Hoy, 10 de mayo, me van a permitir que me aleje de las tradicionales efemérides o vincule el tedioso presente de esta semana con el pasado. Propongo para ello dar un toque de alegría y poner música al artículo de hoy.
En la historia hay fenómenos que se repiten y la tradición musical no es para menos. En Regreso al futuro ya hemos visto cómo el rap, la movida madrileña y otros tantos géneros tienen sus antecedentes en el Siglo de Oro. Ahora bien, ¿Tiene el reggaetón origen en la época cumbre de las artes en España?
¿Había danzas escandalosas en el Siglo de Oro?
Para el tenor Quintín Bueno, piezas musicales como la jácara tienen continuidad a través de la zarzuela hasta bien entrado el siglo XX ya que ambas tratan el género rufianesco. Se podría incluso ir más lejos (y esto ya es cosecha mía) comparando el “Quiero ser libre” de los Chichos con celebérrimos versos como “qué bueno he sido pá ti y que mal te estas portando” con la jácara que Quevedo dedica a Escarramán, donde un delincuente escribe a su amada desde la prisión.
En el fondo, ejemplos como este lo que nos demuestran es que la música es, en muchísimos casos, un reflejo de los comportamientos de la sociedad y el erotismo escandaloso del reggaetón ya estaba presente en el siglo XVII, por muy de Oro que fuese.
La música del siglo XVII como otras manifestaciones artísticas no dejaban de ser un reflejo de la sociedad.
Hoy día, todo el mundo sabe que si por algo se caracteriza el reggaetón es por su evidente y continuo afán por rebasar los límites del decoro a través del baile. Lo que quizás no sea tan conocido es que hace 400 años ya existía el perreo, pues autores como Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, mencionan el baile de la chacona como obsceno, depravado y deshonesto. Incluso Lope de Vega en su obra teatral La Dorotea dice:
“y movimientos lascivos de las chaconas, en tanta ofensa de la virtud de las castidad y el decoroso silencio de las damas”
Si a esto se le suma la insistencia de la letra de las chaconas por la buena vida y el disfrute veremos claramente como la descortesía se debe al alto contenido sexual y la rima fácil. Un ejemplo sencillo lo vemos en el entremés de El Platillo que compuso Simón Aguado en 1599 y que dice:
“Chiqui, chiqui, morena mía
Si es de noche o es de día.
Vámonos, vida a Tampico.
antes que lo entienda el mico. (el niño)”
Cualquiera podría decir que aunque puedan tratar temas parecidos, el origen y la composición serían muy diferentes, pero no es cierto. En cuanto a su origen la mayoría de expertos están de acuerdo en que se difunde desde España al resto de Europa pero el origen está en américa incluso autores como Cervantes, en la Ilustre Fregona, llaman a la chacona “esta indiana amulatada” es decir que además de provenir de américa tiene influencias africanas ¿ Y qué es si no la influencia jaimaicana en los ritmos de puertorriqueños que dieron origen al reggeatón?
Cervantes dio buena cuenta del impacto de la fama deshonesta de la chacona.
Pero sigamos. El ritmo ostinato que caracteriza las chaconas es, como su propio nombre indica, repetitivo. Esta insistencia hacía que el oyente memorizase pronto ese ritmo grave que resultó siendo tan pertinaz como lo es hoy el ritmo del reggaetón.
Cervantes, como gran analista de su tiempo, reconoce que la chacona tiene terrible éxito entre las clases populares “la turba de las fregonas, la caterva de los pajes y de lacayos, las tropas” lo que nuevamente la emparenta con el reggaetón.
Ahora bien teniendo vidas parejas el reggaetón y la chacona, siempre nos quedará una duda ¿si la chacona con todo su origen chabacano y barribajero acabó siendo un baile elegante y refinado… acabarán las élites del poder perreando en unos años?
La evolución de la chacona hizo de esta danza un baile elegante de la aristocracia.