El uso irracional de los antibióticos durante años ha favorecido que cada vez sean más las bacterias multirresistentes. Pese a ello, todavía hay pacientes que rechazan que sus médicos no les prescriban un fármaco de estas características cuando están atravesando un episodio catarral o gripal. Pero es fundamental entender que este tipo de medicamentos han de emplearse únicamente cuando son necesarios. Las consecuencias de su abuso están claras. 

“En las últimas décadas hemos visto cómo han ido surgiendo resistencias bacterianas a los antibióticos habitualmente empleados en la práctica clínica, como consecuencia de la utilización de los mismos", afirma Juan Mª González, especialista en Medicina Interna que desempeña su labor en el servicio de Urgencias del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid.

Miles de muertes al año 

Las cifras hablan por sí solas. Las bacterias multirresistentes provocan en Europa cada año más de 600.000 infecciones y 33.110 muertes atribuibles.

"Las infecciones son uno de los síndromes más frecuentes a los que se enfrenta el médico asistencial durante su práctica clínica", precisa el Dr. González, que subraya que, por tanto, es vital prescribirlos "sólo cuando estamos ante una infección bacteriana". Esto, y hacer una selección adecuada del fármaco resulta clave para "disminuir el impacto de las resistencias sobre los resultados clínicos de los pacientes y el entorno cambiante en el que nos movemos”.

"Hay que seleccionar el antimicrobiano con el espectro más estrecho para la etiología probable del paciente en función del modelo de infección, aquel con el menor efecto sobre su microbiota y con menos efectos adversos", recalca este especialista. 

La importancia de este asunto ha hecho que una de las mesas de debate del XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) celebrado recientemente en Granada se haya centrado precisamente en este tema. Bajo el título  ‘Una Sola Salud (One Health). Paradigma frente a las resistencias bacterianas’  expertos en la manteria han puesto sobre la mesa, bajo la moderación de la doctora Maite Jorge, responsable el Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la SEMG, diferentes.enfoques en torno a la salud humana, ambiental y animal.

Salud animal

Y es que el problema de las resistencias a los antibióticos abarca un campo más amplio que el de la salud humana. Por ello, José Miguel Mayor, veterinario y presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Granada, se ha encargado de abordar el campo animal y sus implicaciones en la salud integral de personas, animales y medioambiente, desde el punto de vista de la gestión sanitaria de las explotaciones ganaderas.

En este sentido, se ha referido el Plan Nacional de Resistencias a Antibióticos (PRAN), un programa estratégico y de acción que tiene como objetivo reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos y, por tanto, el impacto de este problema sobre la salud de las personas y los animales, preservando de manera sostenible la eficacia de los antibióticos existentes.

Asimismo, el presidente de los veterinarios granadinos ha narrado sus experiencias con los programas REDUCE, sobre todo, en el campo del porcino, “que ha sido el más importante en esfuerzo y resultados, con el ejemplo de la reducción en el uso de la colistina.

Cabe destacar que el 60% de los agentes patógenos que causan las enfermedades humanas provienen de animales domésticos o silvestres; y que el 75 % de los agentes patógenos humanos emergentes son de origen animal.

“La inmensa mayoría de las enfermedades emergentes tienen su origen en ecosistemas altamente alterados, de tal forma que microorganismos que no tenían contacto con determinados seres vivos, rompen esa barrera", apunta Mayor, que subraya que a esto hay que añadir "el aumento progresivo de temperaturas, que permite la viabilidad de determinados vectores artrópodos, como mosquitos, garrapatas… en zonas en las que antes no permanecían, abriendo la puerta a enfermedades tropicales en áreas en las que eran anecdóticas o no existían”. 

Salud ambiental

Por último, y en lo que respecta a la salud ambiental, María Teresa Coque, investigadora titular del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS) y miembro del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, ha detallado las dimensiones ambientales de la resistencia a agentes antimicrobianos, ofreciendo una visión general de la importancia del medio ambiente en su desarrollo, transmisión y propagación.

Para ello, ha analizado los tres sectores que están detrás de esto: los productos farmacéuticos y otros productos químicos: la agricultura y los alimentos; y la atención médica. Tres puntos a los que habría que añadir contaminantes provenientes de saneamiento deficiente, aguas residuales y efluentes de desechos en los sistemas municipales y hospitalarios.

Coque ha hecho hincapié en “el impacto que los cambios socioeconómicos y culturales ocurridos en el siglo XX han tenido en el concepto y en el sistema de ‘salud’ y en cómo éste influye y es influenciado por el medio ambiente”. Una respuesta One Health a la resistencia a agentes antimicrobianos “no solo ayudará a reducir el riesgo y la carga de RAM en las sociedades, sino que también ayudará a abordar la triple crisis planetaria (desigualdad, cambio climático, bienestar)”, ha concluido.