Los cálculos urinarios, comúnmente conocidos como piedras en el riñón y uréter, o también llamadas litiasis, son una afección que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque en la mayoría de las ocasiones pueden no ocasionar síntomas e incluso pueden tratarse de un hallazgo incidental, su presencia puede ser dolorosa y a veces peligrosa. El análisis de estos cálculos ofrece una ventana única a la comprensión de su origen, composición y, lo más importante, cómo prevenir su formación en el futuro.

Recoger y analizar un cálculo urinario es crucial para determinar la causa subyacente de su formación. Bien sea porque se ha expulsado de manera espontánea o tras un procedimiento terapéutico, es muy recomendable recoger el cálculo o alguno de sus fragmentos. Este análisis de su composición no solo sirve para conocer la causa de su formación ayuda a guiar el tratamiento y el seguimiento del paciente sino que también juega un papel fundamental en la prevención de futuras formaciones.

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Con el avance de la tecnología, métodos como la microscopía estereoscópica, la espectroscopía de infrarrojos y la microscopía electrónica de barrido con microanálisis por energía dispersiva de rayos X han reemplazado a la microscopía óptica tradicional, proporcionando una visión más detallada y completa de la composición de los cálculos.

Clasificación y frecuencia de los cálculos

La composición de los cálculos urinarios varía geográficamente y ha cambiado a lo largo del tiempo debido a factores dietéticos, socioeconómicos y de salud. Los cálculos de calcio representan entre el 70-85% del total, seguidos por los cálculos úricos (10%), las litiasis infectivas (2-15%) y los cálculos de cistina (1-2%).  “En cuanto a la prevalencia, las litiasis de calcio y de ácido úrico han experimentado en las últimas décadas, un aumento en detrimento de las litiasis infectivas, que han disminuido”, nos explica María Alcoba García, uróloga de la unidad de Litiasis, Litotricia y Endourología, del servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Los cálculos pueden clasificarse en función de su origen. Las que se componen de oxalato cálcico, fosfato cálcico y ácido úrico son de origen no infeccioso o metabólico mientras que las que tienen origen infeccioso se componen de fosfato amónico magnésico,  carbonato apatita o  urato amónico. Existen también litiasis secundarias a enfermedades genéticas como aquellas compuestas por cistina, xantina, 2,8 dihidroxiadenina, así como cálculos secundarios cuyo origen se encuentra en la toma de determinados fármacos.

Una prueba de la importancia de conocer la composición de una litiasis es que este dato permite a los médicos clasificar a los pacientes y conocer quienes tienen un alto riesgo de padecer la formación de cálculos renales. “Por ejemplo, aquellos cuyas litiasis sean de brushita, ácido úrico, litiasis infectivas, cistina, xantina, o 2,8 dihidroxiadenina tienen mayor riesgo de recurrencia”, nos explica la doctora Alcoba.

Radiopacidad y tratamiento

La composición de los cálculos también influyen en su radiopacidad; es decir, en cómo de nítidos se van a poder ver en radiografías simples. Los cálculos compuestos por oxalato cálcico y fosfato cálcico son fácilmente visibles, “sin embargo, las litiasis úricas, las de xantina, las de 2,8 dihidroxiadenina y las litiasis farmacológicas, son radiolúcidas, por lo tanto, no visibles en la radiografía simple de abdomen”, subraya la doctora de la Fundación Jiménez Díaz,” y otras litiasis, como las de fosfato amónico magnésico, las de apatita y las de cistina, son poco radiopacas, es decir, sí son visibles con rayos X, aunque con muy poca nitidez”. Esta característica influye en la elección del método de diagnóstico por imagen y tiene implicaciones en el tratamiento.

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De hecho, la composición de las litiasis influye en la elección del tratamiento que haga el doctor. Con el tratamiento farmacológico, a través de la alcanización, se pueden tratar las litiasis úricas, dado que aumentando el pH urinario a niveles en torno a 6,5-7,2 se logra disolver este tipo de cálculos. Sin embargo, las litiasis de cistina son muy duras y ofrecen resistencia a ser fragmentadas. “Son litiasis que difícilmente se van a resolver con litotricia extracorpórea con ondas de choque (LEOC) y nos debería hacer inclinarnos por la cirugía como primera opción de tratamiento”, explica la doctora Alcoba.

La prevención de los cálculos urinarios incluye una serie de recomendaciones dietéticas y de estilo de vida, aunque la vertiente multifactorial de la litiasis renal implica que, “a pesar de que usted siga estrictamente las recomendaciones dietéticas, no se puede asegurar que sus litiasis no vuelvan a aparecer”, dado que intervienen otros muchos factores, aclara Marta Crespo Yanguas, nutricionista del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

“En ocasiones, será necesario que el paciente sea valorado por el Servicio de Endocrinología y Nutrición. Se investigará sobre hábitos dietéticos no adecuados, alteraciones metabólicas por ejemplo de la obesidad, enfermedades de mala absorción intestinal, problemas paratiroideos y otras enfermedades médicas asociadas a la formación de litiasis. De estas valoraciones deben de surgir indicaciones concretas sobre su alimentación, hábitos dietéticos y estilos de vida”, subraya la experta en Nutrición.

Una ingesta adecuada de líquidos, especialmente agua y más de 2 litros al día, es fundamental para evitar la concentración de solutos en la orina que pueden precipitar la formación de cálculos. Además, se recomienda restringir la ingesta de sal y alimentos salados a menos de 2-3 gramos diarios, reducir el consumo de proteínas, especialmente de carne roja, y mantener una dieta normocalcémica. La actividad física regular y evitar el sedentarismo también son importantes para prevenir la formación de cálculos.