Si alguien quiere tener una buena imagen simbólica del estado de la nación –ése que no ha podido hablarse en ese mismo Congreso- que se pasee por la Carrera de San Jerónimo de Madrid y vea cómo la casa donde debería vivir la máxima autoridad de los ciudadanos –que eso es la soberanía- está separada de los ciudadanos con una línea de policía bien pertrechada.
Quiero pensar que los Diputados más decentes romperán ese cordón policial y se acercarán a los ciudadanos a pedirles disculpas por tanta desvergüenza institucional, pero tampoco crean que me hago muchas ilusiones.
Jesús Pichel es filósofo