He de reconocer que la estupidez humana me fascina. Como los médicos que estudian con ahínco las causas de una enfermedad, así paso mis horas leyendo los antecedentes históricos de la subnormalidad.
Creo que cualquier persona sensata coincidirá conmigo en que, además del coronavirus, otro mal acecha a toda la población mundial: la idiotez. Una tragedia se lleva infinidad de vidas por delante y se expande sin límites por toda la sociedad.

En el siglo XIX también había ricachones que defendían a los corruptos como María Cristina de Borbón, expulsada de España por robar hasta los muebles del Palacio Real

 En el siglo XIX también había ricachones que defendían a los corruptos como María Cristina de Borbón, expulsada de España por robar hasta los muebles del Palacio Real.

Esta semana hemos visto un claro ejemplo en la madrileña calle de Núñez de Balboa, donde la sandez se ha manifestado con mayor virulencia por un factor clave, el dinero. El estúpido pobre al estar más limitado resulta menos peligroso pero con dinero y poder sus estropicios pueden ser fatales.
Ahora bien, ¿existe un precedente de necios acaudalados? En efecto, en el siglo XIX ya encontramos algunos brotes en lo que se vino a llamar la rebelión de las mantillas. La situación era la siguiente: En 1854 se había expulsado a María Cristina de Borbón-Dos Sicilias por corrupta y en 1868 se hizo lo mismo con su hija Isabel II cuyos desmanes no fueron menos.
La indigestión monárquica que vivía España se interpretó como un hartazgo de la dinastía borbónica y el general Prim propuso mantener la corona pero con un nuevo linaje, el de Amadeo de Saboya.

Amadeo de Saboya y su esposa María Victoria dal Pozzo

Amadeo de Saboya y su esposa María Victoria dal Pozzo.

Así las cosas, el nuevo rey tuvo que lidiar con un atajo de aristócratas que, siendo las mascotas del gobierno anterior, intentaban destronar a Amadeo para que volvieran de los corruptos.  A la cabeza de tales protestas estaba Sofía Troubetzkoy esposa del alcalde madrileño José Osorio e introductora en España del árbol de navidad.

Esta mujer, nacida en Moscú afirmaba ser hija del zar, pero no hay nada comprobado, fuese realmente una bastarda o simplemente una engreída, lo cierto es que pronto se posicionó  en el conservadurismo más rancio defendiendo en Madrid el regreso de los borbones.
Es en ese momento, cuando empieza la espiral de estulticia de esta historia. Sofía Troubetzkoy (recordemos que era rusa) criticaba que la nueva reina, María Victoria dal Pozzo, no era española. A esta contradicción se le sumaron marquesas y condesas como la de Tilly, Bedmar, Torrecilla o Vozmediano, que ataviadas con sus mantillas y el alfiler de la flor de lis (emblema de los borbones) propusieron demostrar su españolidad manifestándose en el paseo del Prado el 20 de marzo de 1871.

Sofía Troubetzkoy esposa del alcalde de Madrid, José Osorio capitaneó la malograda manifestación de las mantillas

Sofía Troubetzkoy esposa del alcalde de Madrid, José Osorio capitaneó la malograda manifestación de las mantillas. (Fuente: http://historiasdeamorapasionado.blogspot.com/)

El primer intento les salió mal,  el mal tiempo hizo que solo ellas se pavonearan en el paseo del Prado, por lo que lo intentaron un día después, pero de nuevo hicieron el ridículo, la voz de la protesta borbónica se había extendido por Madrid y allí se personaron las señoronas carlistas  que también salieron con mantilla para defender a su candidata, Margarita de Borbón y Parma.
El dia 22 José Osorio recomendó a su esposa Sofía Troubetzkoy cesase en su empeño, lo primero por el ridículo que estaban haciendo y lo segundo por haberle llegado noticias desde el gobierno, que la panda de matones de la partida de la porra (una especie de Peaky Blinders de Sagasta) pretendían abortar aquella manifestación de ricachonas.
Curiosamente esa vez no utilizaron la violencia sino que ayudados por el empresario teatral Felipe Ducazcal y Lasheras, ataviaron con mantillas a un escandaloso grupo de prostitutas que pasearon por el mismo recorrido que pretendían hacer las aristócratas.
Hasta aquí la historia de estos estúpidos podría ser hasta graciosa, ahora bien, al año siguiente Amadeo de Saboya sufrió un atentado que pretendía acabar con su vida. Casualmente ni la policía ni los jueces encontraron ningún culpable en aquel magnicidio. Para que luego digan que la estupidez no es peligrosa…
 

Paseo del Prado escenario de la patética “Rebelión de las Mantillas”
Paseo del Prado escenario de la patética “Rebelión de las Mantillas”. Fotografía de Jean Laurent (Fuente: Biblioteca Nacional de España).