La Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid albergó el encuentro al que, definitivamente, no asistió la presidenta -cuando lo venía haciendo en los últimos años- y que, finalmente, tuvo que ser suspendido por la presencia en el mismo de un centenar de personas -entre ellos profesores y estudiantes- que lo boicotearon al no cejar de gritar y pitar consignas contra la presidenta madrileña por la política de recortes emprendida en las universidades madrileñas; la más contundente: "Esperanza, muérete". Por segunda vez la señora Aguirre era la estrella de la celebración.

Pero cualesquiera de estos dos protagonismos ha quedado ensombrecido por el que ha provocado con posterioridad. La “lideresa nacional”, ni corta ni perezosa, ha instado a la Fiscalía a que actúe contra los que en este acto de inauguración del curso universitario osaron gritar contra su ausente persona. La presidenta de la Comunidad madrileña ha manifestado bastante airada que el comportamiento de estos miembros de la Universidad es “absolutamente intolerable” y que el uso de “lenguaje criminal” convierte la protesta “en un delito”.

¿La señora Aguirre no debe recordar que en las numerosas manifestaciones a las que ella asistía -contra el aborto, la asignatura Educación para la Ciudadanía, el matrimonio homosexual o la política antiterrorista- de la manita de asociaciones civiles y eclesiásticas más claramente ultraderechistas, aún, que la suya, se portaban pancartas y se coreaban eslóganes del siguiente tenor: Zapatero anticristo, Zapatero muérete como el “rojo” de tu abuelo, Zapatero igual a ETA o Zapatero asesino y otras lindezas que, incluso, cuesta reproducir?

¿La señora Aguirre no debe recordar que su jefe de filas, Mariano Rajoy, dijo en sede parlamentaria que Zapatero traicionaba a las víctimas del terrorismo etarra y ello, a pesar de que entre esas víctimas, se hallaban personas tan entrañables para él como el expresidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente,  el que fuera ministro de Sanidad, Ernest  Lluch, el concejal por el Partido Socialista de Euskadi, Isaías Carrasco o, por finalizar, Eduardo Madina, el actual secretario general del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso?

¿La señora Aguirre no debe recordar que cuando eran ellos los que insultaban e injuriaban -aunque nunca lo han dejado de hacer- era porque, según sus propias palabras reiteradas hasta la nausea, hacían uso de la sacrosanta libertad de expresión, pero tampoco debe recordar la señora Aguirre que ningún miembro del Gobierno anterior o del partido que lo sustentaba instó a ninguna Institución pública del Estado para que procediese contra ella, ni contra nadie de su partido, ni contra ninguno de sus simpatizantes que acudían con evidente alborozo a estas manifestaciones?

¡Qué sensibilidad más acusada la de la presidenta madrileña! ¿Será porque Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa consorte de Murillo y grande de España, se siente superior a la chusma de izquierdas? Pues, seguramente, porque carece de cualquier otra motivación lógica y objetiva.

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas