Hace pocos días, se montaba una de las tradicionales trifulcas entre periodistas y políticos a raíz del artículo que el periodista Jorge Bustos escribía en relación al acento andaluz de la ministra María Jesús Montero.

Lógicamente no voy a entrar en esas polémicas. Solo le recuerdo al periodista, que por edad y porque los dos somos madrileños, pienso que ni él ni yo podremos tachar a nadie de mal hablados si hemos dicho “mazo” veces que es un “canteo” que haya personas que pudiendo invertir el tiempo en “mazarse” haciendo deporte se dediquen a “trolear”.
¿Deberíamos decirlo con un lenguaje leguaje altisonante? Probemos: Menudeamos en nuestras pláticas que es digno de santiaguada, sabiendo de las prebendas que a la salud confiere el denodado ardor por ensalzar el talle, pueda haber alfeñiques que como verdaderos protodiablos prefieran añascar.
Y ahora para los que no son de Madrid, ni hablan como hace 400 años:
Se ha dicho en muchas veces, que es llamativo que haya personas que pudiendo fortalecerse se dediquen enredar y molestar.
 

Dónde comienza el castellano
¿Dónde comienza el castellano? ¿en las glosas emilianenses tal vez?

¿Entonces dónde paramos? ¿Cuál es el verdadero castellano? A lo mejor, no hay ni mejor ni peor castellano, sino sencillamente un latín mal hablado. El origen de nuestro idioma como el de otras tantas lenguas romances habría que buscarlo en el latín, ahora bien ¿Qué latín hablamos?
Según estudios filológicos como los de Menéndez Pidal o Jorge Fernández Jaén el latín que triunfó en Hispania no era precisamente su vertiente culta y elevada, sino más bien un latín cotidiano. Es el latín que se ve en algunas líneas del Asno dorado de Apuleyo, o el que se trasluce en Cicerón, cuando dice “mi vetule” (mi viejo).
Un ejemplo sencillo es el origen de la palabra fuego, que en latín culto es “ignis” pero que deriva del latín vulgar “fŏcus” (que significa chimenea). Es decir, que si Ovidio viniese a nuestros días, consideraría que somos unos macarras hablando y si nosotros entendiésemos su latín nos parecería que hablase el mismísimo maestro Yoda.
El latín vulgar se aprecia en las inscripciones de los esclavos como ésta conservada en el museo arqueológico de Huesca

 El latín vulgar se aprecia en las inscripciones de los esclavos como ésta conservada en el museo arqueológico de Huesca. “Aunque con buena intención, no cojas lo que no es tuyo”.

Quizá otros autores hispanos como Quintiliano, Séneca, Lucano o Marcial no nos viesen tan raros y comprendiesen porqué hablamos así. Y es que el triunfo del latín vulgar, sumado a los restos de otras lenguas indígenas y los localismos propios de cualquier idioma hizo que existiese lo que podríamos llamar, un acento hispano, en el que destaca especialmente el de la bética, o lo que es lo mismo. El acento andaluz.
El abogado Aulo Gelio consideraba el latín hispano como rústico y bárbaro y Elio Espartiano reconocía que el emperador Adriano (de origen hispano) tenía acento ronco. Curiosamente los enemigos de este emperador le criticaron su provincianismo pero como terminó siendo el emperador romano más culto y helenizado, también lo criticaron por ser demasiado elevado (pejigueros los ha habido siempre).

El marcado acento del emperador Adriano (de origen hispano) fue famoso en su momento



El marcado acento del emperador Adriano (de origen hispano) fue famoso en su momento. Ahora bien, nadie puede negar que fue de los emperadores más cultos de la historia.

Pero si hay una conexión genial entre las trifulcas actuales y las de hace siglos es la ocurrida en el senado cuando al morir el emperador Nerva ascendió al poder Trajano, un exitoso militar de origen hispano y bético a más no poder, pues su familia era oriunda de Itálica.
Se cuenta que en su primer discurso ante el senado muchos rieron su forma de hablar. Curiosamente de este emperador lo conocemos prácticamente todo por haber extendido el imperio hasta límites insospechados. Y sin embargo ¿qué sabemos del resto del senado?

 
Muchos miembros del senado rieron el acento bético del emperador Trajano

Muchos miembros del senado rieron el acento bético del emperador Trajano.