El verano se encuentra en pleno apogeo y, con él, las vacaciones, que ahora acaban para la mitad de los españoles o están a punto de empezar para la otra mitad, pero que tienen un significado positivo para la práctica totalidad. Sin embargo, esta época del año tiene también su parte negativa, en forma de riesgos para la salud como es la aparición de cálculos renales, que se dispara durante el verano por una combinación de temperaturas extremas y excesos alimenticios. Por ello, es necesario mantener una serie de hábitos que nos ayuden a prevenir estas patologías o, al menos, evitar complicaciones que supongan tratamientos más invasivos.

Cada época del año lleva aparejada una serie de preocupaciones relativas a la salud: la primavera es época de alergias y astenia; en otoño se disparan las afecciones respiratorias; el invierno es propenso a infecciones como la gripe y los resfriados… Y cuando hablamos del verano, las primeras imágenes que se nos vienen a la cabeza son los golpes de calor o las quemaduras solares. Sin embargo, no solemos pensar en la litiasis renal o urolitiasis, que es la enfermedad provocada por la aparición de cálculos renales o piedras en el riñón y cuya prevalencia se dispara en verano, aumentando hasta en un 40% los casos, especialmente entre hombres de 30 a 60 años.

Qué son los cálculos renales

Los cálculos renales son pequeños cristales que se forman en torno a lo que se conoce como núcleo litogénico, a raíz de la acumulación de minerales y sales en el riñón. Una situación que, generalmente, viene provocada por la falta de hidratación necesaria, algo más habitual en verano. “Varios estudios científicos han respaldado la relación entre la falta de hidratación y el riesgo de litiasis renal. El agua actúa diluyendo la concentración de sustancias disueltas en la orina, lo que reduce la posibilidad de cristalización y precipitación de componentes como calcio, oxalato, fosfato y ácido úrico, que son los principales constituyentes de los cálculos renales”, explica a ElPlural.com el doctor Miguel Sánchez Encinas, jefe de Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos.

Estos cálculos acaban viajando a las vías urinarias como el uréter, que conecta el riñón con la vejiga, y es donde se produce el dolor intenso que conocemos como cólico nefrítico. El verano no solo fomenta la creación de estos cálculos, sino que, al ser una época donde nos movemos más de lo habitual, también se multiplican las posibilidades de que los cálculos que antes estaban quietos en algunas zonas del riñón se desplacen por el aparato urinario. De hecho, muchos hallazgos de cálculos renales son incidentales en pacientes asintomáticos y, en el 49% de ellos, llega a ser sintomática en los siguientes 5 años.

A quién afectan los cálculos renales

El paciente arquetípico que sufre un cálculo renal es un varón de unos 52 años y con propensión a tener esta dolencia más de una vez en su vida. Según el amplio estudio epidemiológico realizado en el año 2017, la litiasis renal suele afectar más a los hombres (el 65% de 595 muestras) que a las mujeres (35%).

La probabilidad de sufrir esta dolencia va en aumento progresivo según se avanza en edad. De ser prácticamente inexistente entre los jóvenes, empieza a aparecer entre los 30 y 40 años (un 5% de las muestras) y la máxima frecuencia se da entre los 40 y 50 años en el caso de cálculos formados por Fosfocarbonato cálcico y entre los 50 y los 60 años cuando hablamos de cálculos de Oxalato cálcico monohidratado, dos de las variedades más habituales.

El verano también es un época de especial atención para aquellas personas que ya han sufrido con anterioridad un cálculo renal, debido a las altas probabilidades de recidiva, es decir, de volver a sufrir la dolencia. A los 5 años, suele ser de 25-40% y, a los 10 años, llega al 50%, siendo también más alta la recaída en hombres que en mujeres.

Por qué se multiplican en verano los cálculos renales

Una de las principales causas de la formación de cálculos renales es la falta de hidratación, que se dispara en verano por las altas temperaturas y el aumento de la sudoración, con la consecuente pérdida de líquidos. “Cuando el cuerpo está deshidratado, la producción de orina disminuye y su concentración se vuelve más alta. Esto significa que los componentes potencialmente formadores de cálculos se vuelven más propensos a agruparse y solidificarse en los riñones”, ilustra Sánchez Encinas, quien también ejerce de jefe de equipo de Urología de Ruber Internacional Centro Médico Habana.

Además, existen otros factores concurrentes en verano que favorecen los cálculos renales. Por ejemplo, las dietas ricas en sal, que aumentan la excreción de calcio en la orina, o las dietas hipercalóricas e hiperproteicas que provocan las barbacoas veraniegas o el exceso de comida rápida. El consumo de alcohol o de cafeína también favorecen la deshidratación que desencadena los cálculos renales.

Cálculo renal. EuropaPress

Imagen de un cálculo renal. EP

Síntomas de un cólico nefrítico

Como ya hemos reseñado, los cálculos renales pueden ser asintomáticos hasta que no se desplazan por el tracto urinario y se producen los síntomas del cólico nefrítico. "El más frecuente es el dolor de tipo cólico en la zona lumbar irradiado hacia la región inferior del abdomen con náuseas y vómitos asociados, o no, a un incremento de la frecuencia miccional y sangre en orina (hematuría), principalmente", explica Sánchez Encinas.

Si se producen estos síntomas, se debe buscar atención médica a la mayor brevedad posible. El médico podrá proceder a un examen físico, solicitar análisis de sangre y orina y realizar pruebas diagnósticas por imágenes, como una ecografía o una tomografía computarizada.

Consejos para prevenir los cálculos renales

Hay comportamientos a largo plazo que pueden prevenir los cálculos renales, porque el sobrepeso, la hipertensión y la diabetes pueden favorecer su formación, por lo que una dieta sana, realizar actividad física de manera habitual y evitar alimentos con mucho sodio como las conservas, los fiambres y las gaseosas son hábitos muy recomendados.

Sin embargo, la hidratación es la clave de la prevención, sobre todo en verano. “Es fundamental resaltar la importancia de la educación sobre la hidratación adecuada y fomentar hábitos de consumo de líquidos suficientes como parte de las estrategias de prevención de la litiasis renal”, señala el doctor Sánchez Encinas. La recomendación ideal es beber 3 litros (ocho vasos) de agua al día, aunque la cantidad debería ser mayor en épocas de calor extremo y cuando se realizan actividades físicas intensas.

Cómo tratar cálculos renales

Existen diferentes maneras de afrontar un episodio de litiasis renal, que dependerán en buena medida del tamaño y la ubicación de los cálculos renales y que siempre tendrá que ser supervisado con atención médica. Los analgésicos suelen ser la principal opción para afrontar el dolor y, una vez más la hidratación es clave. En el caso de cálculos renales pequeños, es posible que podamos eliminarlos por sí mismos, sin necesidad de intervención médica, bebiendo abundante agua y con un seguimiento médico regular.

Cuando nos encontramos ante situaciones más complejas, puede ser necesario realizar tratamientos médicos como la litotricia por ondas de choque para fragmentar el cálculo renal o el acceso a uréter o riñón por vía quirúrgica a través de una ureteroscopia o endoscopia.

¿Cuál es la importancia de cuidar los riñones?

Los riñones desempeñan un papel vital en la salud y el bienestar del cuerpo humano, ya que son responsables de filtrar los desechos y toxinas de la sangre, eliminándolos a través de la orina. “Si los riñones no funcionan correctamente, estos desechos pueden acumularse y provocar daño en el cuerpo. Además, mantienen el equilibrio adecuado de líquidos en el cuerpo regulando el volumen de sangre, la presión arterial y los niveles de electrolitos, como el sodio, el potasio y el pH sanguíneo”, señala Sánchez Encinas.

Además, recuerda el doctor, “los riñones tienen un interesante papel en la producción de dos hormonas, la eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojos, y la renina, que regula la presión arterial. Y además, participan en el metabolismo de nutrientes esenciales, como la vitamina D, que es clave para la salud ósea”.

¿Qué consecuencias puede tener no cuidar los riñones?

Una de las posibles consecuencias es la insuficiencia renal crónica. “Es una disminución gradual de la función renal que puede requerir diálisis o trasplante renal en etapas avanzadas ya que la acumulación de toxinas y desechos que se acumulan en el cuerpo genera una toxicidad que es incompatible con el normal funcionamiento de los órganos”, explica el experto. Otra consecuencia es la hipertensión arterial, puesto que los riñones son claves para regular esta función. “Si los riñones están dañados, pueden perder esta capacidad y provocar hipertensión arterial, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular”, señala Sánchez Encinas.