Para lograr que nuestro deporte tenga un Andrés Iniesta, un Rafa Nadal, o un Marc Márquez hay dos caminos. Sondear, buscar, seleccionar…, primero y, una vez seleccionados formarlos para que sean deportistas de élite. Pero hay otro camino: Una buena labor de promoción en escuelas deportivas con oportunidades para todos, para que salgan deportistas formados en la excelencia. ¿Van a salir peores, o más mediocres? No. Saldrán tan buenos, o mejores, y sobre todo saldrán más, porque le hemos dado oportunidad a todos.
Alguno ya estará pensando que la teoría de la excelencia a través de la universalidad tiene mucho de utopía. Yo pienso que no, pienso que es una cuestión muy pegada a la realidad. Y si tiene algo de utopía, ¿qué pasa? Sin utopías el mundo no avanza. A Montesquieu, en el siglo XVIII, lo tomaron por loco. Hoy no concebimos otro sistema distinto al que él diseñó.
No creo que estemos en esos límites. Es algo mucho más real. Lo que ocurre es que el sistema educativo que busca la excelencia a través de la universalidad es más difícil de estructurar y más costoso. Eso sí. De una clase con alumnos que solo tengan notables y sobresalientes, y que procedan de familias que no escatimen en medios, se obtienen, fácil y barato, resultados excelentes; sin duda. Pero esa excelencia hay que buscarla, por razones de equidad y de justicia, en aulas donde haya alumnos de tan variado perfil como la sociedad misma.
Julio García-Casarrubios Sainz
Blog Libertad y tolerancia