Un guardia civil ha sido condenado a un año y dos meses de prisión por disparar en varias ocasiones a un compañero tras proponer un intercambios de parejas a través de una aplicación de mensajería instantánea. Así lo ha confirmado el Tribunal Supremo esta semana después de que la Sala de lo Militar haya dictado una sentencia en la que desestima los recursos de los agentes implicados contra la resolución del Tribunal Militar Territorial Cuarto.

Los hechos

Según las informaciones, los hechos ocurrieron el pasado 29 de marzo de 2017 en el Puesto de la Guardia Civil de Almarza, en Soria, cuando los dos agentes -que tenían una buena relación personal y profesional- estaban manteniendo una conversación a través de WhatsApp sobre asuntos personales ajenos a su trabajo.

En un momento dado, la conversación se tornó tensa cuando uno de los dos hombres sugirió un intercambio de parejas al otro, quien le contestó reclamando respeto y seriedad con esas cuestiones. Pese a que el agente se disculpó, llegaron a intercambiarse insultos y amenazas. Eso, sin embargo, no se quedó aquí y continuó horas más tarde.

Tal y como se recoge en el auto, al final del servicio, el agente que propuso al otro el intercambio de parejas solicitó hablar con su compañero para aclarar las cosas y solucionarlo, y le encontró de noche en un parque paseando a su perro. Allí, ambos todavía uniformados y armados, iniciaron una discusión hasta que el hombre decidió volver a casa con su perro.

Eso no sentó bien al otro guardia civil, quien respondió sacando su arma y disparando una bala que pasó cerca de la pierna del agente. Entonces, el agredido se abalanzó sobre su compañero para quitarle la pistola, pero el otro efectuó un segundo disparo, que finalmente se fue al aire y no le impactó. Tras forcejear, consiguió arrebatarle el arma.

Varios enfrentamientos posteriores

Después de esta trifulca en el parque, ambos guardias civiles fueron a la vivienda de otro de sus compañeros, concretamente un comandante, para explicarle lo que había sucedido. Este, que fue acusado por otro agente de haber estado bebiendo mientras estaba de servicio, les pidió que no avisasen a ningún capitán para así evitar problemas.

Entonces, el agente que fue disparado se trasladó hasta el parque para recoger los casquillos y regresar al pabellón, donde le dijo al comandante que informase al capitán, algo a lo que este se negó, tal y como avisó anteriormente. Con todo, el afectado le quitó el teléfono y finalmente llamó a su superior, que aseguró acudir de inmediato hasta la zona para esclarecer los hechos.

De esta forma, esto provocó una nueva discusión, y cuando el comandante al mando se iba a marchar hasta casa, el otro le cerró la puerta atrapándole la mano, que empezó a sangrar abundantemente. Ambos salieron de allí para ir a casa del agente herido a curarle aunque sin dejar de discutir, lo que derivó en otro enfrentamiento. Ambos comenzaron a forcejear para hacerse con el arma del guardia civil que disparó en el parque, momento en el que llegó el capitán, quien -aseguran- ordenó enviar al hospital al agente herido y buscar al responsable de los disparos. Este, finalmente, fue detenido poco después.

Las condenas

Ahora, cinco años después de los hechos, el Supremo ha confirmado todas las condenas impuestas a los implicados. En concreto, se determinó un año y dos meses de cárcel para el guardia civil que atacó al otro por un delito relativo a los derechos fundamentes y las libertades públicas por los militares en su modalidad de "maltrato de obra".

También los demás partícipes han resultado amonestados. El agente que ocupaba el cargo de comandante ha sido condenado a tres meses de prisión por un delito contra los deberes del servicio -al no querer avisar a un superior para evitar problemas por haber bebido-, mientras que al agente que lesionó la mano de este último le impone una multa de 600 euros por un delito contra la eficacia en el servicio, además de otros 3.000 euros al guardia civil que hirió.