Las contradicciones de algunos políticos son tan exageradas que llegará un día en el que por puro trapecismo sintáctico empezarán una frase con una intención y la acabarán con todo lo contrario.

Digo esto, porque hace menos de un mes cierto dirigente afirmaba: “Lo que hemos dicho siempre es que la historia hay que dejarla a los historiadores” y hace tan solo unos días uno de sus concejales se apresuraba a quitar una estatua de Abderramán III, cuyas implicaciones políticas en la España actual, como cualquiera puede comprender, son las mismas que las del Gran Tamerlán o Amenofis IV, pero en fin… dejando atrás esa querencia que por lo medieval algunos políticos tienen, hablemos de otras figuras de nuestro pasado que nos ayuden a comprender que la historia está llena de matices, y que no todo tiene que ser o blanco o negro. Y, de hecho, de ser de algún color, la historia de hoy, sería ciertamente del color negro pues hoy hablamos de los diputados guineanos en las cortes franquistas.

Sellos de Guinea

Sellos de Guinea que evidencian su pasado español y pesetas guineanas tras su emancipación

He de reconocer que cuando Marcos Paradinas me habló hace poco de los diputados negros que durante el franquismo lograron la independencia de una parte de España, pensé que se trataba del nuevo argumento de una serie de ficción de ahí dedicarle este artículo, ya que el tema es fascinante como pocos.

Vamos por partes ya que todo tiene su explicación. Durante el franquismo hubo cortes y por lo tanto diputados, cierto es que de aquellas maneras… era la llamada democracia orgánica… pero bueno, tampoco es que la de ahora sea para tirar cohetes.

Sea como fuere, la España de 1960 no era la misma que ahora, y no me refiero a idiosincrasia si no a algo más sencillo aún, el mapa. Por aquel entonces pervivían retazos de la era colonial y Guinea era un buen ejemplo de ello, desde 1963 era una autonomía española más, pero con evidentes diferencias…

Diputados de Guinea en las cortes franquistas

La presencia de diputados guineanos en las cortes franquistas es sin duda uno de los episodios más curiosos de la historia reciente de España.

Cuesta mucho imaginarse a Guinea en los certámenes de trajes regionales de la época o en la liga de fútbol, pero cierto es que España y Guinea compartían muchas cosas y así lo expresó un ecuatoguineano de pro en la Vanguardia el 9 de octubre de 1968:
España nos ha dejado todo. Una nación, cultura, las costumbres, la religión, el idioma e infinidad de amigos

El declarante no era otro que Federico Ngomo Nandong presidente de la Diputación Provincial de Río Muni desde 1963 y diputado en Cortes. En dicho cargo lo vemos participar por ejemplo en la sesión plenaria en enero de 1966.

Federico Ngomo, diputado guineano

Federico Ngomo seguramente el diputado guineano clave en toda esta historia

Esas concesiones a Guinea no dejaban de ser preparativos para la independencia de ese trozo de España, pero ¿cómo en pleno franquismo se iba a romper la unidad de España? La solución era sencilla, desde finales de 1965 la ONU estaba instando al gobierno de Franco a que favoreciese la descolonización.

Federico Ngomo fue clave en aquella transición que culminó con el reconocimiento de Guinea Ecuatorial como país independiente por parte de Franco el 9 de octubre de 1968 y de Naciones Unidas poco después. Para ello se hicieron los referéndums y elecciones pertinentes sin ningún altercado, tanto es así, que el propio Federico Ngomo  confesaba estar encantado con que las tropas de Franco siguiesen en Guinea.

Fraga viajó a Guinea donde se proyectó la película 'Franco, ese hombre'

En 1966 Fraga viajó a Guinea donde entre otros actos se proyectó la película “Franco, ese hombre”

Ngomo reconocía a la prensa que el trato con España seguía siendo cordial y que el papel de las tropas era necesario para garantizar la seguridad en un país que se estaba formando. El resto de la historia seguramente les suene más, la dictadura de Macías Nguema, la posterior de Teodoro Obiang… y mientras tanto la tortura y muerte de Federico Ngomo o el borrador de la presencia española de Guinea dando al traste con la paz y la concordia.  Y es que al final resulta que para cualquier régimen totalitario no hay nada más incómodo que la coherencia y su propio pasado.