En la historia del arte hay momentos precisos que cambian el devenir de los estilos. Instantes clave que revolucionan la forma de pintar, esculpir… En definitiva, hitos que cambian la historia.
Así ocurrió un 17 de octubre de 1905, cuando el crítico de arte Louis Vauxcelles puso de vuelta y media a los a los pintores de la sala VII del Salon d'Automne de París (Salón de Otoño). De ellos dijo en un artículo para el suplemento de la revista Gil Blas que eran fieras, en concreto la frase exacta fue:
“El candor de esos bustos (los presentados por el escultor Alber Marque) sorprende en medio de la orgía de tonos puros: Donatello entre las fieras”.
Sin saberlo, Louis Vauxcelles acababa de dar nombre a una nueva corriente artística, el fauvismo. Entre aquellos pintores vilipendiados se encontraba Henri Matisse, que a la postre creará un supuesto nuevo estilo, el arte lineal, cuyo mérito recae en trazar figuras completas con un solo trazo.

Henri Matisse culminó su obra con el arte lineal
 Henri Matisse culminó su obra con el arte lineal.

Este particular estilo, al que se sumará Picasso y al que en el siglo XXI se han adscrito infinidad de artistas y diseñadores, sigue siendo entendido como una genialidad de Matisse en la que como mucho se admite la influencia oriental e islámica, pero poco más.
Sin embargo, antes que todos ellos ya hubo un español que dominó ese estilo con una maestría asombrosa. Pedro Díaz Morante.
Pedro Díaz Morante ha sido reconocido como calígrafo

Pedro Díaz Morante ha sido reconocido como calígrafo, ¿Pero se le podría considerar un artista a la altura de Matisse?

Es cierto, que resulta difícil ver sus obras expuestas en museos o pinacotecas, pero como todo en su historia, tiene una razón de ser. Nacido en Alcázar de San Juan en 1565, las primeras pistas que nos llegan sobre él nos llevan a Toledo, donde en el año 1592 abrió una academia de primeras letras.
Su cometido era, por tanto, enseñar a leer y escribir a jóvenes aprendices entre los cuales triunfó, y tanto fue así que en 1612 pudo trasladarse a Madrid, donde los nobles más distinguidos como el conde de Barajas o el condestable de Castilla le encomendaron la educación de sus hijos.
Pedro Díaz Morante estaba revolucionando el panorama caligráfico por un nuevo estilo, el trabado, que consistía en unir las letras con un trazo tan elegante como práctico pues además de agilizar la escritura aceleraba el aprendizaje de sus alumnos.

Firma de Pedro Díaz Morante donde el dibujo tiene una importancia capital
Firma de Pedro Díaz Morante donde el dibujo tiene una importancia capital.

Hasta aquel entonces la “letra bastarda” era la que triunfaba pero pronto el trabado de Pedro Diaz Morante se abrió paso y con él los nombramientos y éxitos. Tanto fue así que abrió una escuela en la plaza del Ángel, más tarde en la calle Toledo y al final en la calle San Ginés, fue profesor de escritura del infante don Fernando y alcanzó el título de examinador de maestros.
Siguiendo una genial moda de aquel entonces escribió un tratado que a modo de manual explicaba por qué su oficio había de ser considerado un arte. Este fenómeno que también ocurrió con la esgrima, la pintura y otros tantos oficios se materializó en el libro Arte de escribir que publicó en 1624. (En realidad el libro tuvo varias ediciones que se van enriqueciendo entre4 partes, entre 1616 e 1631).
En él se insiste en la expresión “pintar letras”, insistiendo en que tan artístico es la caligrafía como la pintura, pero para disipar cualquier duda incluye en las sucesivas ediciones espectaculares láminas donde caligrafía y dibujo se unen en obras que claramente se pueden considerar un precedente del arte lineal.
Láminas en las que las figuras no están resumidas en un simple contorno si no que jugando con el trabado de la línea crea seres mitológicos como arpías y ángeles, animales como delfines, águilas, ranas o caballos, hasta llegar a retratos ecuestres como el del rey Felipe IV repleto de abrumadores detalles.
Sin restarle méritos a Matisse, Picasso y los infinitos seguidores que en nuestros días tiene el arte lineal, no podemos por menos que ensalzar a Diaz Morante, un verdadero pionero y un maestro en este estilo aun por superar.
Retrato de Felipe IV, una de las obras maestras de Díaz Morante
Retrato de Felipe IV, una de las obras maestras de Díaz Morante.