No, no es que haya habido amenazas del terrorismo local o global, ni que se haya detectado ruido de sables, como en aquellos años 80. No, no es por nada de eso. Por lo visto es para defenderse de los ciudadanos.

Si alguien quiere tener una buena imagen simbólica del estado de la nación –ése que no ha podido hablarse en ese mismo Congreso- que se pasee por la Carrera de San Jerónimo de Madrid y vea cómo la casa donde debería vivir la máxima autoridad de los ciudadanos –que eso es la soberanía- está separada de los ciudadanos con una línea de policía bien pertrechada.

Quiero pensar que los Diputados más decentes romperán ese cordón policial y se acercarán a los ciudadanos a pedirles disculpas por tanta desvergüenza institucional, pero tampoco crean que me hago muchas ilusiones.

Jesús Pichel es filósofo