesta que desde el Ministerio de Sanidad ya se está estudiando. Además, tal y como explican a este periódico, están también valorando ampliar los sistemas centinela de la gripe de forma que integren la COVID-19 y otros virus respiratorios.

Pese a que este médico ve positiva la propuesta, recuerda que las vacunas nunca “son el 100% efectivas”. De hecho, señala que la vacuna de la gripe suele tener un 60% de efectividad en los pacientes y que, por tanto, esto no garantiza una inmunidad total. Por eso, advierte de la necesidad de reforzar la Atención Primaria en los próximos meses: “Si la Atención Primaria no funciona el vaso se desbordará, en cambio, si funcionamos bien evitaremos que de nuevo se vean colapsadas las urgencias, las UCIs y que hagan falta más camas”, apunta. 

A Sergio García no hace falta que le cuenten lo que se vivió durante los meses más duros de la epidemia en España. Él estuvo al pie del cañón y salvando a los pacientes más críticos por el coronavirus. Es médico intensivista en la UCI del hospital de La Ribera en Alzira (Valencia). “Recuerdo los primeros meses muy duros y estresantes. Los pacientes que nos llegaban a la UCI enfermaban muy rápido y llegaban a un estado grave en seguida. Ahora hemos recuperado la normalidad en nuestra área, pero soy consciente que en cuanto llegue el frío hay posibilidades de un nuevo rebrote”, indica García. Sobre la propuesta de avanzar la campaña de vacuna de la gripe, considera que se puede llevar adelante, y espera que los pacientes hagan caso a sus respectivos médicos y se vacunen si así lo necesitan. “En años anteriores, muchas personas cuyos médicos les recomendaban vacunarse no lo hacían. Creo que ahora hay más conciencia y espero que lo hagan”, añade.

María Isabel Giráldez, médica de familia en el centro de salud Nuestra Señora de Fátima en Madrid sostiene que el adelanto o no de la vacuna de la gripe lo deben determinar los epidemiólogos e insiste en que no “una decisión política”. Aun así, Giráldez admite que la cobertura de la vacuna de la gripe “no es tan grande como debería” y que incluso el propio personal sanitario muchas veces se ha mostrado reacio a vacunarse. “Este año entre el miedo y el alto nivel de conciencia, creo que la gente se mostrará receptiva a vacunarse”, explica la médica.

Por otra parte, García reconoce que el hecho de que el coronavirus y la gripe tengan una sintomatología prácticamente idéntica, hará que muchas personas quieran ir a urgencias en cuanto presenten alguno de los síntomas como fiebre, dolor de garganta, diarrea etc. “El invierno será duro porque el coronavirus sigue siendo una enfermedad nueva para nosotros. Y además, hay que recordar que ya la propia gripe siempre ha tenido un papel importante en la UCI. Todos los años tenemos pacientes con neumonías provocadas por ella y también llegamos a tener un pequeño colapso”, alerta el internista.  

Pese a todo esto, los sanitarios consultados coinciden en que para la segunda ola de COVID-19 el sistema sanitario está más preparado por dos motivos: se conoce un poco más el coronavirus y hay más recursos. García, en este sentido, cuenta que su hospital está estudiando todos los protocolos de actuación para que la disponibilidad de las camas sea más alta. En términos similares se expresa el médico de cabecera: “Ahora tenemos más medios, más mascarillas, más respiradores, más PCR e incluso hospitales de Campaña como el de Ifema o el de la Fe de Valencia, los cuales en momentos determinados pueden ayudar”. Eso sí, los tres reclaman la urgencia de seguir ampliando las plantillas porque siguen siendo insuficientes. “Hemos estado doblando turnos y trabajando muchas horas. Es indispensable un refuerzo”, subraya García.                        

Las PCR, claves

Otro aspecto en el que coinciden estos sanitarios es que la mayor disponibilidad de pruebas diagnósticas, las PCR, facilitará discernir entre pacientes con coronavirus y con otros cuadros víricos. “Al principio tuvimos problemas de abastecimiento, pero ahora ya no. Hacemos la PCR a todos los pacientes que ingresan en nuestro hospital”, explica el médico internista del Hospital de La Ribera. Estos test llegaron hace aproximadamente un mes a la Atención Primaria, tal y como asegura el médico consultado, quien añade que la relación entre sanitario y paciente se está realizando por teléfono. “Por teléfono valoramos si el paciente es un posible caso de COVID-19. Si es así, pasamos una orden a enfermería para que preparen la PCR. En 48 horas, tenemos el resultado del test”,

Este nuevo modus operandi en la Atención Primaria no se hubiera implantado, al menos a corto plazo, si no hubiera habido una crisis sanitaria de estas características. Y esto, paradójicamente, ha supuesto un balón de oxígeno para este área: “La Atención Primaria estaba hecha un desastre. Ahora las personas la utilizan cuando realmente les hace falta. El 90% de mi trabajo lo resuelvo por teléfono. Esto ha sido un paso muy importante”. Giráldez mantiene una opinión parecida en este asunto y apunta que la Atención Primaría a día de hoy sigue funcionando prácticamente como en los años 80. “Ya llevábamos tiempo pidiendo el uso de las nuevas tecnologías en nuestro departamento de manera que ciertas consultas presenciales se pudieran sustituir vía teléfono”, indica la médica. No obstante, aclara que esto no es sinónimo de menos trabajo, puesto que al día suele atender más de 40 llamadas, pero que permite evitar “acumulación de personas en las salas de espera”.

Y este posible escenario ¿cómo podrá afectar a las personas psicológicamente? El psicólogo Enric Valls recuerda que ya en la primera ola de coronavirus tuvo que recomendar a algunos pacientes, especialmente afectados por la hipocondría, que evitaran la sobreinformación. “Las personas con hipocondría suelen focalizar su ansiedad en la preocupación por la salud. Tienen un miedo irracional que, ahora se ha disparado con la llegada de esta pandemia”, indica Valls.

Como profesional de la salud mental, pronostica que con la llegada del frío y el aumento de las infecciones respiratorias no solo aumentarán las consultas de Atención Primaria,sino las de psicología y psiquiatría, departamentos que sobreviven con una enorme falta de recursos. “La ratio de los psicólogos en la sanidad pública por habitantes es ridícula”, critica. “Antes del confinamiento, los médicos de Atención Primaria ya estaban pidiendo formación en temas como la ansiedad porque el área de Salud Mental está de por sí muy saturada y la COVID-19 ha acentuado más los problemas emocionales en muchos sentidos”, lamenta el psicólogo.