Entre la investigación y la práctica clínica pueden pasar años, décadas, incluso. Hace largo tiempo que científicos de distintos países comenzaron a dar la voz de alerta sobre la relación entre el consumo de leche y derivados y enfermedades como el Crohn. Esta patología se caracteriza por provocar un proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal, y hasta no hace mucho, iba acompañada de la etiqueta “autoinmune”.

Sin embargo, son cada vez más los investigadores que apuntan a una causa bacteriana que tiene nombre propio: Mycobacterium avium paratuberculosis (MAP), presente en leches y derivados, porque resiste el proceso de pasteurización.

Son varios los estudios que establecen una relación entre esta bacteria y la enfermedad de Crohn y otros síndromes inflamatorios crónicos. La primera vez que se hizo fue en 1984, cuando, de forma experimental, se cultivó el organismo a partir de tres muestras intestinales reseccionadas de pacientes afectados.

Desde entonces, son centenares las investigaciones que se han llevado a cabo al respecto, e, incluso, se han probado terapias antiMAP basadas en antibióticos, con buenos resultados en términos de remisión de la enfermedad.

Aunque todavía hay una parte de la comunidad médica que niega o duda de esta relación, cada vez son más las voces defensoras de la teoría bacteriana.

La misma enfermedad en el ganado

El Mycobacterium avium paratuberculosis afecta también a vacas, ovejas y cabras, produciendo una patología, la paratuberculosis, denominada enfermedad de Johne, cuya sintomatología es muy similar a la de Crohn en humanos. El MAP está presente en frutas, verduras y hortalizas, pero la leche podría ser la principal vía de contagio porque el ganado lechero está altamente afectado. Se calcula que en Estados Unidos, lo podría estar hasta el 90%.

No todos somos susceptibles de infección

Pero, si la bacteria está tan presente en los lácteos y fuese la causa del Crohn, ¿por qué no todos tenemos la enfermedad? La explicación parece estar en cómo eliminamos los patógenos que viven dentro de las células. Existen genes asociados con esta patología que también han sido relacionados con nuestra capacidad de eliminar el mycobacterium.

William Chamberlain, investigador de MAP, y a día de hoy gastroenterólogo retirado en Gergetown, señaló entre estos genes el NOD2/CARD15. Este causaría una desregulación inmune que perjudica la eliminación de este patógeno.

¿Por qué no se elimina el MAP?

Llegados a este punto, podemos preguntarnos por qué se permite la presencia de MAP en los alimentos. El problema reside en que no está clasificado oficialmente como un patógeno zoonótico, por lo que no hay regulaciones que requieran su eliminación del suministro de alimentos.

Si en los próximos años se determina que la proliferación de Mycobacterium en nuestro intestino es la causa de que desarrollemos la enfermedad de Crohn, serían necesarias importantes modificaciones en las industrias ganadera y láctea. Para investigadores como Graham lo que está pasando a día de hoy con el MAP es igual que lo que ocurrió con el Helicobacter pylori hasta que se demostró que era la causa de las úlceras pépticas. Por ello, por el momento, lo que pueden hacer los enfermos con esta patología es reducir el riesgo de sobreinfección.

Formas de detección y vacunas

Pero no solo es una asignatura pendiente que se determine de forma definitiva que el MAP es la causa del Crohn. También lo es su detección. El Dr. Ira Kalfus, de RedHill Biopharm, ha advertido del desafío que supone hacerlo a través de ensayos serológicos, porque las pruebas disponibles en el mercado tienen baja sensibilidad.

La esperanza  para los afectados, no obstante, es que hay mucha investigación en marcha para la prevención, detección precoz y tratamiento de la infección por este patógeno como pruebas de diagnóstico en sangre, vacunas y combinaciones de antibióticos eficaces.