Cada vez son menos las personas que se negarían a vacunarse una vez llegado su turno. Así lo refleja al menos el último barómetro del CIS, que reduce los antivacunas a un 2%. Un porcentaje que contrasta directamente y de manera abultada con el de las personas -dentro de las entrevistadas- que ya han recibido la vacuna contra el virus (un 94,3%). Entre las causas principales de quienes no accederían a inocularse el fármaco, destaca la de que “no se fían” de él. Otra razón que también se mantiene dentro de este cada más minoritario sector es la de los posibles efectos secundarios.

En cualquier caso, no solo disminuye claramente el número de personas antivacunas, sino que cada vez son más quienes piensan que la vacuna debería ser obligatoria. Según este último barómetro, el 47,7% considera que todo el mundo deberían recibirla, sí o sí. Por su parte, el 25,4% discrepan acerca de esta opinión y un 21,8% considera que depende de los casos.

El CIS ha preguntado también sobre la obligatoriedad de la vacuna en el personal sanitario, en las personas que trabajan en residencias y, en definitiva, en las que tienen relaciones profesionales con el público en general. En este sentido, asciende hasta un 64,5% el porcentaje de los ciudadanos que consideran que estos trabajadores deberían vacunarse de forma obligatoria y se queda en un 28% el de quienes mantienen que no debería ser así.

A raíz de las preguntas relacionadas con el personal de residencias, cabe señalar que este jueves Sanidad ha aprobado que se inyecte una dosis de refuerzo a los mayores que se encuentran en estos centros, enfermos en tratamiento de cáncer y a las personas mayores de 40 años con síndrome de Down. Hasta entonces, la tercera dosis solo estaba aprobada en los pacientes inmunodeprimidos.