Como manifestó El Roto en uno de sus memorables dibujos: “Para acabar con la crisis sólo tenéis que invadir cualquier paraíso fiscal”. Pues eso. Paraísos fiscales, jurídicos y bancarios donde reside el poderoso caballero don Dinero. El noble deporte de eludir el pago de impuestos mediante sociedades…

Y es que los refugios de la criminalidad organizada, la corrupción, todo tipo de tráficos, fraudes y operaciones delictivas de grandes empresas o de gobiernos componen, llena de notas graves, la amplia sinfonía de la delincuencia económica que debe ser respetada en pro de la libertad.

Es decir, que la igualdad económica y social en el mundo es una solemne tontería. Don Dinero está al servicio de sus lujosos propietarios. La extrema pobreza no les produce la menor inquietud, así como la justa distribución de la riqueza sería un acto de terrorismo. Lo hermoso es la fuga de capitales y que la recaudación fiscal recaiga en las espaldas de los necios con el beneplácito de unos u otros gobernantes.

¡Sí, señor! Menos servicios públicos y menos Estado. Los privilegios de forma ilimitada son para los listos, los dueños de esta demoledora y chirriante maquinaria. La recesión y el desmantelamiento del Estado social y democrático deben seguir su imparable curso. La abundancia para unos y la injusticia, no obstante, han sido la norma habitual de oro. Hoy, mientras no se remedie, se refuerza esta tesis con reformas, ajustes y recortes para que el invento sea inamovible y más contundente todavía.

¿Ingresos tributarios para combatir la desgracia? No, no, por favor. Al caballero don Dinero le gusta que le blanqueen. Le excitan las tramas fraudulentas, los delitos contra la Hacienda Pública o la saludable evasión de la “santa guita, guita, lo que se da no se quita”. ¿Impuestos especiales a los ricachones que contribuyan al desarrollo de los débiles o a la inversión en energías limpias? Tampoco.

Que sea abonada la recesión por la mayoría con el fin de que la minoría no vea dañados los inalienables derechos de las personas decentes, por muy indecentes que pudieran ser. Y si ustedes no están de acuerdo, no se desmadren. Una nueva Ley de Orden y asunto arreglado. El orden impúdico hay que endurecerlo sacando de la manga nuevos delitos.

La derecha extrema, pero muy extrema, tiene que mantener el orden ciudadano y evitar que se ponga en jaque al progreso de las personas solemnes. La gente de bien no puede tragar las algaradas de muchos infelices aunque sean pacíficos. Resulta muy arriesgado para esta conservadora revolución en plena marcha.

Es un retroceso democrático. Uno más. ¿Y qué? La trouppe de Rajoy está obligada a reprimir los ilegítimos pataleos de la caliente ciudadanía. Se trata de una de las rancias aspiraciones de la caverna y ahora es el momento idóneo para poner en órbita esa ley. La protesta civil hiere la sensibilidad y las propiedades de las personas de orden.

Seguridad, sobre todo, frente a la calentura de los que se resisten ante los atropellos. El autoritarismo del PP es un síntoma claro de torpeza y debilidad. Quiere sofocar las crispaciones con gasolina e instalar el miedo por encima de las quejas de tanto indómito que pretende quitar la soga que le aprieta el gaznate con la legalidad de un puñado de votos.

Así, los principios del nuevo Movimiento Nacional cobran fuerza. La sumisión total es de obligado cumplimiento. Las movilizaciones, las asambleas, las convocatorias o las sentadas constituyen un peligro que el caudillaje de Mariano no puede admitir. O sea, que la “delincuencia organizada” será perseguida para que los verdaderos delincuentes políticos, sociales o financieros respiren sin sobresaltos.

No cabe otra cosa. Multas y penas de prisión por desobediencia grave y agresiones a la autoridad pertinente o impertinente. ¡Todos a la cárcel! El nuevo Movimiento Nacional pretende ser la comunión de los ciudadanos, súbditos más bien, en los ideales que dan vigor a esta cruzada represiva, estafadora e impuesta por la superioridad a los seres inferiores de la clase obrera. Hay y continuará habiendo más episodios.

Los aullidos que surgen del FMI demuestran la creciente y brutal deshumanización de la denominada Estabilidad Financiera Mundial. El riesgo financiero es el problema. Y los intereses humanos, a la basura. No es viable vivir más de lo esperado por los costes del envejecimiento.

La respuesta consiste en aumentar la edad de jubilación, del que trabaje, y en recortar las prestaciones jubilatorias. Hay que mantener y nutrir el veneno general reinante. O el ejemplo de los nazis, que gaseaban a los judíos en los campos de concentración… De momento, inmolarse está de moda debido a las ruinosas consecuencias de una situación regresiva por la gracia de nuestros castigadores. Unos cazan y otros son los cazados siempre.

El Cuerno de África se muere de hambre, pero a los ricos que acuden al paraíso de la caza mayor en Botswana les importa un cuerno. Para colmo, nos enteramos de la fractura de la cadera real el 14 de abril, en el 81 aniversario de la II República. El monarca armado buscaba trompas y colmillos tras sufrir su nieto mayor un tiro en el pie durante prácticas familiares. La Corona sigue a la deriva… El esperpento no tiene fin.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos