El cambio que nos espera ilusiona mucho, por supuesto, y la confianza que otorgan los españoles al PP, el grupo de la mantilla y la peineta, es innegable. Rajoy está para que salgamos perfectamente de la crisis. La bajada de impuestos a los emprendedores, el ponérselo fácil al que quiera establecer un negocio y crear trabajo, va a generar empleos de calidad, bien remunerados y con los derechos laborales bien protegidos.

Subir los impuestos a las clases más ricas es una necedad demagógica que no promueve el crecimiento económico. Nada de presión fiscal a los grandes patrimonios ni al sector financiero. Mariano Rajoy quiere hacer reformas para que el Estado recaude más, sí, pero sin poner un dedo, como Dios manda, encima del chaqué de los poderosos. Lo serio es que las sogas no cambien de gaznate.

Si Rajoy gana el 20-N cuidará el dinero público y los bolsillos de los privilegiados con suma delicadeza. No hay que gastar lo que no se tiene. Tome nota el grueso de la ciudadanía y sepa que debe someterse a lo que hay. Y a disfrutar, oiga, con el cinturón apretado al máximo. Debe fluir, no obstante, el crédito para una anémica población que no puede pagar lo que debe. Arrastra deudas imposibles de abonar y pierde hogares en beneficio de las entidades bancarias.

Las reformas y la competitividad son imprescindibles para crear los millones de puestos dignos de trabajo que la abnegación de los populares pretende. Los servicios públicos fundamentales están garantizados con el PP de Rajoy. Más todavía. Prosperarán hasta alcanzar el nivel que merecen los españoles.

El futuro energético continuará en poder de las nucleares. Las energías limpias no sirven. Ni hay cambio climático como dijo el primo de Rajoy. Y si está ahí no debemos hacer nada para frenarlo, ya que la cosa económica pagaría las consecuencias de una actitud verde.

Eso del nuevo modelo productivo es una tontería. El cordial PP, libre de toda mancha, tiene la solución. A su manera dará oxigeno al desplome de la actividad y contribuirá a la creación de mucho empleo estable. Si gana Rajoy tendrá que recortar 30.000 o 35.000 mil millones de euros en 2012 para cumplir el objetivo del 4’4% de déficit a finales de año. No importa.

El gasto social no va a tocarse. Comenzará la recuperación, crecerá la recaudación y los indignados dejarán de estarlo. El líder de la oposición piensa en una reforma laboral más dura y profunda que flexibilice el mercado. Abaratar el despido, facilitar más aún los contratos baratos para jóvenes y aumentar el poderío de los empresarios. Es decir, todos tan felices comiendo perdices.

El PP no oculta ningún plan de recortes sociales. Todo salta a la vista. Sueña con una gran reforma fiscal, con repartir los costes de la salida de la recesión y luchar contra el fraude. Unos seguirán arrugados y otros seguirán sin arrugas. Es el mejor método si no se quiere generar muchas polémicas.

Rajoy fuma puros sin despeinarse y conduce el coche fantástico de las altas cumbres, un auto inteligente, de nombre González Pons, en defensa de los pobres y desamparados.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos