Pues bien, estas operaciones han merecido de nuestro inefable ex presidente de gobierno José María Aznar López la siguiente consideración: “Se ha hecho justicia” y ha apostillado que “es un sentimiento que compartimos en todo el mundo todas las personas amantes de la paz”. Es decir, y como no podía ser menos, el cooperador necesario de las Azores -o mamporrero, según la acepción de “persona que ayuda en una tarea moralmente repugnante”- se erige en representante de todas las gentes de bien para opinar sobre esta presunta ejecución extrajudicial.

Pero ocurre que, sólo tres días antes, esta misma persona había afirmado en una entrevista que le realizó Pedro J. Ramírez en VEO7, que los gobiernos socialistas -“esta gente”, que diría Rajoy con su proverbial respeto por los gobernantes de nuestro país elegidos democráticamente- “en lugar de aplicar la ley, se dedican a buscar atajos. A veces el de la guerra sucia y el GAL, ahora el de la negociación. Lo que tienen que hacer es sentirse orgullosos de aplicar la ley”.

Es el cinismo elevado a la categoría de paranoia. Cuando el terrorismo de Estado fue realizado en la década de los ochenta contra presuntos miembros de ETA en Francia -su santuario por aquellas fechas- y esta organización criminal mataba en territorio español a decenas de inocentes por año, aquello eran “atajos” y “guerra sucia”, pero ahora que lo ejecuta la mayor potencia militar del mundo es “justicia” que saben valorar los “amantes de la paz”. Es más, según el ínclito ex presidente, tampoco fue censurable cuando lo hacían los grupos que precedieron al GAL, como la Triple A, el Batallón Vasco Español (BVE), los Comandos Antimarxistas o los Grupos Armados Españoles y Antiterrorismo ETA (ATE). A lo que parece, en aquella época, en la que el presidente fundador de su partido -ayer Alianza Popular y hoy Partido Popular- tenía alguna responsabilidad en los asuntos de Interior, estas organizaciones debían de formar piña en sus objetivos con los de las Hermanitas de la Caridad -con todo mi respeto para las monjas-.

En fin, el tema no parece que tenga más chicha que la de la mera puesta en evidencia, una vez más, de las contradicciones interesadas e hipócritas de un personaje que ha sido nefasto para la historia de este país y que, por desgracia, piensa que aún no lo ha sido lo suficiente. En esa misma entrevista de Pedro J. Ramírez comparaba la invasión de Irak con la intervención en Libia y decía en favor de la que él alentó que “todas las guerras son horribles, pero algunas inevitables -como la de Irak- para evitar un mal mayor”. ¿Se acuerdan de las inexistentes armas de destrucción masiva de cuya existencia “pueden estar seguras todas las personas que nos ven”? ¡Para mear y no echar gota!

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas