La hiena es carroñera, cobarde y practica el cleptoparasitismo, que es la forma de alimentación por la que un animal se aprovecha de presas o alimentos que otro ha capturado, el avestruz es el ave más grande y de mayor peso del mundo pero sus pequeñas alas en proporción a su envergadura no le permite volar pero le ayuda a impulsarse, equilibrarse al correr y como mecanismo de defensa, agitándolas para atacar a posibles depredadores y, por último, el escorpión es un animal solitario que vive, sobre todo, bajo tierra en cuevas hechas por ellos mismos y que sólo abandonan para cazar y reproducirse.
No quisiera encontrar más paralelismos entre las actitudes y los comportamientos de estos animales y los que pudiera tener nuestro presidente de Gobierno, no obstante este es un juego al que él mismo es muy aficionado y que desarrolló con fruición cuando estaba en la oposición al dirigirse a quien le precedió. En el transcurso de las dos legislaturas que gobernó Zapatero le tildó -en algunas ocasiones aludiendo a la conducta de algunos animales- de grotesco, de confuso, de tener la cabeza de adorno, de indigno, de dar coces, de ambiguo, de impreciso, débil e inestable, de radical, taimado y maniobrero, de antojadizo, veleidoso e inconsecuente o de comportarse como un hooligan británico.
No obstante, el calificativo que merece especial mención por ser directamente ofensivo para los votantes socialistas -aunque resultó ser premonitorio de lo que ocurriría en las últimas elecciones generales del 20N de 2011- fue cuando pidió a los españoles que no votasen al socialismo porque “hay que evitar que La Moncloa caiga en manos de inexpertos e irresponsables”. ¡Adivino, que es usted un adivino, Mariano Rajoy!
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas