No va a ser fácil dada la actual tendencia, pero no se puede tirar la toalla ni dar el combate por perdido antes de batirse en las próximas elecciones generales. Hay que intentarlo seriamente. Cruzarse de brazos o lanzar el voto por la ventana sólo conduciría a la victoria de Rajoy y los suyos. Incluso por mayoría absoluta. Eso es lo que anhelan las huestes más reaccionarias de la política, la economía y la sociedad.

No se deben otorgar facilidades a ese frente mediático caciquil, fanfarrón y soberbio. Ni a un Partido Popular, hecho a imagen y semejanza de toda esa infumable altanería, que pretende poner a buen recaudo la España de sus intereses y destruir a los socialistas.

Ahora bien, si lo que usted busca es un conservadurismo a ultranza en cualquier aspecto de la realidad, darle luz verde a la derecha extrema o a la extrema derecha y obsequiar el Gobierno a la trouppe oscura de Rajoy, adelante con sus inclinaciones. La calidad de la enseñanza pública, los sindicatos o el impuesto sobre las grandes fortunas no suponen un buen negocio para los populares y afines a la causa ultraliberal.

El PP aspira a tener el mayor respaldo, a erradicar del mapa al PSOE y a realizar lo que le venga en gana sin oposición política ni callejera. Las cuestiones económicas, con el pretexto de salvar a la población, ahondarían en las llagas de los ciudadanos, así como su ideología y el cerril moralismo se irían inyectando por vía intravenosa.

Los valores más reaccionarios y el elitismo, en términos generales, esperan levantar la copa con el sostén de los votos. O sea, que las libertades básicas quedarían más débiles aún. Las crisis son una extraordinaria excusa para apretar las clavijas ya apretadas de la gente y para amplificar el poder de los que siempre lo tienen con mando a distancia.

No olvidemos al endiosado Aznar, un personaje muy activo del PP que nunca deja de cacarear en los gallineros más cerriles. Este hombre fatuo reclama una gran mayoría en beneficio de nuestro país y de Europa. La esperanza no sólo está en Aguirre, sino que el grupo popular “es la esperanza que España necesita”. Los desfavorecidos ya tiran confeti al aire.

El presidente de FAES, por la gracia de Dios, no tiene varitas mágicas pero sí conoce las políticas que hacen posible el “milagro”. Pide cambios y exige una reconstrucción que consiste en afianzar el regreso al pasado bendecido por los sectores más influyentes. Defender los intereses particulares del gremio de la peor derecha en la norma. A esto se le llama tener coraje. Estos individuos no creen en una verdadera democracia y disfrutan con ese espíritu censor heredado de otras épocas.

Naturalmente, hay que presentarse ante la multitud como los salvapatrias de siempre. De manera que Rajoy es un tipo moderado con las manos limpias, dialogante y con alta sensibilidad social. No tiene la menor arruga, el resplandor de su rostro y esa sonrisa encienden nuestros corazones y nos inundan de ilusión. Los retoques fotográficos lo consiguen todo e inspiran confianza. La nueva y falsa imagen del candidato es la del sentido común. Él es España y el futuro por encargo directo de la divinidad.

Ante este tenebroso panorama es necesario “ir a por todas”, según dice Felipe González con la idea de recuperar el “impulso socialdemócrata”. Para ello hay que tener claro lo que debe hacerse. Alfredo Pérez Rubalcaba necesita varias cosas para ganar y poner el freno a la arrogancia del PP: convencer al electorado, dar un vuelco a las encuestas y recuperar el voto de hasta 3’5 millones de electores, hoy indecisos, que apoyaron al PSOE en 2008. La defensa, en suma, de una equilibrada cohesión social.

La indignación crecerá si triunfa Rajoy. Crece en todos los rincones. Vean a los indignados de Nueva York en Wall Street. En contra de la pobreza en Estados Unidos. La cifra alcanza el número de 46’2 millones de pobres. O 50 millones de personas sin seguro médico. La táctica revolucionaria de ocupación masiva “durante meses” en la calle es una de las estrategias de lucha que coge vigor y después se diluye.

La abundancia de algunos y la debilidad de otros aumentan. Repetimos. No es hora de reprochar nada al PSOE y es deseable un gran pacto político y social tras el 20-N. Debería haber estado ya en acción. De momento, conviene cerrar filas con Rubalcaba.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos