Hoy celebramos el cumpleaños de uno de los personajes más insignes de la humanidad y al que al nacer pusieron por nombre Marco Annio Catilio Severo, aunque ha pasado a la eternidad como Marco Aurelio.

Nació en Roma el 26 de abril del año 121, era hijo del pretor hispano Marco Annio Vero al que apenas llegó a conocer, pues falleció tres años después. Aquella sería la primera de una incesante consecución de muertes prematuras en su entorno más cercano del muchacho, el fallecimiento sus padres, su maestro y amigo Marco Cornelio Frontón así como su socio en el gobierno Lucio Vero, además de esposa Faustina la Menor y ocho de sus trece hijos que tuvo con ella sin duda marcarían su carácter, convirtiéndose a la postre en uno de los máximos representantes de la filosofía estoica.

Busto de Marco Aurelio

Resulta irónico que una de las enseñanzas más imperecederas de Marco Aurelio es que todo desaparece y se olvida.

Ese carácter se fortaleció debido su familia (especialmente el bisabuelo) que había invertido todo el tiempo y el dinero necesario en su educación. En su madurez el propio emperador reconoció que de este antepasado había aprendido que “para tales fines, es preciso gastar con largueza”.

Esto hizo que a los diecisiete años fuese uno de los jóvenes más destacados de los que se formaban en el Palatino conociendo de cerca el gobierno de Adriano para el cual no pasó inadvertido ese muchacho tan sagaz.

El emperador que sabiéndole hijo de Marco Annio Vero pronto le apodó “verissimus”,  o lo que es lo mismo, el honesto. Haciendo referencia a que no solo la inteligencia si no también la honradez destacaban en aquel joven.

Gracias a las políticas adoptivas, a los 40 años Marco Aurelio terminó ascendiendo al poder en pleno cenit del imperio romano que extendía sus fronteras por Asia hasta los partos y en Europa hasta los germanos.

Busto de Adriano

Adriano fue uno de los primeros en percatarse de mítica  la honradez de Marco Aurelio cuando este, como vemos en la escultura, aún era un adolescente.

Afortunadamente, para regir aquel vasto territorio contaba con la inestimable ayuda de Lucio Vero coemperador con el que hizo un interesante tándem político. Un equipo de gobierno que llegó a su fin en diciembre del año 169.

Durante un tiempo se pensó en que Lucio había muerto envenenado, pero los últimos estudios históricos hacen pensar que el verdadero asesino, fue el peor enemigo del imperio, la llamada peste antonina que asoló todos los territorios conocidos.

No se sabe exactamente si fue sarampión, viruela, tifus, disentería, varicela o varias de ellas a la vez, lo único seguro es que al haber muerto Lucio Vero, solo Marco Aurelio podía tomar las medidas trascendentales para salvar al imperio.

Busto Lucio Vero

Se especula sobre cierta rivalidad entre Lucio Vero y Marco Aurelio pero es indudable que la muerte repentina del primero afectó de lleno en el emperador.

No lo hizo mal, o al menos así nos lo trasladan los textos de la época. Se sabe que tuvo que frente a las paparruchadas y fake news, poniendo de manifiesto que en muchos casos aquellas absurdeces ocultan perversas intenciones. Así quedó demostrado con un embaucador apocalíptico que decía transformarse en cigüeña con tal de hacer cundir el pánico entre la población, propiciando de este modo un saqueo más fácil en la ciudad de Roma.  

Otra de las medidas de Marco Aurelio fue dotar al ejército de efectivos, armando soldados a los esclavos, gladiadores y bandidos. Con igual firmeza impidió los enterramientos en las villas alejando todo lo posible los muertos de los vivos. Además creó ayudas para costear los funerales de los más desfavorecidos.

Se sospecha incluso que Marco Aurelio terminó dando su vida en aquella emergencia sanitaria, aunque no es del todo seguro. Lo que induce a pensar en ellos es que en su obra cumbre, Meditaciones, incluyó esta sentencia: “¿Por qué me lloráis y no pensáis más en la peste y en la muerte ante la que todos caeremos?”.

Finalmente  el año 17 de marzo de 180 Marco Aurelio moría fundiéndose con el cosmos, como su filosofía diría, pero no sin antes dejarnos una auténtica maravilla. El libro Meditaciones, con el que cualquiera que estos días lo lea, terminará la cuarentena, siendo más sabio y seguramente mejor persona.

Columna de Marco Aurelio en Roma

No solo los libros le recuerdan, la columna de Marco Aurelio erguida en Roma aún alza sus victorias desde hace casi dos milenios.