La primera fotografía que envía Miguel Leralta para ilustrar este reportaje muestra dos manos atadas por la muñeca con una cuerda de color rojo. Es como ese hilo rojo de la mitología asiática que dicen que une a las personas destinadas a estar juntas por lejos que se encuentren, le digo. “No se puede describir mejor”, responde.

Y así comienza la historia de dos amigos abulenses, Miguel y Javier González Lara, con discapacidad visual, que el lunes, 9 de septiembre, echan a andar hacia Santiago de Compostela desde Roncesvalles con un reto: recaudar fondos para la prevención del suicidio a través de patrocinios, donaciones y venta de camisetas. 750 kilómetros en dieciséis días que Javier recorrerá con la ayuda de Xudán, su perro guía, y de Miguel, su sherpa particular, compañero de tándem y excursiones, junto a otras dieciséis personas voluntarias que irán turnándose para acompañarlos en distintas etapas.

Vecinos y compañeros de escapadas

Hay quien describe a Miguel como “ultractivo” y “testarudo”, y sé que quien lo hace es su amigo, así que la primera pregunta para ponernos en situación tiene que ser cómo surgió esto y de qué conoce a Javier y, de este modo, Miguel cuenta que Javier era su vecino y que cuando se quedó ciego él colaboró intensamente en animarle a salir, caminar juntos e, incluso, hacer excursiones sobre dos ruedas, en tándem.

“Esto surgió granito a granito”, explica, “Javier quería hacer el Camino de Santiago en tándem y yo al principio me resistí por falta de tiempo, pero luego le propuse hacerlo caminando y convertirlo en algo con un objetivo solidario, así que fuimos retroalimentándonos, madurándolo, y decidimos caminar para recaudar fondos para la prevención del suicidio”.

Así llegaron a Hablemos, una asociación de Ávila para la prevención del suicidio y el apoyo a los supervivientes que necesitaba visibilidad, ¡y vaya que se la dieron! Miguel y Javier se fueron liando y liando y al final liaron a las instituciones, patrocinadores y empresas colaboradoras; crearon una página web, https://www.hablemosenelcamino.es/, diseñaron unas camisetas que se venden por ocho euros y también enrolaron en la aventura a todos los voluntarios que, como ellos, van a sufragarse sus propios gastos de alojamiento y manutención en el Camino para que los beneficios íntegros se destinen a la asociación.

“¿Por qué no se puede hablar de esto?”

En la cuenta de Instagram de Hablemos (@asociacion_hablemos) lo primero que se ve es la imagen de esta frase: “Hay nudos que sólo se desatan hablando”, y en eso incide Miguel, que se pregunta por qué no se puede hablar del suicidio, por qué, hasta no hace mucho, ha sido un tema tabú para la sociedad, incluidos los medios de comunicación.

Miguel y Javier

Fue precisamente eso, la sensibilización y visibilización social, el apoyo a quienes están sacando a flote el problema, reduciendo el estigma, acompañando en el duelo silencioso de las familias, ayudando a prevenir la conducta suicida y concienciando sobre la importancia de la salud mental lo que los llevó a elegir el motivo solidario por el que afrontar el reto de la Ruta Jacobea. “Reflexionamos sobre cuánta gente cercana se había quedado en el camino por esto”, dice, “y tanto Javier como yo tenemos hijos en edades que empiezan a dar miedo”.

Su primer paso lo darán precisamente la víspera del Día Mundial para la Prevención del suicidio, establecido por la Organización Mundial de la Salud el 10 de septiembre y que se celebra desde 2003.

Pero además, animan desde su web a acompañarlos en el camino, bien presencialmente, bien a distancia. Proponen hacerse una foto con la camiseta y compartir en redes sociales su caminata particular. “Queremos que durante los días que dure el reto, el logo de las camisetas y su significado inunde cualquier rincón de una calle de cualquier lugar del mundo”.

10 patrocinadores, 41 empresas

Del trabajazo previo a la partida realizado por estos dos amigos dan cuenta las cifras: 10 patrocinadores y 41 empresas colaboradoras, pero el desafío de verdad comienza ahora: caminar 50 kilómetros al día, cuidar a Xudán —que sólo puede caminar 20— cuando se aparte de la ruta, organizar la logística y mantener, sobre todo, el entusiasmo que les ha traído hasta aquí.

Las metas son tres: Santiago, cumplir el sueño de Javier y que se hable de Hablemos. “He hecho el Camino tres veces”, concluye riendo Miguel, “pero más light, desde Villafranca andando y otras dos en bici, desde Ávila y desde León; pero esta vez los 750 kilómetros los hago enteros con él o salgo con los pies por delante, porque es a Javier al que no se le pone nada por delante... y yo me animo”.

Ahora es cuando entiendo lo que leí sobre Miguel.

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