Se avecina una ola de frío en España que preocupa a los ciudadanos por las complejas situaciones meteorológicas que los españoles han vivido en los últimos inviernos. No afectará por igual a toda la península y de la orografía dependerá cómo capear los contratiempos. Si el pasado fin de semana ya se vivió un temporal atlántico que se dejó notar en la Comunidad Valenciana y Baleares con especial virulencia, el inicio del mes de noviembre ha traído aparejada una vaguada polar que ha provocado las primeras nevadas en Asturias, Navarra, Aragón, Cataluña y la Comunidad de Madrid.

Sin embargo, si algo preocupa sobremanera a los meteorólogos es la nueva DANA (Depresión Aislada de Niveles Altos) que afectará con copiosas lluvias en el Mediterráneo Occidental, en forma de nieve en los puntos más altos. Pese a que es pronto para indicar la gravedad del fenómeno, sí que se auguran lluvias de alta intensidad en el tercio norte del país.

¿Qué es una DANA?

La DANA (depresión aislada en niveles altos), también conocida como gota fría, es un embolsamiento de aire frío que ocasiona lluvias torrenciales, bajada de temperaturas y fuertes rachas de viento. Es un fenómeno cada vez más frecuente en España, sobre todo desde 1990. El Mediterráneo es uno de los territorios más vulnerables a estos cambios, especialmente por sus particularidades geográficas: cuenca rodeada por grandes sistemas montañosos.

Por lo general, este fenómeno atmosférico cada vez más común en la previsión del tiempo de los informativos y, por ende, cada vez más familiar en la jerga común de los españoles, produce lluvias torrenciales, una bajada estructural de las temperaturas y rachas de viento de una intensidad superior a la común. Un escenario perfecto para provocar el caos en carreteras, plantas bajas de garajes o locales comerciales, inundaciones, problema con los suministros -especialmente en zonas de alta montaña, donde las mercancías tienen problemas para llegar-, cortes de luz y numerosos daños materiales.

¿Influye el cambio climático en la aparición de DANAs?

Estas depresiones cada vez se producen con más asiduidad. Los expertos coinciden en señalar que, pese a que no hay evidencias en que la DANA y el cambio climático estén vinculados, sí se puede afirmar que el cambio climático da pie a que se produzca el escenario perfecto para que las lluvias torrenciales sean más comunes, especialmente en el principio de otoño, cuando una bolsa de aire frío queda aislada y al mismo tiempo una bolsa de aire caliente y húmedo sube y provoca un choque que acaba resultando en precipitaciones virulentas.

"Cuando se hacen los estudios de atribución, la precipitación extrema es bastante difícil de asignar directamente al cambio climático. Sabemos que tiene una responsabilidad en el aumento de frecuencia, pero no podemos decir que esta DANA ha sido producida por el cambio climático, sino que el cambio climático ayuda a un aumento de las DANAs y muy posiblemente al aumento de la virulencia de la precipitación", explicaba Daniel Santos, meteorólogo del Centro Meteorológico de Dinamarca e investigador de la Universidad Complutense de Madrid, en declaraciones a ElDiario.es en un reportaje publicado el pasado mes de septiembre.

¿Cómo protegerte de una DANA?

Hay situaciones donde este fenómeno adverso puede complicarse. Uno de los más temidos es que la DANA te pille conduciendo. Al volante, una lluvia torrencial puede provocar retenciones, cortes de carreteras, colisiones en cadena y nerviosismo, especialmente para los conductores menos experimentados. Lo prioritario es mantener la calma.

Para ello es necesario seguir una serie de recomendaciones que pueden acabar siendo de vital importancia. Desde ElPlural.com hemos realizado un pequeño listado que deberás interiorizar si alguna vez te enfrentas a una situación de este tipo.

  • No intente cruzar la corriente, evite toda exposición al riesgo
  • Tenga cuidado con los socavones
  • Si ves que no puedes continuar, avisa a emergencias, da la vuelta y busca una ruta alternativa -siempre que sea posible-

Además, y aunque mucha gente lo desconozca, que nuestro coche sea arrastrado por la corriente de agua depende principalmente de cinco factores: el peso del vehículo, la altura de los bajos, la velocidad de la corriente, la profundidad del cauce y la inclinación del terreno.

La altura del agua puede ser determinante. Si la altura del agua llega a la mitad de las ruedas, estas pierden adherencia. Si llega a la mitad del coche, el automóvil empezará a flotar y será arrastrado por la corriente. Llegados a esa situación, hay que quitarse el cinturón de seguridad y, en caso de no poder bajar las ventanas automáticamente, habrá que romper una luna para abandonar el vehículo y subir al techo. Si no podemos romper el cristal, se recomienda abrir la puerta que se sitúe a favor de la corriente. 

Al margen, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, adherida al Ministerio del Interior, dio una serie de pautas en septiembre de 2020 que fueron recogidas por el diario digital Mallorca Confidencial y que ElPlural.com recoge a continuación.

  1. Si va conduciendo, disminuya la velocidad, extreme las precauciones y no se detenga en zonas donde pueda discurrir gran cantidad de agua.
  2. Si tiene que viajar, procure circular preferentemente por carreteras principales y autopistas.
  3. En caso de tormentas súbitas y lluvias intensas, se debe tener en cuenta el lugar donde se aparcan los vehículos. El rápido ascenso del nivel de las aguas puede dañar los vehículos aparcados sobre zonas inundables y, además, arrastrarlos, provocando daños a bienes ajenos e incluso obstaculizar el flujo natural de la corriente.
  4. Si comienza a llover de manera torrencial, piense que existe riesgo de inundación. No atraviese con su vehículo ni a pie, los tramos inundados, porque desconoce lo que puede haber debajo del agua y localice los puntos más altos de la zona. No intente salvar su automóvil en medio de una inundación.
  5. Si se encuentra en el campo, hay que alejarse de los ríos, torrentes y zonas bajas de laderas y colinas, evitando atravesar vados inundados. Igualmente, debe dirigirse a los puntos más altos de la zona.
  6. No obstante, el difícil pronóstico de los fenómenos tormentosos aconseja mantenerse informado en todo momento de la posible evolución de los cambios meteorológicos. Ante el riesgo de tormentas
  7. El peligro de las tormentas para las personas se produce, fundamentalmente, en campo abierto. No obstante, en los núcleos urbanos también hay peligro de caída de rayos, por lo que es conveniente colocarse cerca de los edificios para protegerse. En las viviendas se aconseja evitar las corrientes de aire. Si va conduciendo, un vehículo cerrado puede ser un buen refugio.
  8. Si la tormenta le sorprende en el campo, evite correr y permanecer en lugares elevados, como los altos de las colinas, crestas o divisorias. No se refugie bajo los árboles y aléjese de alambradas y objetos metálicos.

¿Qué zonas pueden verse más afectadas?

Especialmente cautelosa ha de ser la población que viva cerca del cauce de un río. Las lluvias torrenciales pueden provocar desbordamientos que acaben inundando terreno y hogares construidos fuera del límite seguro. Sobra decir que ante un fenómeno de este tipo todos los ciudadanos deben estar bien informados y evitar estar cerca de un río en el momento de las precipitaciones, ya que corren peligro de ser arrastrados por la corriente, morir ahogados o sufrir fuertes golpes que deriven en una conmoción.

Tampoco es plato de buen gusto para todos aquellos que vivan en zonas altas. Las lluvias, e incluso las nevadas, suelen provocar cortes en las carreteras y la incomunicación de los vecinos. Aunque están más que acostumbrados, es recomendable tener un kit de supervivencia con los víveres necesarios para aguantar días, e incluso semanas, sin comprar en el supermercado e incluso sin suministro eléctrico: ten a mano una mochila para emergencias que contenga agua, alimentos no perecibles, abrigo, linterna, radio a pilas y un botiquín de primeros auxilios.

 En estos casos también es recomendable proteger y reforzar el techo de tu vivienda, revisando el tejado, la bajada de agua y eliminando toda acumulación de residuos y materiales que puedan obstaculizar el paso del agua por el drenaje. Lo mismo pasa con la entrada de la vivienda: es necesario despejar al máximo la nieve para que esta no acabe convirtiéndose en hielo y ocasionando caídas o imposibilidad de moverse en los días posteriores a la gran nevada.

En el caso de las ciudades, es necesario prestar atención a las recomendaciones de las autoridades competentes y de la DGT en la entrada y salida de la urbe. Además, siempre hay que estar pendiente de cualquier tipo de desprendimiento, con especial cautela con las zonas arboladas.